La venganza de un grande romance Capítulo 55

Aunque no era la primera vez que Penélope y Bruno veían a Nataniel en acción, seguían sorprendidos por su habilidad.

Penélope preguntó con preocupación al acercarse a su esposo.

—Nataniel, ¿estás bien?

Él sonrió al replicar.

—Advenedizos como ellos no pueden lastimarme.

Bruno habló.

—Jefe, señor Cruz, ¿qué hacemos ahora?

La respuesta de Nataniel fue rápida.

—Llama a la policía de nuevo y diles que vengan a lidiar con estos pendencieros. Y contacta a los conductores del sitio de construcción y diles que se lleven estos camiones. Todo procederá como lo hacía antes.

—¡Sí señor!

Después de eso, Penélope y Nataniel se dirigieron a su auto para regresar al parque en Mount Blanc para recoger al resto de la familia.

Cuando llegaron a casa, Bartolomé y Leila se ofrecieron a cocinar un delicioso festín para todos.

En ese momento, el timbre de la puerta sonó.

Penélope abrió la puerta, solo para ver a varios hombres de mirada sería en uniformes de policía en la puerta.

Un hombre de edad media con una mirada severa en su rostro preguntó.

—¿Es usted la señorita Penélope Sosa?

Impactada, Penélope respondió de manera automática.

—Sí, ¿qué sucede?

—Soy el vicecapitán de la policía, Gustavo Alonso. ¿Se encuentra su esposo? Es sospechoso de herir a otros de forma intencional y necesitamos llevarlo con nosotros para interrogarlo.

Justo en ese momento, Nataniel apareció a su lado. Entrecerró sus ojos al ver a los hombres en la puerta y preguntó.

—Yo soy Nataniel Cruz. ¿Están seguros de que están aquí para arrestarme?

Se sonrojó al darse cuenta de lo ofensivas que habían sonado sus palabras y sacudió su cabeza.

—No quería decir eso. Ellos…

Gustavo la interrumpió.

—Son inocentes. Solo estaban protestando debido a que sus camiones usan y destruyen sus caminos. Su esposo, por otra parte, los lastimó a propósito. Los trajimos a ambos para investigar este asunto.

Justo en ese momento, Carlos se pavoneó, con una mano sujetando su malherido rostro. Sus ojos tenían una expresión engreída y cargada de odio mientras miraba a Nataniel.

—¡Tú, pequeña mi*rda! ¿Cómo te atreves a golpearnos? ¿Deseas morir?

Se giró hacia Gustavo y continuó.

—Vicecapitán, esta pareja atacó a treinta de mis hombres. Les exijo al menos un millón por cada hombre que lastimó como compensación.

Penélope se puso furiosa de inmediato, así como estupefacta por la audacia de este hombre y gritó.

—¿Qué? Ustedes causaron problemas a propósito en primer lugar, ¿y ahora demandan treinta millones por parte nuestra? ¡¿Por qué deberíamos pagarles?!

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