Despierto en la noche y el dolor de cabeza ya no es tan fuerte, ahora solo es un pequeño fastidio, pero no se ha ido completamente. Alejandro me sedó porque estaba muy alterada y eso me hacía más daño; pero no puedo evitar alterarme, no es justo que suceda esto ahora que conocí a Ezequiel y creo que él me gusta. Ahora que me doy cuenta que Xavier nunca me quiso y yo solo sentía cariño por él, no amor. Es completamente injusto. La vida es injusta.
—Despertaste —escucho la voz de Hazel a mi lado.
Ella se ve un poco cansada.
—¿Qué hora es? — pregunto y ella mira su celular.
—Son las 12:00 p.m. —me sorprendo.
—El tiempo pasó muy rápido —niega con la cabeza.
—Tal vez sientas eso porque estabas inconsciente, pero para nosotros el tiempo pasó muy lento, ya necesitaba que despertará.
Puedo notar que ha llorado, sus ojos están rojos y un poco hinchados. Eso me hace sentir mal.
—Lo siento —ella acaricia mi mejilla.
—No fue tu culpa estar sedada.
—Me siento cansada —ella asiente y sonríe triste.
—Es normal, primero estuviste inconsciente por 4 horas y después te sedaron por casi 8 horas, no estabas descansando por tu propia cuenta, por eso te sientes así —acaricia mi cabello.
—¿Y mamá? — pregunto al no verla por aquí.
—En casa con los demás, estuvieron aquí mientras estabas inconsciente, incluso Marina vino a verte, todos estamos muy preocupados. Pero los hice irse a descansar, hoy yo te voy a cuidar — dice y yo la miro.
—Tú también debes descansar, Hazel —niega con la cabeza.
—Es más importante cuidar de mi hermanita pequeña, ya no tan pequeña —sonrío.
—Gracias —le digo.
Ella es mi segunda mejor amiga, además de ser mi hermana.
—Creo que fue como el amor a primera vista —le respondo sonrojada y ella sonríe.
—Me alegro que estés feliz por conocer a Ezequiel, espero que no te haga daño —mira la hora en su celular, hace una mueca—. Ahora, a dormir, enamorada.
Me hace cosquillas y rio. Besa mi frente y camina al sillón que se ve un poco incómodo.
—¿Por qué no duermes conmigo? —preguntó.
Su rostro expresa el alivio de saber que no dormirá allí en ese espacio tan incómodo.
Esta cama no es muy grande, pero cabemos las dos perfectamente. Yo no soy muy gruesa que digamos, además, soy pequeña de estatura. Le hago un espacio en la cama, ella se acuesta con cuidado y me abraza de la misma forma.
—Descansa, Claire —dice.
—Descansa, hermana —respondo y a los pocos minutos caigo en los brazos de mi querido Morfeo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: My Last Sigh