Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 24

Susana conducía a las chicas hasta las habitaciones, abrió la primera puerta indicándole a Zoé que pasara.

-Esta será su habitación señorita.

-¡¿Solo la mía?!

-Si. La habitación de su amiga estará a su lado. Esta es la que compartirá con el joven Jean Pierre.

-¿Compartir? Pregunta atónita.

-Así lo ha hecho saber el señor Dubois, señorita.

-¡Dios! Exclama.

-Tranquila, voy a estar aquí contigo no pasa nada. La anima su amiga.

Después de acomodarse y refrescarse un poco las chicas bajaron a la planta de abajo, Antonie las había enviado a llamar. Así que Susana las llevo hasta la terraza donde las esperaba el señor Dubois listo para tomar el desayuno.

Las amigas un poco nerviosas se acercaron al viejo sentado en la mesa tomando un poco de sol, parecía tan elegante y tan refinado que enfundaba miedo.

-¡Ah! ya se han acomodado, me alegro. Vengan siéntense a mi lado. Ellas obedecen con un poco de nerviosismo. -¿Les agrado sus habitaciones?

-Si están muy bonitas, gracias.

-No hay de qué. Solo quiero que estén cómodas aquí durante su estadía.

-Es muy amable.

-No lo soy pequeña. Solo hago lo que me conviene.

Las chicas abren los ojos como platos al escuchar las palabras del señor… era demasiado directo para decir las cosas. No le importaba si hería o no a una persona.

-No pongan esas caras, parece que mi hijo no las ha puesto al tanto de todo sobre mi.

-¡Parece que no! Responde Zoé.

-Yo hago todo esto para saber qué tan verdadero es esta unión… no me tomaran por idiota, si mi hijo piensa que puede contratar a una mujer para ser de su esposa y luego obtener su herencia está muy equivocado.

-Eso no es así señor Dubois.

-Puedes ser muy buena actriz querida… solo yo me daré cuenta si de verdad estas enamorada de mi hijo. Y es por eso que están aquí, las prefiero tener muy cerca. Aunque no me agraden las visitas.

Zoé miro al que iba a ser su futuro suegro y pensó que lo mejor que debía hacer era salir corriendo de ese lugar, abandonarlo todo y desaparecer. En eso Susana llegaba empujando un carro de metal con platos sobre este.

-Muy bien, vamos a desayunar. Dice el viejo sonriendo.

El desayuno fue bastante incómodo para las chicas, ya que no se sentían cómodas al saber que no eran bien recibidas en aquella casa. Y a saber cuánto tiempo tendrían que permanecer allí.

-Espero que consigan algo agradable que hacer en sus días aquí. Dice el viejo poniéndose en pie después de desayunar. – Pueden hacer lo que gusten.

-Muchas gracias. Dice Zoé solo por cortesía.

En cuando Dubois padre se marchó las chicas al fin pudieron respirar, estar cerca de ese señor las hacia no poder respirar. Era una sensación extraña, como si respirar cerca de él, fuera un delito.

-¡Diablos! Es un demonio ese hombre. Has escuchado lo que nos ha dicho, nos odia. No nos quiere aquí. Suelta la morena.

-Es horrible, ya entiendo porque Jean no quiere dejarse con él. Imponerle una mujer debe ser tan humillante para él.

-Pero tampoco lo que está haciendo está muy bien, él te está comprando. Si este viejo se entera las cosas se pondrán muy feas.

-Ni que lo digas, es capaz de meterme presa.

-¡Deberíamos huir!

-Estás loca, si el viejo no nos persigue lo hará el hijo.

Mientras que Jean se encontraba en una reunión, en la que no estaba prestando nada de atención. Ya que sus pensamientos solo estaban enfocados en una sola cosa… o mejor dicho, en una persona.

Aun no sabía cómo iba a manejar el asunto entre él y Zoé, vivir en casa de su padre iba a ser un problema… estaba seguro que el viejo los iba acomodar en una sola habitación. Seguramente la castaña estaría pegando el grito al cielo.

Sonrió un poco, imaginando la expresión de ella al saber que dormirían juntos. En eso si se lo aplaudía al viejo. Al menos la tendría en la cama. El problema iba a ser que esta se dejara seducir.

-No ganas nada con seguir nerviosa, lo hecho esta… tendrás que dormir con él.

-No es tan fácil como se dice, no quiero dormir con él en la misma cama.

-Tampoco es tan malo, Jean esta como le da la gana. Relájate amiga, no creo que él te obligue a nada que tú no quieras.

Y era a eso lo que le temía la castaña… sabía que podía ceder a los encantos de ese francés playboy. No le era indiferente, y en cualquier momento que a él se ocurriera tocarla ella caería como mosca. ¡Maldición! Exclamo la castaña para sí.

En eso la puerta de su habitación fue abierta dejando pasar a Susana, Zoé dio un respingo al verla y la joven hizo lo mismo.

-Lo siento señorita, solo he venido para informarles que los jóvenes Dubois han llegado a casa. Y el señor Dubois las espera en el comedor.

-Sí, sí. Gracias Susana Responde la castaña tartamudeando.

Las amigas se miran a la cara, Zoé parecía un papel y su amiga solo guardaba en silencio una sonrisa cómica. Armadas de valor se dirigen hasta la planta de abajo.

Zoé al ver a Jean conversando con su hermano y su padre, siente que el corazón se le va a salir por la boca. Allí comenzaba la actuación, y más le valía hacer el maldito papel de su vida. Porque si no ese francés se lo iba hacer pagar.

Camino con pasos firmes hacia él, quien la miro de reojo para luego admirarla de pies a cabeza. Le dedico una tenue sonrisa lo que causo un cosquilleo extraño en el vientre de la castaña.

La joven se acercó a él, y sin decir una palabra planto un beso en los labios del que supuestamente era su prometido. De inmediato recibió respuesta del francés quien la envolvió con sus brazos.

Al separarse, este la mira con un brillo malicioso en la mirada…

-¡Que recibimiento! Así cualquier hombre con sangre en las venas se casa. Susurra muy cerca de sus labios.

-¡Solo actuó!

La sonrisa de Jean se redujo un poco, ella si sabía cómo bajarle el ánimo a un hombre…

-¡Vaya! Pero si mi nuera es toda una pillina… unas cuantas horas y ya extraña a su prometido, eso me gusta. Sumando puntos, sumando puntos chicos. Les dice el viejo.

Todos se sentaron en la mesa mientras servían la cena, no había el sepulcral silencio que solía haber en esa casa. Desde que las chicas llegaron la casa había tomado vida.

Jean creyó que era un poco más atrayente ahora con la presencia de Zoé y maya, no se veía tan mal la casa de su padre. Antes odiaba cenar con él, pero con Zoé a su lado era un poco más agradable. Y ya que ella sería su esposa con un contrato permanente, comer con su padre terminaría por ser algo que hiciera seguido.

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