My Last Sigh romance Capítulo 48

Hoy tenemos una cita con la ginecóloga. Si los bebés no muestran sexo, ya toca que sea sorpresa y yo odio las sorpresas. Así que, por favor, mis niños, déjense ver para que mami y papi sepan su sexo.

Me preparo para la ecografía, me recuesto en la camilla y dejo mi vientre al descubierto. La doctora comienza a mover el transductor por mi vientre; sonríe.

—Hay buenas noticias, ya se dejaron ver —dice y Eze y yo suspiramos de alivio.

¡Son muy obedientes! Por eso los amo tanto.

—¿Qué van a ser, doctora? —pregunta Ezequiel.

—Niño y niña —dice y frunzo el ceño.

—¿No se supone que son gemelos? —pregunto curiosa.

—No, los gemelos siempre tienen el mismo sexo y se encuentran en la misma bolsa, pero sus hijos se desarrollaron en bolsas distintas. Sin embargo, existía la duda del sexo, porque podían ser ambos niños o niñas —me explica y asiento.

—Serán, Jacob y Romina —digo sonriendo y Ezequiel besa mis labios.

—Y serán los niños más hermosos y amados en el mundo —derramo una lágrima de felicidad.

Todavía no puedo creer todo esto. Nunca pensé que llegaría a ser madre o a casarme y todos esos anhelos se están realizando. Por un lado, estoy feliz y por el otro tengo miedo, porque no es muy común que todo siempre salga bien.

***

Apenas supimos el sexo de los bebés le dije a Ezequiel que teníamos que amueblar su habitación, era la única que faltaba, pero mi esposo quiere que primero pasemos por el consultorio donde trabaja Alejandro, para que me revise. No tuve más remedio que aceptar.

Llegamos y Alejandro nos saluda, afortunadamente no tenía más pacientes el día de hoy. Comienza a revisarme y me hacen unos estudios; entre ellos una tomografía, acepté que me la hicieran, porque dijo que no era peligrosa para mis hijos.

Todo el proceso duró como tres horas, incluida la entrega de los resultados. Una parte de mí tiene miedo de saber cómo me encuentro.

—¿Cómo estoy? —pregunto, él hace una mueca.

—No tengo buenas noticias —Ezequiel y yo lo miramos con miedo.

—¿Qué sucede, doctor? —pregunta mi esposo.

—El tumor avanzó, ya es mucho más grande, podría decir que lo tienes casi en toda la mitad de tu cerebro. Por eso es que te sientes como me dijiste —nos informa.

De mis ojos sale una lágrima y Ezequiel toma mi mano. Un nudo se instala en mi garganta y se me dificulta respirar.

—¿No se puede hacer nada para revertirlo? —pregunta Eze, Alejandro niega.

—Gracias —digo sonriendo y ella hace un leve asentimiento con la cabeza.

—Provecho —hace amago de irse y la detengo.

—Voy a tratar de dormir, pero antes de hacerlo necesito que me hagas un favor, Minerva —ella me mira expectante.

—Dígame, señora —dice y yo ruedo los ojos.

—¿Qué dije con respecto a lo de "señora"? —ella se ríe.

—¿En qué te puedo ayudar, Claire? —pregunta y yo sonrío.

—Mucho mejor —vuelve a reír—. Necesito que me consigas una cámara de vídeo o algo donde yo pueda grabar y la información dure. Es muy importante, la quiero lo antes posible, por favor —ella asiente.

—Lo antes posible la tendrá. Ahora coma y descanse, se nota que lo necesita — dice mientras sale del cuarto y yo suspiro.

Esa cámara servirá mucho y será algo bueno para mis niños si las cosas llegan a salir mal.

Esperemos que no sea necesaria.

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