Cuatro horas después, terminamos la decoración de la habitación. Marina nos ayudó mucho.
—Quedó divina —dice sonriendo y yo asiento.
El cuarto lo pintamos de amarillo con beige. En el centro pusimos las cunas juntas, son dos en una; para que los niños estén siempre juntos, desde el vientre de mamá; en el centro de las dos camas pusimos un móvil musical. También agregamos un mini armario con unas cuantas prendas. El tocador, un cunero para cambiarles el pañal, un tapete debajo de las cunas y regamos juguetes aleatoriamente en el cuarto. Además, escribimos los nombres de nuestros mellizos, Romina y Jacob.
—Preciosa —digo y ellos asienten.
Hacer todo eso me dejó exhausta, caminamos todos a la planta baja y le pregunto a mi amiga:
—¿Almorzarás con nosotros? —ella niega.
—No, ya quedé con tu hermano —responde y yo asiento.
—Provecho —le guiño un ojo y ella se ríe.
—Nos vemos pronto —se despide, mientras besa mi mejilla.
—Dalo por hecho —sonrío.
Almuerzo con Ezequiel y luego él se va por cosas del trabajo. Yo comienzo a marearme y a sentirme mal, todo me da vueltas, literal. En estos momentos tengo dolor de cabeza y siento que me va a estallar.
—¡Minerva! —grito como puedo y cierro los ojos.
Sean felices, viajen, experimenten, gocen su vida sin importar las opiniones de los demás; véanle el lado positivo a las cosas siempre, porque nada ganamos con enojarnos. Nunca se queden con las ganas de hacer algo y no importa si se equivocan, porque ese es uno de los pasos para llegar al éxito. Enamórense y sean felices con esa persona, como yo lo fui con su padre; el amor de vida. Por favor, nunca lo dejen solo; puede que se convierta en un viejito cascarrabias, pero es buena persona y me hizo muy feliz —me rio lágrimas en los ojos.
Mi amor, te amo, gracias por enseñarme qué es el amor y por cada momento que estuviste conmigo. Llegaste a mi vida para cambiarla por completo y me diste la luz que necesitaba en esos momentos, fuiste un pilar muy importante en mi vida. Sé que eres y seguirás siendo el mejor padre del mundo, de eso no tengo duda. Cuídalos y protégelos siempre. Los amo, a los tres. Los amaré siempre, mi último suspiro no será impedimento para que sigan en mi corazón, a pesar de todo —lanzo un beso hacia la cámara y como puedo sonrío.
Miro a minerva y tiene lágrimas en los ojos, le hago una seña y corta la grabación.
Cierro los ojos y el dolor de cabeza que tenía se me intensifica. Siento que mi cuerpo se estremece y soy incapaz de controlarlo, la saliva sale de mi boca y corre por mi clavícula. Los gritos de Minerva se escuchan como ecos. Cuando mi cuerpo deja de moverse violentamente quedo inconsciente.
No ahora, por favor.
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