Anika
3 kilos, 50 centímetros de largo, signos vitales normales, 20 de diciembre, hora de nacimiento 4:27pm, enormes ojos azules, piel pálida y delgada, mi bella Alia la luz de mí vida que he esperado ver desde el momento en que supe de su existencia, los dolores del parto fue reemplazado por la llenura de paz, amor y agradecimiento al tener a mí bebé en mis brazos, lágrimas ruedan por mis mejillas, la felicidad que toma mí corazón es inmensa, tener contra mí pecho a mí pequeña, es un amor nunca antes experimentando, con mis labios temblorosos beso su frente, es tan hermosa que no puedo dejar de contemplarla, admirar el fruto del amor que existió entre su padre y yo.
No paro de llorar lágrimas de alegría y es que ella a traído a mí vida un sinfín de bendiciones y alegrías, en el pecho no me cabe tanta felicidad, Ana acaricia mí espalda con suaves masajes —hiciste un buen trabajo cariño— me dice con los ojos llenos de lágrimas —Alia nació perfecta— es cómo mí madre por lo que es una abuela para mí niña.
—Gracias por estar aquí— le digo mirando sus ojos —no sabes cuánto daría porque mi madre estuviera aquí pero estás tú y es más que una dicha para mí— estoy de en la camilla de parto, acabo de pujar con todas mis fuerzas físicas al ser que más amo en el mundo y quién sostuvo mí mano dándome ánimos fue Ana, una mujer que en tan solo un año de yo vivir con su familia me amó como soy, con mí pasado y siempre le estaré agradecida por su incondicional apoyo.
— Es tan preciosa— dice mirando a mí pequeña, quien se mueve agitando sus bracitos y pies, la tengo envuelta en una toalla blanca, una enfermera me la pasó luego de revisar los signos vitales, desde que salió de mí, el sonido de su llanto embravecido me sacó lágrimas, creí que los latidos de su corazón eran lo mejor de ella, pero su inconfundible llanto es superior, no me quiero despegar de ella, necesito que estemos así abrazadas para siempre.
— Tengo que llevarla a las incubadoras para vestirla— dice la enfermera —muchas felicidades señorita.
—Quiero quedarme con ella otro poquito más— le pido.
— Deben limpiarla todavía, me llevaré a la pequeña Alia Brown y luego cuando esté lista, la llevaré a su habitación— me dice amablemente la joven, con todo el dolor de mí alma dejo que se lleve a mí bolita de algodón que se está chupando el puño izquierdo de su mano.
— Aaaawwww tiene hambre— dice Ana, me tocó los senos para ver si ya estoy produciendo lactancia y nada, eso me desanima un poco ya que la leche materna es la mejor para el desarrollo de mí bebé —descuida en una horas empezarás a lactar, es normal que no salga nada aun, puede tardar entre 10 a 48 horas— no quiero que mi niña permanezca tanto tiempo sin comer —mira— me dice mostrándome la primera foto que tengo con Alia recién nacida, me deleito en la imagen que muestran mí rostro lleno de lágrimas y Alia besando mí nariz, con sus manitas toca mí rostro y es la piel más suave del mundo.
La labor de parto no duro tanto tiempo como había leído en las páginas para madre primerizas, tenía días con molestias en la espalda y cansancio extremo, el parto estaba previsto para que sea el 24 de diciembre, justo en noche buena, pero se adelantó y me alegra que todo saliera bien.
Luego de sacar mí placenta y que Ana me diera un largo baño con agua tibia, me coloco despacio roba deportiva cómoda que me trajo Nahomi, ya había empacado dos maletas para cuando llegara el momento del parto, mi mejor amiga fue hasta mí casa y me las trajo, un no la he visto, pero estoy muy emocionada por verlos a todos.
Recuesto mí cabeza sobre la almohada y cierro los ojos, me esforcé mucho durante el parto, estoy convaleciente y agotada, el sueño me vence y me duermo por un par de horas, Ana se fue a cambiar a la casa.
Al abrir mis ojos tengo que pestañear varía veces, ya que cuando me dormí la habitación no estaba como está ahora, repleta de rosas, hay obsequios en bolsas de regalos, Nahomi y Cristian están sentados en el sofá de la habitación, cuando notan que desperté ella se pone en pié y me viene a abrazar.
—¡Ani! Por Dios eres toda una heroína— me habla emocionada —Alia es lo más hermoso del mundo, te juro que me la quiero robar— besa mí frente —la enfermera dijo que la traerá en unos segundos— me anima.
— Felicidades Anika, me alegra que ambas estén bien— me dice Cristian.
— ¿Y todo esto?— pregunto.
— Son flores, que te han enviado tus lectores, también Arthur, y obsequios de todos— sonrío al admirar todo el entorno, no sabía que tantas personas estuvieran felices por mí.
La puerta de abre y por ella entra una cuna que es arrastrada por la enfermera que conocí en el parto, me siento sobre la cama con algo de cuidado, mis ojos se empañan de lágrimas.
— ¡Ooohhh por Dios!— Nahomi se acerca cuando la enfermera deja la cuna cerca de la camilla —¿puedo cargarla?— le pregunta a la enfermera.
— Creo que su madre, es quien la debe autorizar— dice la mujer y yo asiento con la cabeza, Nahomi toma en brazos a mí bolita de algodón, que ahora tiene un gorro color amarillo que cubre su cabecita, un enterizo azul, medias y puños del mismo color, de su pequeña boquita roja sale un bosteza que nos causa ternura a todos.
—Eres mi bebé ¿de acuerdo?— le habla Nahomi a la niña —tu madre te dio a luz pero yo también soy tu madre— le habla.
— Pronto tendrás un hermanito o hermanita Alia— Cristian abraza por la espalda a mí amiga.
Han pasado más de cinco horas que Alia nació y aún no ha comido nada, me preocupa el que aún no esté lactando, Ana dice que debo ponerla sobre mí aureola para que Alia succione con su boquita, me causa cosquillas el contacto de sus labios con mis senos, lo intento por cuarta vez y nada aun, no quería darle fórmula pero será una opción obligatoria.
—Eres maravillosamente perfecta— me dice sonriendo.
La puerta de abre, Ana carraspea su garganta —¿interrumpo?— me dice, nos separamos —encontré está fórmula, la pediatra dice que es muy buena— me muestra lo que fue a buscar, la agradezco y vuelvo a tomar a mí niña en brazos, me siento con cuidado en el colchón, le pongo el biberón pequeño a mí bebé en su boquita, inmediatamente succiona el contenido, me alegra que pueda comer después de nacer, es su primera comidita y no es de mí lactancia pero no podía dejarla muerta de hambre eso sería abusivo.
— Por cierto, acá está tu celular— me dice Arthur —se te calló en el auto, una mujer de nombre Nikole, te llamo hace un rato— lo miro algo nerviosa y si le pasó algo a mí abuela.
—¿Dijo algo?
— ¡No! Solo que te dijera que llamó— me dice él, mi celular vuelve a sonar, pero ésta vez es el detective.
— Contesta por favor— le pido ya que estoy ocupada, Arthur lo hace y pone la alta voz.
— Felicitaciones por su bebé señorita Brown— me dice.
—Gracias detective— me digo.
— Le tengo buenas noticias— se me acelera el corazón —Claudia y Carlos se casan en quince días, el cuatro de enero, es el escenario perfecto para un arresto de dos amantes ¿no cree?— habla.
Miro a Ana y a Arthur quienes me observan a la espera de una respuesta
— Hagámoslo, en quince días es perfecto.
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