Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 16

Ya no tenía control de su cuerpo, Jean marcaba el ritmo y ella solo quería dejarse llevar por él. La sensación era indescriptible.

Poco a poco el hábil francés fue subiendo el camisón, hasta sentir la piel desnuda de su vientre. Solo las bragas eran lo único que le impedía sentirla completamente. Deslizo una mano por debajo de la tela de las pantys sintiendo la piel de su vagina.

Zoé se tensó bajo sus labios, estaba a la expectativa de ser tocada. Éste bajo un poco más los dedos hasta sentir el pequeño botón que se escondía entre los pliegues de su vagina. Ya estaba húmeda, el dedo se deslizaba con facilidad dándole la facilidad de masturbarla mejor.

Ella separó los labios de su boca para poder gemir y respirar al mismo tiempo. Osadamente, Jean introdujo este dedo por la cavidad de su sexo. Encontrando el interior mucho más húmedo y tibio. Metía y sacaba el dedo lentamente, aprobando que ya estaba lista para recibirlo.

Hizo a un lado las bragas, seguido fue bajando poco a poco el mono deportivo que llevaba puesto… al sacar su pene, Jean sintió la mirada de Zoé sobre él.

Ella abrió los ojos, de una manera como si jamás en su vida hubiera visto un pene. Éste sonríe, se acerca a sus labios para besarla. Y con la guía de la mano condujo su pito hasta la vagina de Zoé...estando la punta en la entrada de ella el maldito móvil de Jean comienza a sonar.

El prefirió ignorarlo y seguir con el acto. Afincando más su cuerpo al de Zoé.

—¡Espera! Ella lo detiene y este maldice. —No, no puedo.

—¿Porque no? Ya vamos muy lejos para detenernos Zoé, déjame hacerte mía. Besa sus labios.

—Tu móvil, deberías atender.

—¡Eso no me importa! Esto sí.

—¡No! Dice segura.

Jean exclama una retahíla de juramentos… mataría al desgraciado que estaba interrumpiéndolo. Sin más remedio, se separó de Zoé. Poniéndose en pie así mismo sin nada de ropa de la cintura para abajo.

—¡Diga! Frunce el ceño sabiendo que su padre era un maldito.

Zoé ve como Jean se pica el puente de los ojos…Ella baja el camisón para luego ponerse en pie. Busca unos pantalones de pijama, rápidamente se los pone.

La castaña no paraba de ver aquel trasero, tan firme. Y esas piernas, ¡Joder! Zoé estaba babeando.

—Si, como quieras. Dice Jean colgando para darse la vuelta. —¿Qué haces? Le pregunta al verla más vestida que una monja.

—¡Debes irte! Ella le dice avergonzada.

—Zoé, ¿No estás hablando en serio? El ceño de su frente cada vez era más notorio.

—Muy en serio.

El francés aprieta la mandíbula lleno de frustración… otra interrupción que arruinó sus planes. ¿Acaso no estaba destinado a follar con esa mujer? Siempre pasaba algo.

—Puedes cubrirte con algo por favor. El, nota que Zoé estaba sonrojada, mientras se decía como si no viera muchos de esos a diario.

Tomo su ropa para vestirse, ella ni siquiera lo miro solo salió de la habitación. Parecía avergonzada, ¡Qué ridículo! Al salir la encontró sentada en el sofá.

—No comprendo cuál es el problema de que tengamos sexo Zoé… es algo muy normal. Ambos lo practicamos con mucha frecuencia.

—¡Jean! Podrías irte.

—¿Porque no me aceptas a mí? ¿Qué necesito tener para que me dejes entrar en tu cama? Acaso el dinero que te di no fue suficiente, porque si no yo puedo…

Pero Zoé ya se estaba poniendo en pie hecha una furia. La castaña lo enfoco con sus penetrantes ojos casi llenos de lágrimas. Pensando que nadie en su vida la había hecho sentir tan miserable y poca cosa como lo estaba haciendo ese francés.

Ni el maldito de Charlie que intento violarla. Pero Jean, era tan prepotente y ególatra… un maldito Playboy que creía que porque tenía mucho poder podría comprar y obtener lo que le diera la gana. Pero distaba mucho de eso con ella...

—¡CALLATE! ésta le grita ofuscada.

Zoé toma su bolso sacando el dinero que éste le había dado. Por la rabia se vio impulsada a empujarlo hasta la puerta, una vez que estuvo afuera de su casa le lanza el dinero en la cara.

—No necesito tu maldito dinero… no necesito un hombre en mi cama… no te necesito Jean Pierre Dubois. No pretendas venir a mi casa a humillarme comprándome con tu asqueroso dinero. ¡No te quiero volver a ver!

Ésta cierra la puerta de un azote, mientras que recuesta la frente de la puerta empezando a llorar en silencio.

Jean tenía la facilidad de herirla tanto, que Zoé terminaba por colapsar. Definitivamente ya no quería volver a verlo. Pero entonces… ¿Porque carajos se sentía tan mal?

El francés suspira, y se queda allí mirando la puerta que le cerraron en las narices. Miro el dinero tirado en el suelo, estaba sorprendido… ella no había gastado ni un centavo de él. Volvió a levantar la mirada, Zoé no parecía ser lo que era ante todos.

Resignado, se dio la vuelta y se marchó…

[...]

Adrien dejo a Maya en la puerta del apartamento. La chica le sonrió al rubio y este la beso en los labios, la cita había ido bien entre los dos. Y ahora eran más íntimos que antes.

—Debo entrar, en un rato tenemos que ir a trabajar.

—Bueno. Le responde este con expresión de disgusto.

—Entonces hasta más tarde.

—¡Seguro!

La chica entra y el rubio se marcha, saca su móvil y realiza una llamada.

—¡Zoé! Niña, ¿Dónde estás?

—¡Esa chica! Dice sirviéndose un trago.

—¿Zoé?

—Si. Responde después de beber un sorbo. —Ella, me rechaza.

—¿Y qué pasa? Lo ha hecho desde el primer día.

Eso era verdad, pero lo seguía haciendo muy a pesar de que cedía a sus besos, a sus caricias, a todo de él… menos a su dinero.

—Me devolvió el dinero que le deje aquella noche.

—¡¿Qué?! Adrien se colocó a su lado.

—Me lo devolvió completo, no se gastó nada.

—Eso sí que no me lo esperaba. Responde asombrado.

—¡Ni yo!

—Entonces, ¿No irás al club?

—No. Ya no la volveré a ver.

Se aleja del mini bar para caminar hasta su habitación. Adrien golpea la mesa con las yemas de los dedos.

—Saldré con esa pelirroja, y fin del tema… si ella no quiere acostarse conmigo, hay muchas que sí. Y no tendría que gastar tanta energía para convencerlas. Le gritó su hermano.

Adrien niega y sonríe… pensado que Zoé era la única chica que le hacía gastar energía, la chica tenía algo especial para hacerle perder el tiempo a un Dubois.

—Bueno yo si iré, si te animas ya sabes dónde me puedes encontrar.

—¡No me esperes Adrien!

Jean escucho como su hermano cerraba la puerta. Tomo un camisa azul marino y empezó a vestirse. Lo mejor era que se olvidará de esa stripper.

[...]

El club estaba a reventar, las chicas andaban de un lado para otro… sirviendo tragos, otras atendiendo clientes molestos, muchas se iban con clientes. Y Maya,bueno ella hacia su show de esa noche, mientras que Zoé atendía mesas. Sintiendo un enorme vacío en su interior…

Porque Jean no estaba en la mesa en la que solía estar.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ni tan Señora (COMPLETO)