My Last Sigh romance Capítulo 26

Me levanto de la cama y camino al baño con una sonrisa en el rostro (cada cuarto tiene su baño). Al salir, busco en la maleta ropa interior, un short de jean que me queda tres dedos debajo de mis nalgas y una blusa de tirantes roja. Aquí hace mucho calor, ya estoy acostumbrada al clima en Bogotá, es mucho más suave que aquí en Cancún. Amarro mi cabello en un moño desordenado y bajo las escaleras. Observo a mi hermana comiendo helado que no sé de dónde sacó y viendo una película en la sala.

—Buenos días —digo y me siento a su lado, acaricio su vientre—. Hola, bebé —le digo mimosa a su vientre.

—Hola —me dice y me quedo viendo la película con ella, se está viendo rápidos y furiosos 7 —¿Quieres? —pregunta ofreciéndome el helado y niego con la cabeza.

—Gracias, pero no he desayunado —se encoge de hombros.

—Tú te lo pierdes —me dice, se concentra en comer y veo bajar por las escaleras a una Marina somnolienta.

—Alguien tuvo una noche agitada ayer —comenta Hazel mirándola y mi amiga se sonroja.

—¿Qué? —se rasca la nuca haciéndose la desentendida y yo sonrío.

Si supieran que yo también la tuve.

—Yo solo digo —dice mi hermana mientras se encoje de hombros nuevamente y sigue viendo la película.

—Ah, les juro que lo mato. Lo odio, ¡no lo soporto! —grita Nora bajando por las escaleras ruidosamente.

—¿A quién? —cuestiono.

—A Felipe —se queja.

—¿Qué te hizo mi hermano ahora? —pregunta Marina acomodándose a mi lado.

Nora hace una mueca.

—De todo, siempre anda molestándome, no lo soporto —nos cuenta mientras se hace la indiferente y se sienta en un sillón aparte.

—Eso es que le gustas —suelta Marina así sin anestesia y Nora la mira interesada.

—Y es obvio que a ti también te gusta —le sigo el juego a mi amiga y mi cuñada nos mira como si estuviéramos locas.

—Claro que no —se cruza de brazos—. Por cierto, tú y yo tenemos una plática pendiente —me señala y yo asiento.

—Hablamos después del desayuno, ¿vale? —le digo, vuelve a asentir y vemos la película en completo silencio.

Es interesante y hay mucha ciencia ficción.

Al rato llegan los chicos y Felipe no pierde tiempo en molestar a Nora. Nosotros solo reímos. Nos distribuimos las labores de la casa. Nosotras cuatro nos la arreglaremos en la cocina y ellos harán el aseo a la cabaña. Optamos por hacer panqueques. Cuando ya todo está listo nos vamos al comedor a desayunar.

—Tenemos dos semanas para disfrutar este paraíso, ¿qué proponen? —pregunta mi hermano.

—Que hoy descansemos y ya mañana vamos a la playa —propone Dom.

—Un día perdido, hermano —se queja Felipe.

—Ni tanto, podemos pasarla en parejas hoy —sugiere Eze.

—No se vale, yo no tengo pareja —Nora hace pucheros.

—Yo puedo ser tu pareja, Norita de mi vida —le sonríe coqueto y pasa un brazo por los hombros de Nora.

—No vuelvo a repetir que no me digas Norita y saca tu horrendo brazo de mi cuerpo si no quieres recibir un golpe de mi parte —lo amenaza y este saca su brazo del cuerpo de Nora con un poco de miedo.

—Tú te lo pierdes, Norita —dice Felipe mientras remarca el apodo y sale corriendo.

Ella rueda los ojos con una semisonrisa en el rostro.

—¡Cobarde! —le grita Marina y todos reímos.

—¡No es cobardía, es supervivencia! —grita de vuelta Felipe y volvemos a reír.

—Yo no sé ustedes, pero Dom y yo vamos a salir hoy, estamos a tres semanas de nuestra boda — dice Hazel comiendo.

—Sí, debemos terminar los últimos detalles —le secunda su prometido y asentimos.

—Bueno, entonces hoy se hará lo que cada uno quiera —digo y asienten.

—¿Podemos hablar ya? —me pregunta Nora.

—¿Sobre qué? —pregunta Ezequiel curioso.

—Cosas de chicas, nada importante, cariño —miento y beso su mejilla.

Él me sonríe y con Nora salimos de la casa, necesito aire. Caminamos y nos sentamos en unas hamacas que están en la parte de atrás de la casa.

—¿Y bien? Te escucho —me mira cruzada de brazos y suspiro rendida.

—Tengo un tumor cerebral —suelto de golpe, sin anestesia y su rostro se descompone.

Podría jurar que por su rostro pasa una estela de dolor profundo.

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