-¿Porque crees que se haya desmayado? La verdadera razón, no la que nos contó la amiga. Pregunta Jean a su hermano.
—¿Porque dudar? Ya vez lo que les paso. Las echaron a la calle. Si no tenían para pagar alquiler, mucho menos para comer bien. Además, no has visto sus rostros. Están mal, las dos.
—Sí, puede que tengas razón… o quizás están metidas en otra cosa, se gastan el dinero en otra cosa.
—¡Jean! Su hermano se pone en pie. —Si vas a dudar de ella, entonces olvídate de ese trato que quieres hacer. No funcionará lo de ustedes dos.
—Por supuesto que lo haré. No me echare para atrás con esto del matrimonio.
—Entonces no le des vuelta al asunto, ellas no necesitan más problemas. Yo sí creo que están mal económicamente.
El francés se toma el último trago de su vaso, cuando escuchan la puerta abrirse. Era Maya con la charola vacía en las manos.
—¡Está mejor! Solo necesita dormir, bueno creo que todos. Ya es muy tarde. Les informa a los hombres parados en medio de la sala.
—Si. Si… duerman, Adrien y yo… eh, nos quedaremos un poco más por si se les ofrece algo a ustedes.
—¡Muchas gracias! Le sonríe la morena, pero viendo a Adrien. —Descansen.
—Buenas noches Maya. Le dice el rubio menor.
La puerta se cerró y ellos volvieron a sentarse en el sofá…
—¡Estamos en un lío! Dice Jean.
—En efecto.
A la mañana siguiente, Zoé ya estaba despierta desde hace mucho rato. Maya dormía como tronco a su lado, aunque no tan juntas ya que la cama era enorme.
El sol medio se colaba por la ventana. Aunque debería de estar durmiendo ya no podía más. Y prefirió ponerse en pie sin despertar a su amiga.
Con cuidado salió al corredor vacío. Llegó hasta la cocina y no había nadie. Un par de sacos reposaban en un sofá. Pero del resto, parecía que estaban solas en aquel apartamento.
—¡Buenos días!
La castaña da un respingo al escuchar la voz de Jean a sus espaldas. Encontrándolo solamente en bóxer. Sin poder evitarlo admiro aquellos músculos de los brazos, más bien parecían troncos.
—¿Qué haces fuera de la cama? Pregunto el cruzado de brazos.
—No podía dormir más.
—Zoé, necesitamos hablar de un asunto mucho muy importante.
—¿De verdad? Pregunto con dudas. - ¿En esas fechas? Lo señala de abajo hacia arriba. —Mi amiga está aquí también, ¿No tienes vergüenza?
—De ella, quizás un poco. De ti, en lo absoluto.
—¡Dios mío! Se da la vuelta. – No puedo creer que digas una cosa así, te recuerdo que somos tus invitadas.
—Vale, vale… me cambiare si eso te hace feliz.
Unos minutos después Jean regresaba a la cocina donde se encontraba Zoé sentada tomando zumo de naranja. Al verlo entrar se pone en pie, como si estuviera nerviosa por algo.
-¿De qué quieres habla conmigo?
-Siéntate.
-Prefiero quedarme de pie.
-Quiero que hagamos un trato, Zoé.
-¿Un trato? Repite la pregunta. -¿Qué clase de trato? Frunce el ceño.
-Quiero que seas mi esposa.
Esa vez Zoé hizo caso a la sugerencia de Jean, después de esa noticia la chica se sentó sin apartar la vista del rubio ante ella. Llegándose a preguntar, ¿había escuchado bien?
Como podía ser que ese hombre poderoso y millonario quería que una stripper que no tenía ni un centavo en los bolsillos se casara con él. Definitivamente aquello debía ser un juego por parte del francés.
-¿Estas de broma? Acaso has perdido la razón, o esto es un juego tuyo en conjunto con tu hermano.
-Zoé, no he hablado más en serio en toda mi vida como lo estoy haciendo esta mañana.
-¿Y que es todo esto? No me digas que te has enamorado de mí, porque créeme que no te lo voy a creer.
-¿Enamorado? Le dice con una sonrisa burlona en los labios. –Claro que no, Zoé. No seas ridícula.
Al escuchar como la ofendía esta se pone en pie furiosa, sus mejillas se pusieron rojas. Es que ese hombre tenía esa facilidad para hacerla enojar.
-Si vas a estar ofendiéndome aun estando de casado, olvídalo. Mi respuesta es no, no pienso casarme con un idiota que se cree con derechos para ofenderme. Esta se cruza de brazos.
-¿Qué hay del sexo?
Jean pareció no comprender lo que ella estaba preguntando. Era una pregunta bastante fácil de comprender y de responder. Así que la castaña aguardo una respuesta, todo dependía de esa respuesta.
-¿Qué quieres decir?
-Asumo que, como no será un matrimonio de verdad no es necesario que intimemos.
-¡Estás loca! Exclama frunciendo el ceño.
-Para nada… se aproxima a él. –No pretendo acostarme contigo, no es un matrimonio real.
-Zoé, nos casaremos de verdad. Debe haber sexo, no pretendas que estaré con una mujer en la misma cama a la que no podre tocar.
-Entonces mi respuesta es no, Jean Pierre Dubois.
El francés abrió los ojos como platos al escuchar su negativa definitiva… era absurdo lo que le estaba pidiendo. Como no acostarse con ella todas las noches, si era lo que más quería.
-Zoé, debes comprender algo…
-No me acostare contigo. Le interrumpe. –Ni mucho menos dormiremos en la misma cama. En la calle seré tan sumisa como quieras, pero detrás de esa puerta no lo seré. Me parece un trato justo.
-¡Zoé! Este se pica el puente de la nariz. –Lo que me pides es absurdo. No puedo acceder a tus mandatos. Prácticamente me estas pidiendo que no folle ni contigo, ni con ninguna otra mujer.
Bueno, eso no lo había pensado bien la castaña. Pero es que tampoco pensaba acostarse con el si se casaban. Si el no sentía ningún tipo de sentimientos por ella, porque debería entregarle su inocencia. Jean no se la merecía.
-Yo… permitiría que lo hicieras con otras mujeres. No me importa.
-¿Qué? Este frunce el ceño.
-Te daría mi consentimiento, no sería infidelidad. A fin de cuentas no es un matrimonio por amor como bien haz dicho.
-¿Dejaras que folle con otras mujeres?
-Si. Pero no bajo el mismo techo donde este yo. Es lo único que te voy a pedir.
Jean apretó la mandíbula con fuerza, esa petición no estaba en sus planes. De hecho ya se estaba saboreando la primera noche que iba a tener con ella… y le salía con esa jodida mierda. Soportar verla en casa todos los días sin poder tocarla. Pero, o aceptaba o se vería obligado a casarse con otra. Y el, la deseaba a ella.
¡Esta bien! Si eso es lo que quieres, así será Zoé.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ni tan Señora (COMPLETO)