My Last Sigh romance Capítulo 11

—¿Qué edad tienes? —pregunta Ezequiel terminando su plato.

Buena pregunta.

—Tengo 20 años, en unos días cumplo los 21 —él asiente.

—Yo tengo 26 años, recién cumplidos este año —dice.

Me sorprende, porque no aparenta tener esa edad. Trato de ocultar mi sorpresa y me como el último bocado de mi comida.

—Pasatiempo favorito —lo miro, se hace el pensativo.

—Hacer ejercicio —responde sonriendo.

Se nota.

—El mío es leer, no me gusta para nada hacer ejercicio, soy un perezoso humano —. Además, mi condición no me deja agotarme mucho.

Él me sonríe. El mesero llega y se lleva los platos, a los segundos regresa con el postre.

—¿Cuál es el último libro que has leído? —pregunta y me sonrojo de inmediato al pensarlo.

—50 Sombras de Grey —susurro mirando mi comida y escucho su risa.

Alzo la cabeza y lo miro sonrojada.

—Vaya, quién lo diría —creo que no podré estar más roja —. Te ves tan tierna así —sonríe de lado —. Igual no te avergüences tanto, yo también me lo leí, aunque ahora estoy leyendo uno sobre administración.

—Aburrido —sonríe —. Descríbete en tres palabras.

—Decidido, valiente y competitivo —sonrío.

—Tímida, soñadora y un poco paranoica —reímos por lo último que digo.

—¿Qué te desagrada de las personas? —pregunta y hago una mueca.

—Que sean hipócritas, las personas hipócritas me hierven, las odio. También me desagrada que se crean algo que no son —él me mira fijamente.

—A mí me desagrada la mentira y el engaño, creo que una persona que haga eso no tiene moral y mucho menos dignidad. También me desagrada que me oculten cosas importantes. Esas tres cosas van de la mano —asiento.

Hago una mueca, tiene razón.

—Si pudieras tener un súper poder, ¿cuál sería? —pregunto.

—El poder para enamorarte —responde mirándome fijamente con una sonrisa y yo me sonrojo.

—A mí me gustaría volar o leer mentes —me toco la sien y cierro los ojos como si lo estuviera haciendo y escucho su risa.

Sonrío y siento la vibración de mi celular en el bolsillo, saco mi celular.

Mariana 4:50 p. m.

Claire, ¿A qué hora vienes?, tu familia está a punto de venir para acá por el cumpleaños de mi mamá. Apresúrate mujer.

Hago una mueca.

—¿Pasa algo?

—Me tengo que ir —le informo, hace una mueca y asiente.

—Mesero, la cuenta, por favor —este vuelve y le entrega una hoja a Ezequiel.

Él le da una tarjeta de crédito y cuando el mesero se la regresa salimos del restaurante. Nos subimos a su auto.

—Dame la dirección de tu casa —dice, arrancando el auto.

—Vamos donde una amiga, allí es donde debo ir —él asiente y lo voy guiando.

En una hora aproximadamente llegamos a la casa de Marina.

—Me divertí mucho hoy, Claire, tenía rato que no reía tanto en un día, eres especial —dice mientras acaricia mi mejilla.

Sonrío.

—Yo también me divertí mucho contigo, espero se repita —le guiño un ojo y lo siguiente que hace no me lo esperaba.

Se acerca a mí y cuando pienso que me besará en los labios, lo hace en mi mejilla muy cerca de estos.

—Que tengas bonita tarde, preciosa.

Mía ojos conectan con los de él y me despido con una sonrisa, me bajo del auto y él arranca.

—¿¡Que fue eso!? —pregunta una Mariana muy alegre apenas cruzo por el umbral de la puerta.

¿Había estado espiando por la ventana?

—Ahora te cuento.

Felicito a su mamá y nos sentamos en un sillón de la sala. Me mira expectante y entiendo que quiere que le cuente todo, sonrío.

—Me llevó a comer en el Katmandú —ella me mira sorprendida—. Yo también quedé así.

Ella silva.

—Al parecer tu pretendiente tiene dinero y mucho, solo con ver ese auto tan elegante que se manda. Yo quiero uno —lloriquea y me burlo.

— Bueno, allí almorzamos y nos conocimos un poco, me divertí mucho. ¿Puedes creer que tiene la edad de mi hermana? —le cuento y ella abre los ojos sorprendida.

—Te lleva 5 años, Claire —me encojo de hombros.

—No me importa, él es hermoso y me divertí mucho hoy. Además, me besó cerca de los labios, creo que eso fue lo que viste —ella pega un gritito por la emoción.

—¿Todo bien ahí? —pregunta su padre asomándose y ella asiente.

Su padre nos da una mirada sospechosa, la cual nosotras respondemos con una sonrisa y él vuele a lo suyo.

—¡Dios!, que romántico —suspira con exageración y me rio.

—Sí, me alegro de haber ido a esa discoteca.

—Ezequiel te gusta, lo veo en tus ojos y esa sonrisa de idiota que tienes lo demuestra aún más.

Le pego con un cojín, a lo que ella ríe.

En ese momento tocan el timbre y veo entrar por el umbral de la puerta a mi familia. Marina al ver a mi hermano pone cara de idiota y se sienta mejor en el sofá, está sonrojada. Isaac le guiña un ojo sonriendo y ella le sonríe tímida. La miro alzando una ceja y me hace un ademán de "Luego te cuento", asiento.

Isaac llega a su lado y yo me voy con Hazel.

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