My Last Sigh romance Capítulo 37

Siento un beso en mi vientre y abro los ojos. Al hacerlo, diviso a Ezequiel y sonrío.

—Hola —saludo adormilada.

—Buenos días, dormilona, al fin despiertas —besa mi cabeza.

—¿Tanto dormí? —pregunto y él asiente.

—Cuando te dormiste, así como así, me puse como loco pensando que algo malo te había pasado, hasta que Dominick me tranquilizó y me dijo que solo te habías desmayado —responde triste.

—No me puedo morir aún —le digo con una sonrisa triste.

Él se acerca a mí y acaricia mi mejilla.

—No te vas a ir de mi lado, tenemos que educar a estos bebés, y hacer de ellos unos niños o niñas fuertes y nobles. Como su mamá —dice mientras toca mi vientre y sonrío

—Y como su papá —sonríe—. Pero menos idiotas que ambos, por favor—él se ríe y yo hago lo mismo.

Tocan la puerta y Ezequiel va a abrir. Por ella entra mi hermano con semblante arrepentido.

—Los dejo solos —avisa Ezequiel y sale de la habitación.

Me pongo de pie con cuidado.

—Perdón por todo lo que dije ayer —escucho decir a Isaac — Hazel y Marina me hicieron dar cuenta que fui un completo idiota. Ezequiel te ama y tú lo amas a él, tienen que estar juntos. Estaba equivocado. Te pusiste así por mi culpa y... — sonrío y lo interrumpo.

Le doy un abrazo.

—No hay nada que perdonar, ricitos, ya todo está olvidado —le guiño un ojo y él sonríe.

—Eres única, hermana —me abraza.

—Lo sé —le digo mientras me encojo de hombros y él ríe.

—Que modesta —se burla y yo me rio—. Vamos a desayunar, señorita egocéntrica —nos reímos y bajamos las escaleras.

Llegamos al comedor y ya están todos ahí. De desayuno hicieron fruta picada con jugo de naranja. Me siento al lado de Ezequiel y comienzo a comer.

—La chica tiene hambre —observa Felipe divertido.

—Mucha, debo comer para tres personas. De hecho, esta es poca comida —me defiendo y ellos se ríen.

—Te entiendo, hermanita, aunque yo debo comer para una persona menos — dice Hazel y yo sonrío.

—¿Que les parece si en la noche vamos a la playa? —pregunta Dominick.

—Que astuta eres, mi amor —la halaga Felipe.

Besa la mejilla de su novia y ella sonríe con cariño.

—Viva, es lo que es —vuelve a quejarse mi hermana y todos reímos.

El resto del día lo pasamos jodiendo y riéndonos. Ya es casi de noche y recién ahí es que regresa Marina, sin Ezequiel.

—¿Y Ezequiel? —pregunto.

—Tuvo que irse, le surgió un problema de trabajo —se encoge de hombros y hago una mueca. —¿Por qué no se despidió? —pregunto con el ceño fruncido y ella se pone nerviosa.

—Ya sabes, tuvo que irse enseguida —rasca su nuca y asiento con el ceño fruncido.

No le creo nada.

Cada uno se va a su habitación a cambiarse. Yo saco de la maleta un vestido de baño de dos piezas negro con diseños plateados. Encima me pongo un vestido blanco que se amarra en el cuello y deja mi espalda descubierta hasta debajo de mis senos donde tiene un lazo que se amarra por detrás y resalta mi vientre; acompaño el atuendo con unas sandalias. Me maquillo un poco porque mi aspecto es demacrado, cepillo mi cabello y lo dejo suelto. Al terminar, bajo las escaleras y allí están todos.

—Cenaremos en la playa —avisa Dominick y asentimos.

Caminamos hasta llegar a la playa, no está lejos de la cabaña donde nos estamos quedando. Cuando llegamos quedo atónita y los demás también.

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