MADRE (Secretos) romance Capítulo 6

Dudaba de que llegara a acostarse con alguno de ellos. Eso me parecía imposible de suceder, por muchos motivos. Pero principalmente, porque fuera del carácter insaciable de mamá, me parecía absurdo que se fijara en unos mocosos, como lo eran mis compañeros. Pero eso no significaba que no fuera a pasar momentos incómodos, debido a la atracción que despertaría por esos pendejos, como de hecho le sucedió en su primera clase, a la pobre. Lo más probable era que se convirtiera en la puta de los profesores, o de los padres de los alumnos. Ya me estaba imaginando la próxima reunión de padres. ¿Cuánto tardaría alguien como mamá en aguantar sin tener relaciones? Algo me decía que, mientras más durara su abstinencia, peor sería la cosa. Tratándose de adicciones, las recaídas siempre eran salvajes, y dejaban al adicto peor que antes. Si no la ayudaba, mamá podría caer al más oscuro de los abismos.

                A pesar de que juzgaba inviable una posible relación con alguno de mis compañeros, no se me escapaba que esa sexualidad siempre presente en ella, no era algo que pasara desapercibida para nadie, mucho menos para ellos. Aunque ese día se había vestido con sobriedad, su personalidad lasciva parecía asomarse cada tanto, principalmente reflejada en su intensa mirada, y en su lenguaje corporal, de movimientos calculados, que por más simples que fueran, parecían que siempre iban cargados de una cuota de erotismo. Desde la forma en la que se paraba, hasta cuando se inclinaba para escribir en la parte más baja del pizarrón, sacando para atrás su trasero. Todo en ella transmitía sensualidad.

                Había tratado de convencerme de que todo eso no era más que imaginaciones mías. Me decía que, desde que había leído el relato, todo lo que hacía mamá parecía que era con doble intención. Detrás de cada gesto, de cada palabra que la oía pronunciar a cualquier otra persona, me daba la sensación de que estaba invitando a su interlocutor a revolcarse en la cama. Estaba sugestionado por esa nueva información, así que me dije que esa sutil seducción que desprendía de cada uno de sus movimientos, sólo era producto de mi imaginación. Pero después de que el imbécil de Ricky se hizo el galán frente a toda la clase, ahí ya no tuve dudas. La lujuria de la profesora Delfina Cassini era algo que podía percibirse en el aire que la rodeaba, por lo que, adolescentes pajeros como mi compañero, no podían evitar demostrar su atracción hacia ella. Seguramente mamá no lo hacía de manera premeditada, sino que era algo que le salía de una manera tan natural como respirar, algo inherente en su fogosa personalidad. Pero la cuestión es que su actitud y su lenguaje corporal, de alguna manera, incitaban a la lujuria.

                Pasados unos cuantos minutos de que estaba con el celular sostenido por mi mano sudorosa, me decidí a leer aquel bochornoso texto, con la esperanza de que hubiera información que me permitiera ayudar a mamá. Respiré hondo. Tomé coraje, y, encerrado en mi habitación, me dispuse a leer el último relato que había subido en aquella extraña web, la hechizante mujerinsaciable.

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