Llevamos más de media hora en el auto, en completo silencio, para nada incomodo. Pero tengo un poco de sueño, casi me quedo dormida hasta que escucho su voz.
—Llegamos —abro los ojos.
Miro por la ventana y hay muchos edificios alrededor, Ezequiel me abre la puerta y salgo del Porsche diciendo un "gracias". Al salir, veo que estamos en la puerta del Katmandú, un restaurante temático muy concurrido por su temática relacionada con el medio oriente; siempre había querido venir, pero el presupuesto para comer aquí no estaba adaptado a la liquidez económica de mi familia.
Retracto lo antes dicho, Ezequiel no empezó con el pie izquierdo.
Entramos y en recepción Ezequiel pregunta por la reservación hecha a nombre del señor Harrison; la recepcionista, se comunica con un mesero que se encarga de guiarnos a una mesa apartada de los demás, que tiene una excelente vista al exterior.
Ezequiel me arrastra la silla para que yo pueda sentarme y le sonrío en agradecimiento.
—¿Te gustó la sorpresa? —pregunta sonriéndome y yo asiento.
El mesero que nos guío vuelve con una botella de vino y nos sirve.
—Me gustó mucho, siempre he querido frecuentar este lugar, pero no se me había dado la oportunidad —digo mirando el lugar, es más lindo de lo que recordaba.
Una vez Marina y yo nos ganamos una salida en la universidad y decidimos venir aquí.
—Qué bueno que acerté, me gusta ese brillo en tus ojos —dice mirándome y me sonrojo.
—Según mi madre aparece cuando me gusta algo o cuando estoy feliz —él sonríe.
El mesero vuelve con el menú y nos entrega uno a cada uno. Miro todo y algo en especial me llama mucho la atención, El Ramen, es una de las comidas asiáticas que más llama mi atención.
—A mí me trae un Arroz Bengalí y a la señorita... —me mira interrogante y le señalo lo que voy a pedir, asiente— un Ramen y para el postre, la especialidad de la casa —dice y el mesero asiente antes de irse.
—¿Frecuentas mucho este restaurante? —pregunto con curiosidad y él asiente.
—Es uno de mis favoritos —al parecer Ezequiel tiene dinero—. Cuéntame de ti, Claire; tus gustos, cosas que te molesten, a donde te gustaría viajar... —dice y alzo una ceja, demasiadas preguntas.
Él se rasca la nuca y puedo ver un leve sonrojo en su cara, me parece tierno.
—Mejor juguemos a preguntas y respuestas, para que sea más organizado. La misma pregunta que hagas la debes responder — asiente—. Comienza tú.
—A mí me gustaría conocer Alemania, Australia, Londres, México y Brasil —hace amago de mover los hombros y me rio.
En ese momento el mesero llega con nuestra comida, el apetito se me abre de inmediato.
—Comida y comida chatarra favorita —digo continuando con el juego, mientras meto un bocado de comida en mi boca.
—Mi comida favorita es el sushi y no frecuento la comida chatarra, mi madre nunca nos dejó comer mucho de eso a mi hermana y a mí, decía que eso nos haría engordar y que es mucha grasa. Creo que de milagro comí dulces —lo miro con pena.
—La comida chatarra es lo mejor del mundo, mi favorita es la pizza hawaiana con pollo, la amo y mírame no estoy para nada gorda; mi comida favorita es la pasta —se ríe.
Hasta su risa es hermosa, mientras que yo me rio como foca retrasada.
—No, no estás gorda, así eres hermosa —me sonrojo.
Creo que nunca me había sonrojado tanto en un día ni Xavier logró hacerlo. Solo él lo ha logrado.
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