My Last Sigh romance Capítulo 36

Ezequiel me mira esperando una respuesta y yo no sé qué responder, en verdad lo amo y quiero perdonarlo. Además, no debería perder el tiempo, porque ese sí que no me sobra.

—Ezequiel yo... —empiezo, pero él pone su dedo índice sobre mis labios interrumpiéndome.

—Entiendo si no quieres perdonarme, pero yo me voy a volver a ganar tu corazón —dice, y yo sonrío.

Me muerdo el labio inferior.

—Quiero ver como haces eso —digo divertida y él se ríe.

—Te amo, Claire, no tengo duda que eres una mujer muy especial. Te prometo que nunca más me voy a separar de ti, estaré contigo hasta tu último suspiro —acaricia mi mejilla y cierro los ojos al sentir su tacto.

—Y yo también te amo a ti, como nunca amé a un hombre —le confieso y él sonríe.

Siento un movimiento extraño en mi vientre. Lo toco rápidamente.

—¿Pasa algo? —pregunta con semblante serio.

Tomo sus manos y las guío a mi vientre, vuelvo a sentir ese movimiento y a Ezequiel se le iluminan los ojos.

—Nuestros hijos se están moviendo, Claire —dice emocionado y yo asiento.

—Sí, mi amor —digo y se me sale una lágrima de alegría.

Junta sus labios con lo míos, por la sorpresa me demoro en reaccionar. Extrañé mucho sus besos.

—Me dijiste, ¿mi amor? —asiento— Llevo ventaja —hace un baile extraño y yo me rio.

—Te extrañé demasiado, Ezequiel —digo mientras lo abrazo y él me rodea con sus brazos.

—Y yo a ti, cariño, como no tienes idea —nos separamos.

Besa mi frente y pongo mi cabeza en su pecho.

Volví a los brazos del hombre que amo, ahora me siento completa.

***

—Vaya, se van peleando y regresan riendo. Es buena señal —comenta Marina cuando nos ve llegando a la casa.

—Yo sabía que eso iba a pasar —dice Nora.

—¿Lo perdonaste? ¿En serio? —pregunta Isaac incrédulo.

—No me ha perdonado del todo, pero haré lo posible para volver a ganarme su corazón —dice Eze y yo le sonrío.

—No lo puedo creer —dice molesto mi hermano.

—Isaac, por favor —lo freno, sé lo que viene.

—Isaac nada, él te hizo daño, ¿y así como así lo perdonas? Te desconozco —replica y me mira enojado.

Yo hago una mueca.

—Yo lo amo y en todo caso es mi vida y hago lo que quiera con ella —respondo firme y un poco enojada.

—Puede ser muy tu vida, pero soy tu hermano mayor y te puedo aconsejar. Este tipo es un imbécil —dice señalando a Ezequiel y siento que me hierve la sangre.

—¡Yo no te he pedido ningún consejo! —le grito.

—Entiende, ese hombre te hizo llorar. No te merece —comienzo a sentir dolor de cabeza y mareo, como puedo me acerco a él.

—¡Entiende tú! —vuelvo a gritar—. Ezequiel es el hombre que yo amo, y puede que me haya hecho daño, pero yo también se lo hice. Así que tu comentario no viene al caso —el dolor se me enciende más.

—¿Sabes? Haz lo que se te dé la gana, de todos modos, es tu vida como dijiste. Pero luego no vengas llorando nuevamente —me dice con la rabia bailando en su voz.

—Isaac —me acerco para tratar de hablar civilizadamente, pero él se aleja de mí y comienza a subir las escaleras —¡Isaac, espera! —le grito y siento que algo sale de mi nariz.

Llevo mi mano al lugar y lo toco. Al ver mi dedo manchado de sangre me mareo, me siento incapaz de mantenerme en pie, cierro los ojos.

—¡Amor! —grita Ezequiel y me toma en brazos antes de llegar al suelo.

—Llévala a la habitación —escucho decir a Felipe.

—Voy hablar con Isaac, se portó como un idiota —escucho decir a mi hermana mientras sube las escaleras con enojo.

—Te acompaño — dice Marina con el mismo tono de mi hermana y escucho como ella también sube.

Ezequiel comienza a caminar conmigo en brazos. Entramos a la habitación y me deja en la cama, pone almohadas en mi espalda de modo que quedo sentada.

—Cariño, ¿me escuchas? —pregunta.

Abro los ojos y veo que me mira preocupado y con miedo.

—Estoy bien —trato de sonreír, pero me sale una mueca de dolor.

—Se nota que no lo estás —derrama una lágrima y como puedo se la seco con mi mano.

—Oye, no llores, voy a estar bien —le digo, él toma mi mano y la besa.

—Esperemos que sí. Te amo demasiado, no quiero que nada te pase —dice y me abraza.

Yo cierro los ojos y recojo toda la fuerza de voluntad que me queda para evitar que las lágrimas salgan de mis ojos.

—Tu y yo sabemos que me estoy muriendo, Ezequiel —afirmo y él me mira.

—No digas eso —niega y veo miedo en su mirada.

Pero eso es lo que yo siento, cada vez me siento peor.

—Siento que mi final está cerca y no me quiero morir. Yo te amo y no te quiero dejar, no los quiero dejar —digo con tristeza y él solo me abraza con fuerza.

—No nos vas a dejar, tú eres fuerte y vamos a superar esto juntos —besa mi cabeza y lo escucho sollozar.

Un cansancio se apodera de mi cuerpo y me hace quedar inconsciente en los brazos de Ezequiel.

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