Al oír esto, el hombre se arrodilló de nuevo. Se inclinó ante El Relámpago mientras le rogaba.
—Relámpago, por favor, perdóneme. Lo entregué tarde porque estaba recolectándolo para regresárselo…
Sin un ápice de compasión en su voz dijo:
—Debes de tener credibilidad si quieres sobrevivir en este mundo. Debes de hacer lo que prometes. Vamos, tráiganlo al balcón y arrójenlo.
En ese instante, el hombre comenzó a gritar de manera agónica y palideció, pero fue arrastrado hacia afuera por los monstruosos hombres.
Mientras tanto, El Relámpago miró a José Miranda y a los hermanos Sosa.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó con indiferencia.
—Relámpago, algo le sucedió a tu hermano en Ciudad Fortaleza. Estamos aquí para decirte lo que pasó —replicó José de manera cautelosa.
Al escuchar esto, la expresión del Relámpago cambió de forma drástica, al mismo tiempo un grito de terror se escuchó desde fuera de la ventana.
El hombre de las gafas cayó del balcón y lo siguiente que se escuchó fue un fuerte sonido antes de que se detuviera el grito.
El trío palideció hasta parecer sábanas.
El Relámpago continuó hablando con agudos ojos y tono frío.
—¿Qué le sucedió a mi hermano?
—Lo mataron Nataniel Cruz y Tomás Dávila —dijo José con incomodidad y murmuró en una suave voz.
El mastín gruñó al escucharlo, El Relámpago, quien tenía su mano en la cabeza del mastín, cerró sus dedos aplastando su cabeza, y este dejó escapar un gemido y murió en el acto.
Poco a poco, una expresión asesina apareció en el rostro del Relámpago. Incluso el aire en el cuarto se había vuelto frío.
Miró al trío y les preguntó.
—¿Están diciéndome la verdad?
José Miranda no tuvo opción más que explicar.
—Sí, Nataniel y su hermano tenían una trifulca debido a un proyecto de construcción. Él buscó a Tomás Dávila, el jefe del bajo mundo del Distrito del Este y unieron fuerzas para asesinar a su hermano. Ahora, Dávila se ha apoderado de todos los negocios de su hermano.
—¿De qué tienes miedo? ¿Quién es este Relámpago? Él debe de arrodillarse ante el señor. Si el señor quiere que se arrodille, él no estará de pie.
Javier y los demás recordaron al instante como Nataniel Cruz había matado a Enrique López. No obstante, se sentían ansiosos de todos modos.
Estaban preocupados de que Nataniel no fuera un buen oponente para enfrentar al Relámpago, debido a la impresionante reputación de este.
Tomás llevó a Javier a la casa en los Jardines del Río mientras se preparaba para informarle a Nataniel de esto.
Tras oír lo que Tomás tenía que decirle, Nataniel se inclinó hacia atrás sentado en su estudio y sonrió un poco.
—¿Cómo se atreve ese retrasado a venir aquí? Está buscando su propia muerte dentro de esos ataúdes.
Tomás pensó que las palabras de Nataniel tenían sentido. Sin embargo, Javier y sus hombres permanecieron estoicos. Todos pensaban. «¡Este hombre a quien Tomás llama “señor” es ridículo! ¿Cómo puede no asustarse por el Relámpago?».
Mientras tanto, Tomás respondió con respeto.
—Señor. Relámpago llegó a Ciudad Fortaleza esta mañana. Se está quedando en el Complejo turístico Manto Solar. Ha dado a conocer que ambos moriremos esta noche o si no…
—¿O si no qué? —preguntó con frialdad Nataniel.
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