Hoy es viernes y quedé con Ezequiel después de la universidad para encontrarnos, porque me ayudará con el proyecto. Me levanto de la cama y me voy a bañar. Al salir, me pongo un jean claro, un buzo negro y mis vans negras; recojo mi cabello en un moño desordenado y bajo a desayunar.
—Buenos días —saludo.
Tomo unas tostadas y un vaso de jugo de naranja.
—Buenos días, Violet —saluda Isaac comiendo su desayuno.
—¿Y los demás? —pregunto al no ver a nadie de mi familia.
—Papá trabajando, mi mamá fue a visitar a una amiga y Hazel tenía cita en el ginecólogo. Dominick vino por ella —asiento.
—Si preguntan, no vengo a almorzar —le informo, él alza una ceja.
—¿A dónde va la señorita? Si se puede saber —cuestiona y yo ruedo los ojos.
—Con mi novio, me va a ayudar con un trabajo —me mira entrecerrando los ojos.
—Mas bien, te va hacer el "trabajo" —dice de forma pícara y yo lo miro agrandando los ojos.
Le doy un zape.
—Respeta, Walker, no seas pervertido —él se ríe y yo ruedo los ojos.
—Solo digo, pequeña Walker —se encoge de hombros.
—Espero aún no le hayas hecho el "trabajo", a mi amiga —él se sonroja negando con la cabeza y me rio.
Salimos de la casa y nos subimos a su auto para ir a la universidad. Al llegar, él desaparece de mi vista y yo me voy a buscar a los chicos. A lo lejos diviso una cabellera negra y me acerco a ella.
—Hello bitch —digo marcando mi acento y ella me sonríe.
—Mi perra favorita —nos reímos y en esas llega Felipe.
—Raras —dice Felipe al escucharnos.
Rodamos los ojos.
—Llegó por quién llorabas, baby —dice mi hermano acercándose y le da un beso en la mejilla a mi amiga haciendo que ella sonría.
—Cuidado con mi hermanita, Walker, te conozco —advierte Felipe y Marina rueda los ojos.
—Adiós, chicos —se despide Ezequiel.
—Bye, Ezequiel —responde Marina y se lleva a Isaac.
Yo sonrío y nos subimos en el auto de mi novio. Arranca y conduce hasta llegar a su apartamento. Nos bajamos y él abre la puerta. Le sonrío y entro, no ha cambiado desde la última vez que vine.
—¿Tienes hambre? —pregunta y yo asiento —¿Te parece si pedimos comida china?
—Me parece genial —me siento en uno de los sillones de la casa.
Él sonríe y desaparece de mi campo de visión. A los minutos, escucho el timbre y me pongo de pie para abrir la puerta, supongo que es la comida. Cuando abro, me encuentro con un chico, que parece de mi edad. Me sonríe.
—Aquí está tu comida, hermosa —sonríe coquetamente y yo tomo la comida.
—Mi amor, yo le pago al repartidor —aparece Ezequiel por detrás y me toma por la cintura.
Ezequiel me da un beso en la comisura de los labios y el chico se rasca la nuca, nos sonríe con incomodidad.
Así se marca territorio amigo.
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