Mi Resiliencia (COMPLETA) romance Capítulo 21

Nikolas

Tengo los ojos cansados, la mente agotada y los hombros pesados, durante éstas semanas me he sumergido en el trabajo, tanto así que cuando llego a la soledad de mí departamento continúo trabajando, ignoro las llamadas para salir de mis amigos, hablo dos o tres minutos por video llamada con mi familia, no me estoy alimentando bien, de vez en cuando tengo dolor de estómago, pero lo soluciono llamando a la farmacia auto medicándome, me estoy haciendo daño y lo sé, pero es que no quiero desocupar mí mente porque todo me recuerda el daño que causó esa mujer en mí.

Todo me recuerda a ella, las sábanas las mando a limpiar todos los días, pero ningún detergente quita el olor a su perfume su dulce esencia natural, estoy pensando seriamente en mudarme a otro lugar o a otro país, tomo mí celular, busco las fotos que tengo con ella aún no las elimino, quiero hacerlo desaparecerlas para siempre así como ella desapareció talvez con su amante, por Nikole me enteré que la suspendieron del colegio por sus fotos y reputación, veo la foto que mi hermana nos tomó por primera vez, ella son su hermoso vestido floreado, bailamos absorto de todo a nuestro alrededor, iniciaba a enamorarme de ella ahora cómo me arrepiento de dejarme llevar por mis emociones y no ver más allá, Anika ha envenenado mí alma y es por ella que no soy el mismo Nikolas de siempre, la vida me presentó a una arpía que no logré identificar.

Planeo sacarla de mí mente y corazón, planeo odiarla hasta morir, por lo vil que fue conmigo, cuando yo le entregué todo, la puerta de mí oficina es tocada, guardo el celular y vuelvo a posar mis ojos en la computadora.

— ¡Adelante!— digo a quien sea que esté detrás, la puerta se abre y es mí asistente

—Buenas tardes señor, la señorita Brown está aquí— ese apellido que ha masacrado mí alma y ha pisoteado la confianza que le brindó mí familia, recuerdo cuanto me alegraba que ella me viniera a visitar, cuando salíamos a comer o a cenar juntos, todo era tan real o yo era muy tonto para no darme cuenta.

Cristal es quien llega y yo continúo en lo mío —¡hola Niko!— dice feliz.

— Hola—no quiero que esté aquí, en cierto modo me avergüenza no haberle hecho caso antes.

— Vine a invitarte a comer, y no acepto un no— cierra la puerta y se acerca a mi.

— No tengo tiempo para salir a comer— le suelto para que no pierda su tiempo conmigo pero el que se pose frente a mí, sentándose sobre mí escritorio, toma mí corbata con suavidad.

— Por favor Nikolas— me molesta que insista tanto, me pongo de pie le tomo la muñeca y la quito de encima de mí escritorio.

— Ya te dije qué ¡no!— le suelto molesto, sus ojos se llenan de lágrimas.

—Yo no tengo la culpa sabes— me dice con dolor —yo no soy Anika Nikolas, somos amigos desde hace mucho tiempo y sabes lo que siento por ti— se limpia las lágrimas con el torso de la mano, es una mujer muy bella y sensual pero no me provoca lo que su hermana —ella es igual a su madre, destruyen familias— recuerdo cuando Anika me contó sobre su origen —estoy tratando de que salgas a delante y te estoy dando todo el apoyo que puedo darte, pero no quieres que éste a tu lado— algo me hace sentir mal por provocar sus lágrima, ella no fue quien se acostó con otro estando conmigo días antes de nuestra boda, ella fue quien intento abrirme los ojos cuando traía las vendas —ya no vuelvo a molestarte— dice y se da la vuelta para irse pero me siento mal conmigo mismo, así que impido su salida tomando su mano nuevamente, pero ésta vez con suavidad.

— Lo siento, no quería que te sintieras así— le digo.

—Descuida, ya entendí— dice fingiendo estar fuerte.

— ¿A dónde quieres que comamos?— le digo, veo un asomo de sonrisa en sus labios.

— No tienes que ir si no quieres— me dice.

— Si, quiero ir a comer contigo Cristal— le digo y me sonríe abiertamente, dejo que me abrace para que se sienta más segura con mí decisión.

La puerta de mí oficina vuelve abrirse, dándole paso a Marcos mí mejor amigo, éste al ver la escena frunce el ceño algo molesto.

— ¿Interrumpo?— carraspea la garganta llamando la atención de Cristal quien se tensa inmediatamente.

— Hermano, no interrumpes nada, Cristal me invitó a comer, quieres venir con nosotros— le ofrezco.

—¿Qué? ¡no!— dice Cristal algo nerviosa.

— Creo que tú “amiga” no quiere que los acompañe— dice Marcos algo molesto.

— La verdad no— dice ella y ya no entiendo que está pasando entre ellos, no se caen bien.

— Pues hablamos luego hermano— se despide Marcos.

— Cuando vuelva nos ponemos al corriente— le digo apagando la computadora para salir con Cristal.

— ¿Qué te pasa?— lo encaro.

—Nada hermano, sólo que tus cambios de estado de ánimos no me convencen— me dice —si Cristal no te gusta como mujer, ¿para qué le das alas?— me enfrenta.

— No le doy alas, ella sabe que no la amo, ni la amaré nunca— le digo.

— Pues deberías aclararlo mejor— no entiendo porque se pone así.

— Y si quiero divertirme con ella ¿qué?—le digo y empuña sus manos.

— Tú no eres así Nikolas, ¿qué es lo que te pasa?— la rabia me rebasa cómo puede no entender que ya nunca seré igual.

— Anika Brown, eso fue lo que me pasó— digo con amargura —y ya no soy el mismo después de ella.

— Estas mal, uno es lo que es, las cosas malas que nos pasan no pueden borrar la esencia de quienes somos— me dice tomándome por las suelas de la chaqueta — deja que culpar a Anika por tus cambios de ánimo, ése no eres tú.

— Te equivocas hermano— le digo con todo el dolor que genera la herida abierta que ella hizo —las cosas malas nos marcan tanto que la parte buena que teníamos es reemplazada por el odio y el rencor, ya no veo a las personas igual, para mí todos me lastimaran y antes que eso suceda yo me ahorro ese paso y los lastimo primero— niega con su cabeza soltándome

— Lástima que no aprendas nada de esto—me dice, toma sus cosas y se marcha de mí oficina dejándome más molesto porque se supone que debe estar de mí lado tiene que entender que no me pasaré la vida entera sufriendo por quien no vale la pena.

Me enfoco en que es importante y es mi trabajo, mi familia y yo mismo, ya basta de darle importancia a quien no la merece, haré lo que debí hacer hace mucho tiempo y es hacer cumplir el dicho que dice, que un clavo saca a otro Clavo.

Tomo mí celular y marco el número de Cristal, quien contesta al instante – te quiero a las ochos en mí departamento— corto la llamada sin darle oportunidad a decir nada más, se lo que quiere y eso tendrá.

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