MADRE (Secretos) romance Capítulo 9

El recuerdo del profesor Hugo fue combinado con otro, en donde aparecían aquellos chicos sudorosos de piernas musculosas, que había visto en el campo de educación física. Ojos curiosos me habían mirado de reojo. Me imaginaba la potencia que tendrían los muslos peludos de esos chicos, y las cosas que podrían lograr con esa fuerza. Su increíble potencia habría de compensar con creces su corta, o incluso nula, experiencia. Eso estaba mal, no cabía dudas, pero en ese momento sólo existía mi calentura, y la necesidad de apagarla. Y fue ahí cuando recordé a Ricky. Su imagen apareció de la nada, desplazando a todas las demás. Ese mocoso insolente se había atrevido a decirme que ni siquiera le parecía bonita. ¿Podía estar hablando en serio? Quizás, por más atractiva que fuera, la diferencia de edad era algo poco seductor para una criatura como él. Pero no, estaba claro que no era el caso. Seguramente lo había dicho para bajarme los humos. El pendejo no podía soportar que una mujer lo regañara. Seguramente era un misógino de manual. Si no le parecía bonita, no hubiera dicho lo que dijo, frente a toda la clase, exponiéndose a ese predecible llamado de atención. No sólo le parecía linda, sino que también me veía sensual. Si no era así, ¿Por qué se había quedado embobado con mis tetas?

                Quién se creía ese mocoso, pensaba para mí, mientras mi respiración se hacía más agitada. Quién se creía. Si yo quisiera, no tardaría ni cinco minutos en tenerlo comiendo de mi mano. Si yo quisiera… No me duraría nada. Lo haría acabar en dos minutos y lo dejaría en ridículo. Y luego nunca lo volvería a llamar, para que se quedara con el deseo y el vergonzoso recuerdo. Podría darlo vuelta como una media. Le enseñaría tantas cosas en apenas unos instantes…

                El orgasmo atravesó todo mi cuerpo, como si fuera un torrente de agua cálida electrizante. Tuve que morder la almohada para reprimir el grito y que mi niño no lo escuchara. Quedé en la cama, exhausta, con el sexo empapado. Apenas me recompuse agarré la computadora para relatarles lo sucedido.

                Ojala que no pase nada malo. Ojalá que pueda tener una vida sana.

                Dejé el celular a un lado. Así como mamá hacía algunas horas había quedado en su cama, temblorosa y satisfecha.

                No había imaginado que el problema de ella llegara a esos extremos. Me había reusado a imaginar a mamá siendo seducida por uno de mis compañeros, pero la idea no solo no era imposible, sino más bien al contrario, resultaba perfectamente factible que se sintiera tentada por alguno de ellos. Daba lo mismo si las pijas que la rodeaban eran de hombres maduros o chicos como yo, que apenas habíamos cumplido la mayoría de edad, la profesora Cassini no parecía hacer distinciones entre unas y otras. Una vez más me di cuenta de que mamá era el sueño húmedo de cualquier chico de mi edad. Era un caso entre un millón. El que se cruzara en su camino, se ganaba la lotería.

                También seguía perturbándome el hecho de que, salvo en mi caso, usara nombres reales para referirse a las personas que ahora formaban parte de su vida laboral. Era cierto que la página donde publicaba los relatos, si bien tenía decenas de miles de usuarios, en términos proporcionales era una cantidad muy baja de miembros. De hecho, yo mismo no conocía a nadie que visitara ese tipo de webs. La gran mayoría se hacía la paja viendo videos. Pero el riesgo existía. Si el propio Ricky, o el profesor Hugo, quienes habían sido protagonistas de las escenas relatadas, llegaran a ver ese texto, ella quedaría totalmente expuesta, y a merced de ellos.

                En ese momento no me di cuenta, pero ahora lo sé. Si mamá estaba jugando con fuego, era porque eso le generaba adrenalina. La posibilidad de ser descubierta, por pequeña que fuera, la excitaba casi tanto como el sexo. Estaba claro que, de alguna manera, se estaba autosaboteando. Se me ocurrió una idea. Denunciaría el relato, para que los administradores de la página lo eliminaran. Pero al intentar hacerlo, me di cuenta de que la historia no incumplía con ninguna norma de esa comunidad. Así que dejé ese plan de lado.

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