Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 15

Su amiga se cruza de brazos mirándola con expresión divertida. Nuevamente el corazón de Zoé da un respingo, latía tan fuerte que pensó que su amiga podría escuchar como retumbaba su pecho.

—¡No digas tonterías! Se da vuelta para entrar en la habitación.

—¿Te incomoda? ¿No es así? Por eso te has puesto como un papel cuando se largó y no quiso llevarte a casa.

—Su hermano fue quien se ofreció, no él.

Zoé se quita la ropa quedando en ropa interior ante su amiga.

—Pero a que si te hizo sentir mal por los que hizo. Pensabas que él te llevaría.

—¡No! Dijo seca.

Se quitó la ropa interior para envolver su cuerpo en una toalla. Se metió en el baño e hizo amago de cerrar la puerta, pero la morena no iba a dejar de insistir con el maldito tema.

—Mientes, sabes que puedo cacharte una mentira a kilómetros.

—¡Estás loca! Zoé se metió en la ducha cerrando la cortina.

—¿Porque no lo asumes?

—¿Será que puedo bañarme en paz?

—Dime.

—Maya, ¡Por dios! Para el carro… no me gusta ese tío ok. Déjalo ya.

—Eres insufrible ¡Ash!

La morena abandona el baño, y es cuando Zoé respira con calma… a veces podría llegar a ser insoportable.

[...]

Adrien entraba en el apartamento de Jean, yéndose directo hasta el mini bar donde seguramente estaba su hermano.

—¡Haz tardado mucho!

—No iba a conducir como tú Jean, yo si aprecio mi vida. Le dijo sirviéndose un trago.

—¿Qué piensas hacer mañana?

—Tengo una cita con Maya.

—Ya no hace falta que la entretengas más.

—No lo hago por ti, lo hago por qué quiero.

—¡Ya veo! ¿Debo preocuparme?

—Quien sabe…

Le dice sentándose a su lado… movió el líquido de su copa pensando.

—¿Porque te has portado así esta noche? Le pregunta el menor curioso.

—¿Como más me iba a portar?

—Trataste de la patada a esa chica, ¿Porque? No te recuerdo ser una porquería con una mujer en apuros.

—No lo sé. Suspira recostando la cabeza del sofá. —No lo sé. Cierra los ojos.

—Creo que estamos en un lío hermano.

[...]

Su cuerpo exudaba sudor, toda su piel brillaba por la subida de temperatura de la habitación. Unos cuantos grados se le sumaron a su temperatura normal llevándola a poner muy caliente.

El francés penetraba su cuerpo una y otra vez… haciéndola gemir y gritar con cada embestida. Tomaba sus senos con las manos mientras que ella lo cabalgaba. Luego la castaña sintió los labios en la piel de su cuello, el probaba lo salado de su cuerpo.

Lamía la desnudes de esta… mientras gemía sobre ella.

—¡Oh, Zoé! Se mía… se mía.

—Siiiii… ¡Oh, sí! Gritó está alcanzando el orgasmo.

Entonces justo en ese momento la chica despertó y se sienta de golpe en la cama, algunas gotas de sudor corrían por el medio de sus senos mientras que su pecho se comprimía. Entre sus piernas corría algo húmedo, que ignoro lo que era.

Y esa sensación en la parte de su vientre bajo era incómoda y tan nueva para ella… ¡Maldición! Qué sueño se dijo ella.

Acaricio su cuello cerrando los ojos, parecía tan real… esa sensación en su cuello aún la sentía.

—¿Pesadilla? La voz de maya la saco de sus pensamientos eróticos.

—¿A dónde vas? Le pregunta al verla bien arreglada. —¿O ya es hora de ir a trabajar? O…

[...]

Jean Pierre, entrenaba en el gimnasio esa mañana… y en vez de concentrarse en lo que estaba haciendo, su mente no paraba de pensar en ella… ¿Porque carajos seguía pensando en Zoé? Si ya había tomado la decisión de no volver a verla.

Soltó las pesas con molestia, ahora resulta que la chica parecía una piedra en su maldito zapato. Se puso en pie, buscando otro ejercicio para realizar. Lo mejor que podía hacer para sacársela de la cabeza era salir con otra tía.

O quizás… solo deba follarse a Zoé y terminar con eso de una vez por todas...

Sentada en el sofá comiendo una manzana Zoé leía una revista, hojeaba hoja tras hoja… hacía dos horas que su amiga se había ido. Pero entonces, algunos golpes azotaron la puerta. Zoé no le dio importancia, ya que sabía que Maya tenía las llaves. Ella no pensaba salir a ningún lado ese día.

Pero los golpes seguían… y ella no entendía porque carajos no entraba de una vez. Enfurruñada se levantó y con la manzana en la boca y la revista en la otra mano abrió la puerta.

La fruta rodó por el suelo, y la revista tuvo el mismo destino… Jean se encontraba parado frente de su apartamento, pareciendo mucho mas sensual que antes. La chica se dijo que ese tío la mataría de los nervios un día de esos.

—Hola.

—¿Qué haces aquí? Fue lo primero que se le ocurrió.

—¿Puedo pasar?

—S-sí. Se hace a un lado.

Al cerrar la puerta se fija que el francés le hace una inspección de abajo hacia arriba. Y sus mejillas volvieron a encenderse. El maldito camisón transparente. No se lo había quitado. ¡Maldita sea! Mascullo para sus adentros.

Rápidamente ella hace amago de meterse en la habitación. Pero Jean fue más rápido y la interceptó antes de que huyera. Firmemente la sujeto por las caderas reteniéndola contra su cuerpo.

—Me gustas más así.

Ella abrió los ojos como platos, seguido de eso el francés, la beso con hambre. En ese instante las piernas de Zoé flaquearon, teniendo que sostenerse de los hombros del rubio para no caerse.

Jean saboreaba a Zoé que sabía a manzana verde. Era como probar un manjar, un dulce fino y exquisito. Desde la primera vez que la beso ella le produjo ese aire de exclusividad, de inocencia, de pureza. Quizás todo el mundo dijera (haz perdido la razón) pero era así. Sin comprender el porqué, deseaba seguir viéndola.

Y era por eso, que al salir de los entrenamientos condujo hasta su casa. Sabía que estaba sola, sintiéndose más impulsado de ir a verla. Pero jamás contó con que ella lo iba a recibir con aquel camisón que ya comenzaba a ser su preferido.

Todo su cuerpo se podía apreciar con claridad. Impulsado por las enormes ganas Jean llevo una de sus manos por debajo de la tela, coronándole el culo a lo que ella gimió. El rubio la tomo por ambas nalgas para cargársela encima, condujo sus pasos hasta la habitación.

Pensó que al fin terminaría con aquella agonía en la que se encontraba metido, lo único que necesitaba era follarsela y se acabaría todo. No la volvería a buscar, ni siquiera pisaría el club.

Ambos se tumbaron en la cama, Jean acomodándose entre el medio de sus piernas sintiendo como encajaba perfectamente. Tomo la pierna de ella subiéndola un poco, el beso se hacía más intenso mientras que el francés se frotaba sobre ella.

Zoé gemía sin parar, el cosquilleo que crecía en su vientre la estaba volviendo loca. Aquello parecía el sueño que había tenido con Jean, sus besos, las caricias, la manera como la tocaba. Todo, todo era exactamente igual. Y por más que la razón le pidiera que se detuviera, no podía hacerlo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ni tan Señora (COMPLETO)