Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 7

Se suelta del agarre y se marcha… Jean solo observa el contoneo de su hermoso trasero. Lo hacía más interesante a decir verdad, cuando las mujeres se lo ponían fácil le estaba resultando un poco aburrido. Pero esa stripper…

Ella sí que lo hacía sentirse diferente… y no descansaría hasta tenerla en su cama. Porque no, era una mujer fácil... El dinero podría hacer cambiar a una chica rápidamente, solo debía insistir un poco más.

—Si que te lo va a poner difícil hermanito. Su hermano se ríe.

—Si, pero la tendré.

—¡Yo lo dudo! Responde bebiendo de su trago. —No parece igual a las chicas de aquí.

—¡Todas son iguales! El dinero siempre las escandilan. Sonríe reclinandose en la silla.

—Muy bien… eso tendré que verlo.

Jan le dedicó una última mirada a la chica que lo había rechazado por segunda vez en una noche, y sonrió… si, le resultaba interesante esa tal Kira.

(...)

La noche había terminado bien, o eso pensó Zoé al sacar su mochila del casillero metálico. Su amiga llegó a su lado indicándole que era hora de salir.

—¿Estás bien? Le pregunta.

—Si. Mintio.

Desde su encuentro con aquel sujeto se sentía extraña, realmente la había humillado y por no hablar del jalón del brazo del que sufrió. Y en la mesa, era tan capullo que de atrevió a decir que ella iba a ser suya. Cómo si eso fuera posible. ¡Estaba loco!

Las chicas salieron del bar emprendiendo la marcha hasta su casa, lo que desconocían era que Jean en compañía de su hermano las estaban siguiendo.

—¿No crees que es mejor que le demos un aventon?

—Si lo hacemos las vamos asustar… yo necesito saber dónde vive.

—Sabes Jean, nunca te había visto así por una chica… ¿Qué hace a esta diferente?

—Es lo que yo quisiera saber. Le responde.

Zoé y Maya, al fin llegaron a su calle y como alma que lleva el diablo las chicas corren hacia el interior del pequeño edificio un tanto deteriorado.

—¿Allí viven? Siendo strippers… deberían poder pagar algo mejor.

—¿Tú qué sabes? Pregunta Jean viéndolo arqueando una ceja.

—¡Oye! Me he acostado con un par de strippers… y me ha tocado llevarlas a sus casas. Y créeme hermano, viven en buenas zonas.

—Pero ella no… ¿Acaso es tan mala en la cama que no gana lo suficiente?

—Tendras que probarla.

—Es lo que pretendo.

—Bueno, ya sabes dónde vive. Ahora vámonos, esta zona no es muy buena.

—Si. Responde Jean mirando un piso que justamente había encendido las luces.

Allí debía ser… a esas horas de la madrugada y con dos chicas entrando. Era obvio. Encendió el coche alejandose del lugar.

(...)

—La noche estuvo horrible, las propinas patéticas… con esto no alcanza para salir de este hueco. Se queja Maya.

—A mí tampoco me fue bien. Responde triste sacando unos pocos billetes.

—De verdad tendré que optar por acostarme con un tío de esos de plata. Su amiga suelta tumbandose en la cama.

—¡No! Maya, por dios, no somos unas cualquieras. Algo debemos hacer.

—¿Qué? Nadie nos quiere dar empleo, estamos atrapadas con este empleo. Al menos obtenemos plata.

Zoé se tumbo a su lado suspirando… en ciertos momentos llegó a pensar si debían regresar a Texas Estados Unidos. Al menos para Maya no sería malo, pero para ella… sería como una condena.

—Maya…

—¿Uh?

—Y si regresamos…

La morena abrió lo ojos medio incorporándose. Mira su amiga quien parecía más preocupada por su respuesta.

—¡Te volviste loca! Suelta. —¿Cómo crees que vamos a regresar a Texas? Te matarían… y ni hablar de lo que le pasaría a tu virtud.

—No me lo recuerdes.

A la joven se le aguán los ojos… no quería recordar los malos y terroríficos momentos que pasó en Texas. Pero ella no quería que su amiga se prostituyera por su culpa, no era justo.

—Maya, tú tenías un buen empleo. Será mejor que volvamos e intentes retomarlo.

—¡Ni hablar! Se tumba otra vez. —No te abandonaré. Me vine contigo y me quedaré aquí.

—No deseo que te acuestes con nadie por obligación por mi culpa.

—¡Ahs! No creo poder hacerlo… soy muy cobarde. Responde.

Su amiga sonríe abrazando a la morena… ambas sueltan una carcajada.

—Ya veremos cómo nos la arreglamos.

—Tienes razón. Responde Zoé.

(...)

Esa mañana Jean despertó abrazando a una almohada. Qué desgracia, pensó. Debería de estar acurrucado con una hermosa pelinegra de curvas perfectas. Pero no… la muy capullas se hacía la difícil.

Y es por eso, que esa noche la iría a ver al bar… lo haría todas las noches si era posible con tal de llevársela a la cama. A su cama. Le costase lo que costase. La tarifa de las stripper solían ser costosas. Pero por fortuna eso no era problema para él.

Se desperezó… esa mañana iría a visitar a Adrien a su apartamento, uno que por cierto se encontraba en el piso de abajo del suyo. Ambos se habían enamorado de las instalaciones del edificio. Así que optaron por comprar allí. Todo con tal de salir de la prisión que era la casa de su padre.

Minutos después ..Tomo el ascensor, y justo en ese momento una pelirroja pecosa entra con el. Llevaba un cachorro en las manos. E iba de ropa deportiva. Gran parte de su abdomen era muy visible. Jean no disimulo al verla, y a ella no pareció molestarle.

Caminaban con una bolsa marrón en sus brazos, ambas amigas se detuvieron delante de una vitrina que exibia ropa elegante. Cuchucharon algo entre ellas y luego se rieron.

Lo que llamó la atención de Jean, que se encontraba sentado con su hermano en una cafetería tomando el desayuno.

—¡Joder! Es ella… dice poniéndose en pié.

—¿Qué? Adrien voltea para ver a la pelinegra con su amiga.

Jean se aproxima a ellas un tanto entusiasmado por volver a verla. Vestida así de forma conservada solo aumentaba más las ganas que le tenía.

—Hola señoritas.

Ambas dan un respingo al verse pilladas en la calle…

—¿Tú? Responde Zoé fruciendo el ceño.

—Que bueno volver a verte.

—No puedo decirle mismo.

La chica se cruza de brazos a lo que el funce el ceño y sus dientes empiezan a chirriar… ¿Porque tenía que ser tan arisca? Se pregunto Jean…

Siempre iba a estar econtrandose con ese sujeto todo el tiempo, penso Zoé. Porque si era así, no tenía idea de cómo quitárselo de encima. Lo único que podía hacer era, tratarlo a las patadas.

—Bueno, a mi sí me alegra verte. Éste le sonríe pero no había sido recíproco el gesto.

—Si eso era todo lo que iba a decir, entonces adiós.

Zoé toma el brazo de su amiga halandola para irse, pero una mano la retiene del otro brazo. Ésta se voltea claramente enojada.

—¿Qué te pasa?

—¿Acaso no podemos tener una conversación amigable?

—¡No! Suelta sería mirando su brazo. —Sueltame.

—No, hasta que me digas cómo te llamas.

—Nunca.

Ambos mantienen una batalla de miradas esperando que alguno de los dos pierda. Pero claro, la pareja no estaba dispuesta a perder.

—Amiga, vamos… dile y nos dejara en paz. Maya la miró sería.

—Es que ese es el problema con estos tíos, si le das confianza creerán que te pueden tener. Responde mirando a Jean.

Aunque la diferencia de estatura era bastante considerable, Zoé no se sintió intimidada por ese aura que ahondaba a su alrededor.

—Solo quiero saber tu nombre. Sonríe. —El resto vendrá luego.

—¡Te quedarás esperando! Se suelta de golpe para salir corriendo.

Jean Pierre solo se queda allí viéndola marchar, y sonríe… cada resistencia de ella hacia él solo aumentaba más sus ganas de llevársela a la cama. Esa stripper iba a ser suya.

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