Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 31

Expresando aquellas palabras termino por besar a su esposa en los labios, continuaba manteniéndola sujeta de las manos ya que no confiaba en ella. Pero pronto el francés sintió que ella en vez de alejarse de él, lo buscaba aún más. Introduciendo la lengua en su interior.

Aquel gesto lo puso más duro de lo que estaba. Inmediatamente aparto la sabana con que ella se había envuelto, para acomodar su pene en la entrada de su vagina. La escuchaba gemir con fuerza cada vez que el frotaba su miembro contra su vientre.

—Joder Zoe, me encanta estar así contigo.

—No… para… no quiero. Pedía entre jadeo.

—Si quieres.

Con la rodilla abrió las piernas de su esposa y en una embestida lenta se adentró en ella… ya estaba tan húmeda que no tuvo que esforzarse mucho para lubricarla. Estando completamente dentro de su interior, empezó a moverse despacio. Entrando y saliendo de su vagina con precisión.

Aun la mantenía sujeta de las muñecas, esa posición le gustaba mucho… le encantaba llevar el control de la situación, y ella parecía bastante sumisa en la cama. Definitivamente había escogido la mejor esposa.

Acelero las embestidas haciendo sonidos eróticos y vulgares con cada penetrada. Probo los labios de su esposa nuevamente llenándose de ella… ella no paraba de jadear contra su boca, cuando sintió que las paredes vaginales se contraían más de lo que ya estaba.

Afinco su cuerpo más hacia ella propinándole una mayor penetrada, lo que provoco un ronco y alargado gemido por parte de ella… disfrutaba del orgasmo que le estaba propinando. Y el también. Porque segundos después, Jean se corría dentro de ella moviendo las caderas de una manera sensual.

—¡Oh, joder! Gime sobre sus labios. –Zoe, bebé que buena estas. Le dice poniendo una expresión de placer en la cara.

Jean desploma su cuerpo sudoroso sobre su esposa, respiraba agitadamente intentando recobrar el aliento.

—Me gusta hacerte el amor. Suelta el rubio.

Pero ella no responde, permanecía con los ojos cerrados recobrando el aliento también… este se bajó de ella, colocándose detrás de ella para abrazarla por la cintura. Besa la curva de su hombro y ahueca el mentón en sobre el mismo.

—Creo que ahora si podemos dormir. Susurra contra su oído.

A la mañana siguiente los recién casados volvieron al apartamento desolado de Jean, Zoe se extrañó mucho de no encontrar a su amiga en él. Ella le había dicho que regresaría al siguiente día.

—Maya no está, quizás salió para algún lado. Le dice Jean dejando las maletas en la habitación.

—Es extraño.

—Seguramente esta con Adrien. Lo voy a llamar.

Unos minutos después, la morena entraba en compañía con el hermano de jean… las amigas al verse se abrazan yéndose directamente hasta la habitación. Los hermanos hicieron lo propio, pero estos tomaron el camino hasta el mini bar de Jean…

—¿Y bien? ¿Cómo te fue?

—Mejor de lo que pensaba. Sonríe este tendiéndole un vaso de whisky a su hermano menor.

—¿De verdad? Así que pudiste domar a la fiera.

—Nadie se me resiste hermano.

—Sí que eres todo un don juan. Niega divertido.

—Zoe me sorprende día con día… he elegido bien.

—¿No me digas que estas enamorando de ella?

—¡No! Por supuesto que no. Pero al menos será una esposa divertida, no me aburriré con ella.

—Pues me alegra que creas que te ira bien…

—¿Y tú que te traes con Maya?

—Nada.

Este dice poniéndose en pie, bebe el último trago encaminándose hasta la puerta…

—Ya me voy… estaré en mi casa.

—Como quieras.

[…]

—¡¿De verdad?! ¿Lo hicieron? ¿Ya no eres virgen?

—Shhh… a callar. ¡Qué escandalosa eres!

—Pero pensé que no querías hacerlo con el…

—Me sedujo, y luego no supe que hacer. Tuvimos una discusión, y luego terminamos desnudos en la cama. ¡Dios! Soy una idiota.

—Tranquila, solo fue una vez… no tendrás por qué volver a caer solo tienes que…

—Fueron dos veces. Le dice con vergüenza. —Me hizo el amor dos veces.

—Bueno… bueno… ¡joder! La morena se ríe a carcajadas.

—No te rías idiota.

—Disculpa, pero es que… eres muy tonta amiga, es obvio que ese hombre no te iba a dejar en paz solo con una vez. Y menos después de saber que eras una stripper virgen. Se vuelve a reír.

—¡Maldición!

Zoe tumba su cuerpo en la cama… estaba perdida, por lo poco que conocía a ese hombre sabía que no la iba a dejar en paz. Seguiría buscándola, y ella no tenía ni idea de cómo escabullirse de ese problema.

Más bien, todo su cuerpo le pedía a gritos que se dejara llevar por el…

—No lo sé… creo que solo, follan.

Esta le dijo seria para ponerse en pie y recoger los platos sucios… sabía que estaba bajo la atenta mirada del francés, en esos momentos odiaba a Adrien por llevarse a la única persona que hubiera podido usar para impedir que aquel rubio quisiera llevársela a la cama.

—Sabes que no es necesario que hagas nada de eso. Mañana vendrán a limpiar.

—Prefiero hacerlo yo.

—Pero yo no quiero. Toma la muñeca de Zoe halándola hasta su regazo. –Te prefiero aquí, sobre mi pene.

Zoe se sintió como si estuviera flotando en una nube… le halagaba que ese hombre la deseara, pero si quería llevar un matrimonio en el que debía evitar por todos los medios enamorarse de su esposo tendría que alejarlo.

—No estoy de ánimos.

—Pero yo sí. Además, te puedo hacer entrar en ánimos muy rápido. Solo pon la mano en mi pito para que te des cuenta lo mucho que desea estar dentro de tu vagina.

¡Demonios! Exclamo para sí misma… como iba a lograr mantenerse a raya con ese tío si le decía esas cosas tan obscenas y eróticas… trago en seco, reuniendo todas las fuerzas que le quedaban. Se apartó de Jean.

—No estoy de ánimos, estoy agotada.

Se pone en pie, y por esa vez le haría caso a su esposo… dejaría los platos donde estaban para irse a refugiar a su habitación.

—¡Zoe! Este la llama.

—Aquí no tenemos que fingir ser esposos Jean Dubois… tu bien claro que me lo dijiste una mañana. Esto simplemente es un contrato y nada más.

—¡Eres mi esposa! Le dice poniéndose en pie para ir detrás de ella.

—De papel nada más, no tengo porque acostarme más contigo. Le reprocha.

—¿Y anoche que fue?

—Un error… uno que no volverá a pasar.

—No me salgas con esa pendejada. Le dice cabreado.

—No me volveré acostar contigo.

Zoe se da la vuelta mordiendo la carne interna de sus labios, esperaba, o mejor aún imploraba que con esas palabras el entendiera que no volverían a intimidar. Si ya estaba sospechando que comenzaba albergar sentimientos por ese hombre. Y ya estaba teniendo miedo de la situación.

La mandíbula de Jean parecía que se iba a romper en miles de pedazos, y la vena de su frente a explotar… que manía la de esa mujer en rechazarlo, ¡Maldita sea! Siempre iba a ser un problema acostarse con ella. La ira lo estaba carcomido por dentro.

Pilla los movimientos de su mujer metiéndose en el baño, y justo fue allí cuando se le prende el bombillo… si no podía tenerla de la manera tradicional. Entonces la seduciría cada que se le presentara una oportunidad.

Y esa era una de ellas… el rubio sonríe, sacándose el saco y aflojando la corbata.

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