Tomás agachó su cabeza y replicó en voz baja.
—O si no, no seremos solo nosotros los que moriremos. Incluso quiere que nuestras familias paguen por la muerte de su hermano.
De inmediato, un aire asesino emanó de Nataniel. Entrecerró sus ojos y dijo.
—El Relámpago es muy osado en verdad. Tomás prepara un viaje hacia donde se hospeda esta noche.
Él respondió en voz alta.
—Sí Señor.
...
La noche llegó unas cuantas horas más tarde.
Las luces brillaban en el Complejo turístico, el cual estaba ubicado en Ciudad Fortaleza.
Todos sabían que el señor del bajo mundo Relámpago estaba en Ciudad Fortaleza y se hospedaba en ese complejo turístico.
Muchas figuras del bajo mundo, así como individuos adinerados, trataban de congraciarse con él.
Por supuesto, también había varios que lamentaban su llegada.
Esto era porque todo el mundo sabía que había ido a Ciudad Fortaleza para vengarse por su hermano Enrique.
Muchos pensaban que este sería el final de Nataniel Cruz y Tomás Dávila.
El salón principal del complejo turístico estaba adornado por los dos ataúdes que había traído El Relámpago.
Él había garantizado que los cadáveres de Nataniel y Tomás estarían dentro.
Mientras tanto, él se encontraba sentado en una silla de madera junto a Cicatriz, acompañado también de un montón de hombres quienes lo rodeaban.
Cicatriz miró a los hermanos Sosa y a José miranda, así como a los demás que fueron a visitarlos. Les dijo a todos con una mirada fría.
A las nueve, un Rolls Royce, seguido de dos Audi, llegaron al estacionamiento del complejo turístico Manto Solar.
En cuanto entraron, una docena de hombres más entró tras ellos y cerraron las puertas.
El Relámpago los miró con desprecio y los provocó.
—Tomás, es suficiente que tú y Nataniel estén aquí. Pero incluso trajeron algunos hombres con ustedes. ¿Están aquí para llevarse sus cadáveres? —Él pensaba que habían ido porque tenían miedo. Él miró a Nataniel y preguntó de manera siniestra—. Entonces, ¿tú eres Nataniel? ¿El hombre que uso medios despreciables para atacar a mi hermano por sorpresa, matándolo en el proceso?
Nataniel sacudió su cabeza.
—Estás equivocado, maté a tu hermano a plena luz del día con muchos testigos. No fue un ataque sorpresa como dices.
Todos abrieron los ojos como platos ante las palabras de Nataniel. No podían creer que se comportara y hablara de forma tan indignante cuando estaba tan cerca de la muerte.
Un aura asesina emanó del Relámpago de forma abrumadora. Erizando el cabello de todos.
Lanzándoles una mirada mortal. El Relámpago ordenó.
—¡Cicatriz, envíalo a su muerte!
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