El taxi me deja en mi casa y le pago el recorrido.
Abro la puerta de mi casa y están todos en la sala con semblante de preocupación esperándome, al percatarse de mi llegada Marina corre a abrazarme.
—Idiota, nos asustaste mucho —me reprocha y yo correspondo a su abrazo.
—Marina tiene razón Claire, desapareciste de un momento a otro —dice Isaac y me separo de Marina.
—No más alcohol para ti, jovencita, ¿dónde estabas? —reprende Hazel.
— ¿Y mis padres? — hablo por primera vez desde que llegué.
—Piensan que te quedaste en casa de Marina y a ella la mantuvimos escondida, ahora mi mamá está haciendo las compras de la casa. Pero no evadas mi pregunta, Claire —se cruza de brazos.
—No la estoy evadiendo, Hazel —me siento en el mueble, ellos me siguen y también se sientan.
—Bueno, contesta —me presiona Isaac y suspiro.
—Pues ayer bebí demasiado y los perdí de vista, entonces me puse a beber con un chico y luego bailamos hasta que me desmayé —Marina me interrumpe.
—¿Estás bien? —pregunta preocupada y yo asiento.
—De ahí no sé qué más pasó, solo sé que desperté en una casa y en una cama que no eran las mías —respondo tímida y ahora me interrumpe Isaac.
—¿Qué te hizo ese hombre? —pregunta totalmente serio y yo ruedo los ojos.
Las chicas tienen cara de espanto.
—Nada, tenía mi ropa gracias a Dios. Me explicó lo sucedido y después me vine para acá en taxi —todos sueltan el aire contenido al mismo tiempo y eso me hace gracia.
Hazel me abraza.
—Me asustaste mucho, eres mi pequeña hermanita, me moría si no te encontraba — correspondo su abrazo e Isaac se nos une.
Nos separamos.
—Nada de alcohol para ti, está completamente prohibido —reprende Isaac y hago como militar.
—Como digas, papá —le guiño un ojo, él sonríe y lo vuelvo a abrazar.
—¿Qué si es lindo? Dios… Es hermoso y caballeroso —digo y recuerdo el beso que nos dimos.
—Te llegó el amor, amiga —dice con ilusión.
Me encojo de hombros. Irónicamente ella parece estar más emocionada que yo.
—No me voy a ilusionar, lo más probable es que no pase nada y si pasa lo más probable es que nuestro futuro no sea muy esclarecedor —digo un poco triste—. Además, no he dicho que me guste.
Marina rueda los ojos.
—Si están destinados a estar juntos, no lo vas a cambiar Claire, además creo que le gustaste, sino te hubiera dejado allí o peor aún, violado —me encojo de hombros.
No me lo imagino para nada y cambiamos de tema.
Hablamos sobre la universidad, estamos casi a mitad de año y debemos entregar un trabajo antes de salir de vacaciones. Aún no sé qué haré, pero al parecer mi amiga sí. Dice que será una sorpresa y no me quiere decir que es, dejo de insistir y a los pocos minutos ella se va a su casa dejándome sola con mis pensamientos. Me pongo a pensar en qué puedo hacer y no se me ocurre nada aún, estoy corta de inspiración.
Pero no pienso tanto lo del trabajo porque a mi mente solo viene una persona, Ezequiel.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: My Last Sigh