Mi Resiliencia (COMPLETA) romance Capítulo 23

Claudia

Planear algo para que nos salga perfectamente bien requiere tiempo y esfuerzo, claro en ellos debemos plasmar nuestros objetivos, detallar nuestras metas y posibles opciones, no podemos dejar nada a la ligera, pero a veces no todo resulta satisfactorio, y es lo que me acaba de pasar, se supone que tenía todo bajo control, que no tenía brechas abiertas de fallas, pero si las hay, creí que Carlos era un inútil, pero resultó ser más sabio de lo que pensé, el muy maldito tiene todas las evidencias de los encuentros sexuales que hemos tenido, el muy descarado a grabado todas nuestras conversaciones telefónicas, no sé con qué intensión lo ha hecho, pero debo descartar la idea de taparle la boca ya que no se a quien le ha enviado esas evidencias, pero me perjudicaría mucho, me dejaría en evidencia por completo y eso no lo puedo permitir.

— Ya ves mí amor, no eres la única inteligente— apartó los ojos de la pantalla donde se proyectan una y otra vez —es solo para que pienses mejor como tratarme, no es personal hermosa— la ira me come el cerebro —y si te lo preguntas, no una sino dos personas tienen toda ésta información— se acerca a mí oído y susurra —si me pasa algo, no dudarán en hacer esto publico mí amor— los pulmones me queman, debido a la presión que estoy sintiendo justo ahora.

— Y ¿qué podría pasarte?— le digo moleta.

— No lo sé, dime tú— se posa frente, su sonrisa de satisfacción es más que evidente, ya que me tiene contra las cuerdas —mí tiempo de vida era limitado según tú— suelta sus palabras —no soy idiota mí amor, solo fingía serlo, para ganarme tu confianza y lo logré— camina a mí alrededor como león a su presa.

— ¿Qué es lo que quieres?— indago molesta estoy al borde de la locura.

— Jajajajajajajaj— se ríe cómo psicópata — ¿qué no es obvio mí amor?— me coloca un mechón de cabello detrás de los hombros —dinero y mucho— es obvio que diría eso, cómo fui tan idiota de involucrarlo en mis planes, las cosas salen perfectas cuando las hago yo misma.

—Yo no tengo dinero, mi suegra es la del dinero— me sacude por los hombros.

— Dos años juntos y crees que no te conozco amorcito— toma una porción de mí cabello en sus puños bruscamente, el tirón hace que me duela el cuero cabelludo —tu familia tiene billete y todo el dinero que le correspondía a la vecina Anika tú lo tomaste, cambiando el testamento de tu esposo, cariño no te fijaste bien en el vídeo que te mostré, tu misma me lo dijiste— maldigo el día en que conocí a éste bastardo.

— No es tan fácil sacar el dinero— me hala más fuerte.

— Entonces le mostraré esto a Anika, vamos a ver cuánto me pagará por saber que todo éste plan fue tu idea— me besa los labios —¿cuánto pagará por limpiar su nombre?— aprieta mis hombros, sé que lo haría no tengo alternativa, pero odio estar en ésta posición, si la hija de mí difunto esposo llega a tener ésta información no dudarán en hundirme y limpiar su nombre.

— ¿Cuánto quieres?— le digo con los dientes apretados

— ¿Qué?— dice con burla.

— ¿Qué cuánto quieres?— se ríe a modo de burla.

— ¡Oh! Cariño eso fue rápido, creí que jugaríamos un rato más al gato y al ratón— me enfrenta.

— No puedo arriesgarme más— confieso ya que él ahora tiene el poder sobre mí.

—Vaya, eres muy inteligente mí amor.

Cierro la puerta detrás de mí, entro a la habitación de doña Miriam Brown la grande y empoderada, la misma maldita que nunca me ha querido cuando era más joven me afectaba, me luego de unos años para nada, solo me duele el que no quiera a mí hija como quiere a esa mocosa.

— ¡Hola suegrita!— le digo con sarcasmo porque no puede verme ni escucharme, la induje a un coma hacheas de tres meses, la tenemos en casa con las máquinas y los sueros que la hidratan y mantienen sus órganos funcionando todavía.

No veo la hora de que se muera la maldita, no he terminado con su vida porque estoy esperando que su investigador privado se ponga en contacto y así destruir la información que ha obtenido sobre la muerte de mí difunto esposo y su golfa.

—Todo esto, es tu culpa— le diga con odio, su cuerpo está más delgado, tiene una enfermera que la cuida pero ahora no está así que aprovecho para doblarle el cordón del suero impidiendo que el líquido llegue a sus venas —si me no me hubieras despreciado desde que me conociste quizás George no se fijaría en esa zorra— aprieto más fuerte —sabes me hace falta tu princesita— desde que la tenemos en la casa siempre que estoy a solas con ella le cuento cómo mate a su hijo, cómo cambié su testamento, le cuento cómo tengo humillada a su nieta favorita.

—Cuando aparezca el agente, morirás, me escuchas anciana— le digo con desprecio, escucho como la puerta suena así que dejo lo que hago y pongo cara de tristeza, entra su enfermera.

— Disculpe señora, pero no puede estar aquí— me dice con cautela, me concentro en la rabia que tengo y me salen dos lágrimas.

— Lo siento es que la extraño mucho— le digo y ella posa su mano en mí hombro en señal de que me entiende —¿crees que ella se pondrá bien?— finjo que me importa la anciana.

— Doña Miriam es una mujer muy fuerte, debe tener un motivo muy fuerte para vivir, porqué por su edad es difícil que supere esto, pero ella está luchando por vivir— dice con esperanza, se cuál es su maldito motivo pero no le daré oportunidad a qué eso suceda.

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