La venganza de un grande romance Capítulo 57

En el vestíbulo, Penélope casi se estaba volviendo loca mientras trataba de conseguir un abogado para Nataniel.

Aunque Carlos y sus hombres estaban heridos, seguían de buen humor debido a su «victoria».

Con una lasciva sonrisa en su rostro, Carlos provocó a la mujer.

—¡Oye! Hermosa dama, deberías rendirte; ningún abogado puede ayudarte ahora. Sin embargo, si aceptas dormir conmigo por una noche, puede que le diga al vicecapitán que deje ir a tu esposo.

El resto de los rufianes estallaron de risa al escuchar las palabras de su jefe, y sus codiciosos ojos recorrieron la curvilínea figura de Penélope.

La ira y la ansiedad la invadieron, pero no había nada que pudiera hacer.

En ese momento, Carlos se dio cuenta de que Gustavo y varios policías salían de la sala de detención. Él se regodeó por ello y adoptó un tono de voz más alto mientras decía.

—Vicecapitán, mire lo mucho que esa p*rra que es Nataniel me lastimó. ¡Encerrarlo es muy poco castigo por sus crímenes!

La expresión de Gustavo permaneció inmutable al preguntar.

—Entonces, ¿qué quisiera que le hiciera?

Con una risa malvada, Carlos replicó.

—Darle una golpiza en venganza, por supuesto.

Una mirada cargada de desdén apareció en los ojos de Gustavo, pero desapareció en un instante.

—Bien, diríjase a las celdas entonces.

Los ojos de Carlos destellaron. Que Gustavo le permitiera entrar era, a efectos prácticos, entregarle a Nataniel en bandeja de plata. Después de todo, si estaba en las celdas de detención significaba que lo más probable era que estuviera encadenado en ese momento. «¿Cómo podría rehusarme?».

Una expresión de júbilo apareció en el rostro de Carlos, quien le agradeció de forma obsequiosa antes de dirigirse a las celdas.

Los dos policías que lo habían llevado ahí se detuvieron frente a la puerta, haciéndole gestos para que entrara. Era claro que no tenían intenciones de entrar con él.

La sonrisa del vicecapitán al hablar con Penélope era empalagosa.

—Como dije señorita Sosa, el señor Cruz está perfectamente bien. ¿Ahora me cree?

Penélope se quedó sin habla al ver el cambio de 180 grados que había tenido la actitud de Gustavo y los demás policías. Nataniel estaba siendo muy brutal en su proceder, lo cual no mejoraba las cosas en lo absoluto.

Cuando por fin terminó de enseñarle a Carlos una dolorosa lección, Gustavo y sus hombres acompañaron a Penélope a las celdas.

El vicecapitán apenas y le lanzó una mirada a Carlos antes de girarse hacia Nataniel.

Señor Cruz, ¿tiene alguna otra instrucción para nosotros?

La voz de Nataniel era dura al replicar:

—Castigue a estos criminales con severidad. Además, Carlos confesó que fueron enviados aquí por Enrique López para causar problemas. Dígale al señor López que nos pague 30 millones en compensación o sufrirá las consecuencias. —Su mirada penetró a Gustavo mientras continuaba—. En lo que a usted respecta, no creo que sea digno de su rango actual. Debería de regresar a entrenamiento básico.

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