Mi Resiliencia (COMPLETA) romance Capítulo 30

Nikolas

Las navidades en familia es lo mejor que existe, viaje precisamente para eso, estar cerca de los míos Wisconsin está repleto de nieve, el tránsito es insoportable cenaremos en casa de mis padres, mi hermana y sobrino me acompañan, dejamos a la enfermera con la abuela de Anika y nos encaminamos a la propiedad Katunaric Carrey, aprieto el volante enojado conmigo —despacio Nikolas— me dice mi hermana, pero no puedo estar tranquilo desde que supe la verdad, antes de no saberlo era más fácil odiarla y torturarme pensando en ella, pero ya sé que todo fue un escenario montado.

Mensajes adulterados, llamadas que ella nunca hizo, no puedo fingir que no le cause daño porque si lo hice.

Verla desnuda junto a ese maldito me desequilibró, me dolió tanto su supuesta traición que me sumergí en el universo oscuro del rencor, y es que no tenía más que hacer, cómo podía vivir con la traición de la mujer que amo, cómo la dejaría ser feliz con otro que no sea yo, mí egoísmo no me lo permite.

Debo verla necesito pedirle que me perdone, no sé cuánto me costará su perdón pero estoy dispuesto a hacer lo que sea con tal de que lo haga, le rogaría toda mi vida, si con eso me gano su perdón.

Al llegar a casa la mesa está puesta con abundante comida, —bienvenidos—nos abraza nuestra madre.

Nos ponemos al día hablando sobre la fábrica en Croacia, Nikole no contiene las ganas y les cuenta sobre Anika, tomó del vaso que contiene mí licor, el alcohol sea vuelto el confidente con el que descargo mis penas.

— ¿Entonces ella?—mi madre no contiene la felicidad —tenía la esperanza de que todo fuera una mentira— me mira —¿cómo te sientes con eso?— me pregunta.

Cómo le digo a mi madre que me siento como una basura inservible que no confió en la mujer con la que se casaría, como le digo al mundo que la humille cómo a una escoria y le grité lo zorra que era, con qué cara le explicó a todos que toqué su cuerpo buscando señales de que infidelidad, soy una bestia, un animal torpe que no se debo a escucharla y a entender que ella solo tenía miedo y necesitaba refugiarse, la abandoné cuando más me necesitaba.

Me levanto del sofá, siento que todo el cuerpo me duele, mis pensamientos me pesan y quisiera formatear mí cerebro y olvidar hasta mí nombre.

Mi madre me abraza —ella debe odiarme mamá— le digo —le dije e hice cosas que nunca me perdonará— confieso.

—Mi amor, no te sientas así, ella te entenderá sabrá que estás enojado — niego con la cabeza.

— No entiendes mamá, yo la abandoné— me reprendo.

— Deja de pensar así Niko— me dice mi hermana —dentro de poco se volverán a ver y tendrán la oportunidad de hablar— me anima mí hermana.

—Vamos a cenar y disfrutar nuestra noche buena en familia— propone mí padre.

La cena transcurre con tranquilidad, las canciones navideñas ambientan el lugar, dentro de unos días Anika vendrá hacer justicia, el detective informó que la boda de la madre de Cristal y el sinvergüenza de Carlos es el escenario perfecto para su captura, me carcome la piel al pensar que el infeliz le pudo hacer daño a Anika, pero en las demandas no hay nada con relación a alguna violación.

Eso me tiene más tranquilo, porque si ese imbécil le puso un solo dedo encima no dudaré en matarlo aunque pague condena por ello.

Diciembre culmina con fuegos artificiales que le dan la bienvenida al año nuevo, los Katunaric viajaron a pasar la época con nosotros, procuro lucir normal pero no pudo fingir que no ha pasado nada, cuando ha pasado todo.

El día de la boda llegó, Cristal me había otorgado la invitación, accedí ir solo para ver cuándo arresten a su madre y a su cómplice, me aliso el traje color azul marino, mí cabello lo peiné para atrás, me coloqué una gabardina negra, no sé a quién se le ocurre casarse con éste clima, llegué a Utah ayer para poder estar a tiempo en la boda.

La casa de los Brown es una enorme mansión de la época victoriana, es blanco hueso y la decoración de la casa es una mezcla entre vintage y contemporáneo, la boda es en el jardín por lo que llevo mí invitación y me ubican en un lugar, vengo sin acompañante, Nikole no quiere exponer a Dániel por eso se quedó en Wisconsin.

—¡Hermano!— saluda Marcos acompañado del brazo de Cristal quien al verme se aferra más a Marcos.

— Gusto en verte— saludo se suelta de Cristal y nos damos un fuerte abrazo de hermanos.

— Me alegra que vinieras Nikolas— habla Cristal.

—Gracias por la invitación— le digo.

— Sé que quizás te moleste, porque es el amante de Anika, con el que mi madre se casa, pero ellos se enamoraron y Anika se metió entre ellos— dice con altanería Cristal, contengo el vómito verbal para no arruinar la fiesta antes de que se le dé inicio.

— Descuida— le digo.

Cristal llama la atención de los presentes y todos tomamos asiento, con mí vista reparo el lugar buscando lo que quiero ver.

La ceremonia da inicio pero es interrumpida por agentes policiales que aparecen por todos lados, me pongo de pie para cubrirme, si algo sale mal no quiero salir lastimado, me voy a una de la columnas pero mis pies dejan de funcionar cuando veo al mujeron de gabardina negra y vestido rojo, la rubia de ojos miel que enciende todos y cada uno de mis motores, no sé si es por el frío pero siento que todo me pesa.

Ella habla con altura y no puedo creer que sea la misma mujer que lloraba desconsolada en mí departamento, no es la mujer que humille y saqué de mí vida, ésta es otra que tiene el poder para doblegar a cualquiera, ésta es fuerte, pero solo hay una Anika Brown.

Intenso acercarme a ella cuando todos se están marchando, la policía está evacuando al lugar y yo tengo que tragarme los celos viendo cómo Anika se abraza con un hombre que no conozco, él la mira con ese brillo característico que tienen las personas que están enamoradas, lo sé porque los veo en Marcos y los vi en mí.

Tomo valor y con todas mis fuerzas la llamo —¿Anika?—se voltea y ahora en vez de frío tengo calor, se me derrite el corazón y las ganas de abrazarla, besarla me toman.

— Luego de todo lo que pasó, me di cuenta que estaba embarazada— me quedo atónito, pestañeo varias veces.

—¿Qué dices?—me levanto de golpe, los pulmones me arden y la garganta se me ha secado.

— Que estaba esperando una niña—me dice muy segura, no puedo creer que diga eso.

— Y ¿por qué hasta ahora me lo dices?— me enoja su silencio —¿cómo pudiste ocultarlo por tanto tiempo?— le reclamo.

—Por favor— se ríe con sarcasmo — y ¿qué hubieras hecho si te lo decía el mismo día que me enteré?— me suelta enojada —¿me habrías escuchado?— me en cara —habla.. ¿La habrías aceptado?— Me grita —¡no Nikolas! Tu nos humillarías más, me hubieras mandando con Carlos— me muerdo la cara interna de los cachetes —la hubieras negado, si no es que me matabas antes de contarte—está temblando —es por ella que tomé las riendas de mí vida y si hasta ahora te lo digo es porqué ya no tienes argumentos para juzgarme— dice con dolor.

—¿Dónde está?— indago con un enorme peso multiplicado por un millón, si antes me sentía fatal ahora me siento peor

—En un lugar seguro— se limpia las lágrimas.

—Quiero verla— le pido.

—Si es lo que quieres, te dejaré verla— me dice —si quieres hacerle las pruebas de ADN, adelante— vuelve a tomar la gabardina —estamos viviendo en Londres— me hace saber —creo que ya no hay más nada que decir— me dice viendo su celular.

—¡Anika!— le pido.

—Debemos irnos— me ignora —ya vinieron por mí— dice.

—No hemos terminado— le exijo, no puedo con la tuerca que me aprieta el espíritu.

—Se llama Alia Brown.

—¡Anika!— la vuelvo a llamar.

—Yo ya dije lo que tenía que decir—se coloca su gabán —¡adiós Nikolas!

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