My Last Sigh romance Capítulo 5

Llegamos a la discoteca y está completamente llena, mostramos nuestras identificaciones y entramos. Nos sentamos en una mesa alejada de la pista de baile. Ahora mismo está sonando una electrónica, Marina e Isaac no pierden el tiempo y se van a bailar juntos, yo por mi parte me voy a la barra y pido un whisky doble. Necesito algo fuerte.

—¿Ahogando penas en el alcohol? —escucho decir a mi lado.

Ni siquiera miro a la persona perteneciente de esa voz por estar tomándome el whisky.

—Algo así, y tú ¿pasando el rato?

El barman me da otro whisky doble y me lo tomo de un solo trago, haciendo que el líquido queme mi garganta.

—Celebro el cumpleaños de un amigo.

Me ofrece un vaso con liquido trasparente y sin saber que es lo tomo, se siente más suave que el whisky. Digamos que no estoy pensando claramente en este momento, porque en mis cinco sentidos no le recibiría nada a un extraño.

—Oh —pido otro y vuelvo a tomarlo de un solo trago.

El alcohol parece haber surgido efecto. Miro al muchacho a mi lado y al parecer es mayor que yo.

—¿Bailas? —pregunta mientras me ofrece su mano y yo la acepto.

Nos vamos a la pista de baile y suena una canción movida, comienzo a moverme de acuerdo al ritmo de la música y este me sigue; así bailamos como dos canciones más. Es muy chistoso o no sé si son los efectos del alcohol, pero me hace reír mucho. Ponen una canción lenta y antes de seguir bailando tomo una copa de aguardiente, para ir de vuelta a la pista y él me pega a su cuerpo. Quedamos cerca el uno del otro, puedo sentir su aliento a menta con alcohol y me da un escalofrío.

—Soy Ezequiel, mis amigos me dicen Eze —dice y nos miramos a los ojos.

—Claire —respondo y lo veo detalladamente por primera vez en toda la noche.

Es hermoso, tiene unos ojos de color turquesa, se puede apreciar un amague de barba, su cabello es corto y castaño-rojizo, tiene una sonrisa perfecta, con unos hoyuelos adornando sus mejillas, se percata que lo estoy escudriñando con la mirada y él hace lo mismo, yo me sonrojo.

—Eres hermosa, Claire, incluso más que eso. Me encanta el color de tus ojos, es como algo único, una belleza única y eso me gusta —dice y siento un cosquilleo en mi estómago.

Poco a poco nuestros labios se juntan y siento una corriente por todo mi cuerpo, es el mejor beso que he recibido en mis 20 años de vida. Su lengua roza con la mía y el beso se profundiza, nos separamos por falta de aire y me rio. Volvemos a la barra y seguimos tomando, me siento muy mareada y veo todo borroso. Me ofrece ir a bailar de nuevo y yo acepto, llegamos a la pista otra vez y siento que no puedo con mi cuerpo.

—Creo que las copas te afectaron, preciosa, ¿estás bien? —es lo último que escucho antes que todo se vuelva negro.

* * *

Abro los ojos, pero la luz me ciega, vuelvo a cerrarlos por unos segundos. El dolor de cabeza de los mil demonios ataca de nuevo, todo me duele y necesito agua. Mucha agua.

Abro los ojos nuevamente y todo me da vueltas, me siento en la cama y me doy cuenta que no estoy en mi cuarto. Al lado mío hay un hombre acostado y pienso lo peor, suelto un grito y este se cae al suelo por el susto.

—¿Qué pasó? —pregunta alarmado mientras se la levanta rápidamente y un poco asustado.

Lo miro con incredulidad y con algo de miedo.

—Eso mismo me pregunto yo, ¿quién eres tú? —pregunto y miro la cama.

Más bien mi cuerpo, al percatarme que tengo la ropa de anoche me tranquilizo un poco.

—¿No recuerdas nada? —pregunta con curiosidad y yo niego.

—Explícame, no es muy bonito despertarme en una cama que no es la mía, en una casa extraña y con un completo desconocido. ¿Cómo voy a saber que no me secuestraste? ¿Quién eres? —me levanto de la cama y entro en pánico.

Y de pronto recuerdo que tengo familia, deben estar buscándome. Maldición.

—Oye, tranquila —dice.

Al girarme mis pies se enredan con unas sábanas tiradas en el piso de la habitación y me caigo llevándome al chico conmigo, caemos al piso, yo encima de él.

Tenerlo cerca me gusta, me produce seguridad y un cosquilleo en mi estómago, pero no lo conozco así que me pongo de pie rápidamente. Que vergüenza.

—Habla o llamo a la policía —él rueda los ojos.

¿Cómo se atreve? Qué grosero.

Siento que las punzadas en mi cabeza se vuelven cada vez más fuertes.

—Te explicaré todo, pero cálmate, ¿si? —asiento y se sienta en la cama.

Yo por mi parte me siento en una silla de escritorio, frente a él.

Comienza a relatarme todo lo que pasó anoche y no lo puedo creer, mientras me va explicando pequeños recuerdos llegan a mi mente. Besé a un completo extraño.

Oh, Claire, que rayos te sucede. Apuntaré en mi lista mental no volver a pasarme con el alcohol. Es más, mejor lo cambio a no beber más alcohol en mi vida.

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