Ni tan Señora (COMPLETO) romance Capítulo 8

—¡Se te ha escapado de nuevo! Su hermano le palmea el hombro con un tono un tanto burlón.

—Se comporta como una niña. Éste medio sonríe.

—Parece inocente, pero recuerda es una stripper…

—¡Lo sé! Responde aun viendo el camino por donde ella se había ido.

—Me gusta su amiga, es muy mona.

—¡Olvídalo! No quiero que te folles a su amiga para luego dejarla tirada, solo aumentarás las ganas de esa chica de alejarse de mí.

—¡Descuida! Yo sé hacer mis cosas.

—Adrien… le reclama mirándolo de reojo.

—Ven vamos a comer. Sonríe el rubio pícaramente abrazando a su hermano.

(...)

—¡Date prisa Zoé! Vamos a llegar tarde al trabajo. ¡Como siempre! Exclamó la morena en voz baja.

—Ya, ya… responde la castaña saliendo del baño mientras se hacía un moño en el cabello .

Esa noche llovía a cántaros, las amigas a duras penas llegaron al bar más mojadas que secas. Se alistaron para comenzar su jornada, aún no eran sus turnos para sus números así que tenían que hacer de meseras primero.

—¡Vaya! Exclama Maya a su lado. —Pero mira quien acaba de llegar. Le dice con un tono provocador y un poco burlón.

—¡Ay no! Responde con voz lamentara. —¿Es él? Pregunta sin darse la vuelta.

—En efecto, se acaba de sentar con ese guapo rubio con el que siempre anda. Y parece que te ésta buscando.

—Pues que se joda… a mí no me interesa en lo absoluto. Se puede ir por donde vino.

—Lo siento bebé, pero se acaba de sentar en la mesa tuya. ¡Estás perdida muñeca! Sonríe codeando su costilla.

—¡No, Maya! Cambiemos por favor, no me hagas esto. Le suplico.

—Estás loca, si el jefe se entera me regañara… sabes lo que pasó la última vez. Armó todo un jaleo por un estúpido cambio. Prefiero conservar este maldito trabajo que tener que dormir en la calle amiga.

Zoé puso los ojos en blanco, estaba prohibido cambiar las mesas entre las chicas. Ella se preguntó ¿porque la mala suerte la seguía? Y ¿Porque su maldito jefe había puesto una regla tan estúpida como esa?

—¡Vamos! ¡Vamos! A trabajar mujeres, para eso se les paga. Su jefe llegó aplaudiendo para que se movieran.

Zoé suspiro, aliso la falda para luego encaminarse hasta la mesa donde se encontraban esos dos. Haría su trabajo bien, pasará lo que pasará. Y si ese tío se pasaba de la raya con ella, la charola que tenía en las manos se la plantaría por la cabeza.

A mitad de camino, Zoé detallo la vestimenta de aquel sujeto medio rubio, vestía muy bien. Demasiado elegante para recurrir a un lugar como aquel, incluso parecía más importante y sofisticado que los otros clientes. ¿Tendría tanto dinero como decían? ¿Estaría casado? Se llegó a preguntar.

Zoé abofeteó sus pensamientos ridículos, qué carajos hacia pensando en sí estaba casado… ¡Joder! Qué estúpida. En cuanto llegó a su mesa, éste la recibió con una radiante sonrisa.

—Kira… le dice el alegre. —Nos volvemos a encontrar. La mira de abajo hacia arriba.

—¡Por desgracia! Responde poniendo los ojos en blanco. —¿Que desean ordenar? Hace un puchero con los labios.

—¿Siempre eres así para con los clientes? Frunce el ceño.

—Con los acosadores sí. ¿Qué desean ordenar?

—¡A ti!

—Te quedaras esperando entonces.

—Yo no estaría tan seguro de eso, hermosa.

—Mira, si no vas a ordenar nada entonces me voy, tengo muchos clientes que atender.

—¡Whisky! Sin hielo.

—¡Bien! Responde con fastidió.

De camino a la barra solo pensaba en ese sujeto, era molesto, arrogante, prepotente, y no podía faltar lo idiota. ¿Acaso no entendía lo que era un no de una mujer? Seguía empeñado en que se acostara con él. Como si eso fuera a pasar.

El resto de la noche había trabajado bajo presión, su jefe no paraba de espiarla… las chicas de molestarla porque ese sujeto llamado Jean Pierre le tenía el ojo puesto, y porque ese a cada rato pedía un trago. Solo para que ella se acercara a su mesa.

Ese tío sin decirle una palabra, solo con esa sonrisa era suficiente para saber qué le había gustado su show. Deja un pequeño fajo de dinero en el hueco que tenía en el traje en la parte baja de su vientre. Ella supo que era mucho dinero. Ni siquiera toco su piel como lo hacían los demás, el solo dejo el dinero y la miró.

¡Joder! ¿Porque tenía que mirarla así?

Los demás tíos metían billetes de bajo nivel, y aprovechaban para tocarla. Cosa que le daba asco. La chica hizo una reverencia y volvió tras sus pasos.

En el vestidor, junto los billetes dándose cuenta que ese hombre le había dejado 500$ mientras que los demás sólo dejaron billetes de 1 que juntándolos llegará a 10$.

—¿Pero es que está loco este hombre? Se dijo con los billetes en las manos temblorosas. —¡Dios! No puedo aceptar esto, es más de lo que gano en este lugar.

Zoé se mordió los labios, debatiéndose entre sí devolver el dinero y conservar un poco la dignidad o aceptarlo y mudarse con su amiga a un mejor lugar. Ella no era una prostituta, solo… solo bailaba.

[...]

—¡Oye, hermano! ¿Nos vamos ya? Adrien apura su trago.

—No hasta que ella termine.

—Vamos hombre, si la presionas mucho se te escapara de nuevo.

—No lo permitiré. Sonríe.

Zoé y Maya salían del club calándose sus abrigos un poco viejos. Ya que el frío era descomunal esa madrugada.

—¿Qué piensas hacer con el dinero? Maya la interroga durante el camino.

—¡No lo sé! La joven mete las manos en los bolsillos. —Creo que debería devolverlos.

—¡Haz perdido la razón! Niega la morena. —No puedes devolverlo, es propina Zoé.

—Maya, es mucho dinero.

—Podríamos mudarnos en un abrir y cerrar de ojos, sé que a nada elegante pero si algo mejor de donde vivimos.

Su amiga se lo pensó, realmente necesitaban mudarse pero no con ese dinero. Lo devolverían, definitivamente se lo regresaría a ese hombre. Mientras menos le aceptará cosas a ese tal Jean, no se vería involucrada. Ya bastante se sentía como si en verdad fuera una prostituta aceptando esa cantidad de plata.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ni tan Señora (COMPLETO)