Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 23

Maya limpiaba el último plato que había ensuciado, dejo la cocina impecable. A pesar de que Jean le había dicho que por las mañanas una señora llegaba hacer limpieza ella prefirió hacerlo. Ya tenía con ser una carga para su amiga y ese francés, como andar de vaga en la casa.

Estaba completamente sola, Adrien se había ido no más cuando Zoé se había ido con Jean. Por un momento pensó que se iba a quedar, pero no había sido así. Aunque fue muy lindo el haberle regalado toda esa ropa. Se sentía en deuda con él, pero que tanto el mismo se había ofrecido en comprarle todo.

De pronto la puerta del apartamento fue abierta, provocándole un susto de muerte a la morena. Al girarse se percató de la presencia del rubio.

-¡Dios! Me has dado un tremendo susto.

-Lo siento mucho.

-Tu hermano aun no llega.

-Eso ya lo sé… no he venido a verlo a él. Si no a ti.

El corazón de la morena estaba haciendo fiesta dentro de ella, como si le hubieran dado permiso para hacer tal cosa.

-¿A mí? Pregunto con descredito.

-¡Claro! Sonríe caminando hacia ella. –He venido a por algo muy importante.

-¿Qué cosa? Ingenua sin moverse del lugar.

Adrien se aproximó a ella seguido de eso, la tomo por las caderas para besar sus labios con pasión.

Ambos se fundieron en el beso que rápidamente paso a urgido y necesitado. Adrien levanto a Maya por la cintura terminándola por sentar en la isla de la cocina. Se metió entre sus piernas mientras lentamente introducía las manos por debajo de su blusa.

Adrien la escucho gemir en cuanto corono uno de sus senos por encima del brasier… sin pensarlo mucho soltó el broche liberándolos. Seguido de eso le subió la blusa para poder tener mejor acceso a ello.

En cuanto los tuvo ante el, se llevó uno a la boca… con las manos comenzó a soltar los botones de los vaqueros de ella. Y poco a poco se los fue bajando. El hizo lo propio con los suyos, y como un par de críos de preparatoria juntaron sus cuerpos en uno solo.

El rubio penetro a Maya en una única embestida, agradeciendo su estatura y que la isla de la cocina no fuera tan alta. Tenía a su chica justo donde la quería.

Entrando y saliendo de ella a toda prisa, como si no tuvieran tiempo de sobra…

-¡Adrien! Jadeaba ella aferrándose de sus hombros.

-¿Qué? Responde el jadeando igual que ella.

La morena lo beso en los labios y este se dejó. No tenían tiempo para hablar, no cuando Adrien aceleraba las embestidas. El rubio no tardó mucho en escuchar gemir con más fuerza a su chica, indicándole que estaba teniendo un orgasmo.

Estos pequeños quejidos de pasión lo impulsaron a correrse también, cuando sintió la sensación bajar retiro el pene de ella para echarlo en el vientre de Maya.

-Lo siento, se me han olvidado los preservativos. Sonríe con culpa.

-Está bien. La morena responde avergonzada.

-Ven a mi casa Maya, pasa la noche conmigo. Le pidió con voz ronca.

-Pero, y Zoé… no puedo… si la dejo… ¡Ahs! Me matara.

-Ella esta grande, sabrá cuidarse sola.

La morena se vestía, y el hacía lo mismo… y justo en ese momento entran un par de personajes a la casa en una batalla de palabras.

-No te quedare en casa de tu padre, ni por todo el dinero del mundo. Estás loco si piensas que voy aceptar.

-¡Lo harás! Te guste o no. Haz hecho un trato conmigo. Le grita el rubio.

-Que yo recuerde no he firmado un carajo contigo, así que no vengas a decirme nada.

Entonces la pareja se topó con Adrien y Maya en la cocina… y fue que pararon de gritar.

-¡Amiga! Dice son sorpresa.

-¿Todo bien? Pegunta la morena.

-No.

-¿Qué paso Jean? Pregunta Adrien.

-Papá, se ha puesto quisquilloso… ha pedido que Zoé se quede en su casa unos días. Quiere cerciorarse de que realmente nos gustamos y nos amamos.

-Te lo dije.

-Yo también se lo dije, y no pienso acceder a nada de eso.

-¿Y que más quieres? Ha dejado que tu amiga vaya con nosotros. Es mas no sé porque estamos discutiendo esto. Es ridículo, iremos y ya. Le daré una lección al viejo.

-Solo piensas en ti, ¿Qué hay de mí?

Jean se pica el puente de la nariz, estaba harto de aquella discusión. Primero su papá y ahora Zoé… ¡a la mierda!

-Zoé, ya he tomado una decisión… iremos por la mañana a casa del viejo y fin del tema. Las dos preparen sus cosas.

-¡Jean! ¡Jean! Le dice al verlo marchar. –No puedes hacer las cosas a tu manera, yo también opino en esto. Le grita.

-Yo iré hablar con él. Dice Adrien, dedicándole una mirada a Maya.

Los hermanos se van hacia un pequeño despacho del apartamento, dejando a las amigas solas en la cocina.

-¡Maldición! Exclama molesta la castaña.

-Vamos a la habitación, allí me contaras todo lo que paso.

-Si.

Adrien entra en el despacho de su hermano encontrándolo sentado en el sofá con un trago en la mano. Este entro en silencio yéndose directo al mini bar para servirse un trago el también, ya que le habían arruinado sus planes de llevarse a esa morena a su cama por toda la noche.

-¡Descuida! Responde serio.

Cierra la puerta dejando a la castaña de pie en medio de la habitación…

Por la mañana las chicas se habían levantado muy temprano, para terminar de finiquitar los últimos detalles. Las chicas empacaron todo lo que habían comprado, dejando sus verdaderas prendas ropa.

Salieron de la recamara con las maletas, y en la cocina las esperaban los hermanos vestidos de traje de pies a cabeza. Tomaban café y conversaban.

-Estamos listas.

-Muy bien. Entonces vamos.

Unos minutos después los hermanos bajaban las maletas de las amigas llevándolas dentro de la casa donde los esperaba Antonie con una sonrisa en los labios.

-¡Oh! Aquí están… que bueno verte Zoé.

-Buenos días señor Dubois, ella es mi amiga Maya Weber.

-Bienvenida a mi casa señorita.

-Gracias señor Dubois.

-Pasen, pasen… Susana las llevara a su recamaras. Dejen sus cosas allí, el personal acomodara todo.

-Está bien. Dijeron al unísono.

Las chicas obedecieron, para seguir a la joven del servicio. Dejado a los hermanos con su padre en la parte de abajo.

-Ya veremos que tal es esta mujer que has elegido hijo.

-Padre, te pido que no te metas. He accedido a tus malditos caprichos. Pero quieras o no, me casare con ella.

-¿Cuándo será la boda?

-Dentro un mes.

-¡No! Será dentro de una semana.

-Por supuesto que no.

-Sera como yo digo.

-¡Bien! Responde con fastidio. –Si es lo que quieres, por mi está bien. El rubio sonríe.

-Debemos irnos ya, tenemos una reunión en una hora. Le dice Adrien.

- Los espero por la noche. Suelta el viejo parado en medio de la sala con una sonrisa en los labios.

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