Después que Ezequiel paga la comida, pongo la mesa para servirnos y comenzamos a comer. No me había dado cuenta del hambre que tenía. El tratamiento me deja así, de hecho, mañana me toca ir, lo malo es que en la tarde tengo cena en la casa de la mamá de Eze.
—¿En qué piensas, cariño? —pregunta sacándome de mis pensamientos.
—En la cena de mañana —contesto y hago una mueca.
—¿Nerviosa? —pregunta mientras alza una ceja.
—Un poquito —sonrío y él hace lo mismo.
Terminamos de comer y subimos a la habitación de Ezequiel para estar más cómodos. Saco todo lo que necesito y lo pongo en la cama.
—A ver, siéntate en ese sillón y mírame sin moverte —me mira.
—¿Me vas a dibujar completo? —pregunta y yo niego.
—Solo tu rostro y parte de tus hombros —él asiente y comienzo mi trabajo que ya llevaba adelantado.
Tres horas más tarde ya he terminado, sólo me faltan algunos detalles de sombreado y demás cosas que perfeccionar.
—Ya puedes moverte, terminé la parte fundamental —le informo y él suspira.
—Al fin, se me durmió todo el rostro —dice mientras hace muecas con la boca y lo miro divertida.
—¿Te ayudo a despertarlo? —pregunto y me sonríe.
—Por favor —me pongo de pie y me siento a su lado.
Toco su rostro con mis manos y junto nuestros labios, el beso comienza tierno y poco a poco se va intensificando. Nos separamos por falta de aire; de pronto siento calor.
—Me encantas —susurra en mi oído y me estremezco.
Nos volvemos a besar esta vez más salvaje, me toma de la cintura y me sube a horcadas sobre él. Sus manos acarician mi cintura por debajo del buzo, yo con mis manos juego con su cabello.
—Sí —respondo tímida y él sonríe acariciando mi mejilla.
—Mírame, si te duele y quieres que me detenga, solo dilo —asiento y poco a poco entra en mí.
Al principio siento dolor y hago una mueca; él no se mueve aún. Poco a poco el dolor cesa y es reemplazado por el placer. Ezequiel comienza a moverse y gemidos se escapan de mi boca, me gusta cómo se siente. Sus embestidas son más seguidas y yo estoy loca del placer.
—Claire —gime mi nombre.
Las caricias aumentan y me siento en el cielo.
—Te amo —dice y siento un líquido caliente entrar en mí, se siente bien.
Se queda un momento encima de mí y beso sus labios. Sale de mi interior y nos acomodamos de tal manera que pongo mi cabeza en su pecho. Él me abraza.
—Te amo —es lo único que logro decir y caigo rendida en un profundo sueño.
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