Sonrío viendo a Andrea entregarme mi café, le doy el primer sorbo y suspiro. Andrea fue la única asistente del programa que alguna vez supo cómo pedir o hacer nuestros café, lo cual le hago saber y eso la hace reír.
—Seguro esa es el área en la que me destaco en mi vida.
—Esa y escribiendo en tu mega blog famoso.
—Si me lo dice una estrella, entonces voy a creerlo.
Doy otro sorbo a mi café antes de dejar descansar mi barbilla sobre la palma de mi mano, Andrea se sienta sobre el mesón y me observa.
« ¿Qué tan mal estás?
—No he ido al gimnasio, he comido pura basura y no he lavado la ropa sucia en casa.
—Bastante mal.
Casi río pero en última instancia solo sacudo mi cabeza y suspiro.
—Cinco días desde que todo explotó y aún no tengo solución. Kevin se niega a reunirse conmigo, seguramente piensa que quiero rogarle por mi trabajo de vuelta, pero necesito muy seriamente hablar con él.
— ¿Vas a demandarlo?
— ¿Cómo lo demando cuando parece que yo autoricé todo este circo?
—Eso apesta, Elisabeth. Y apesta para los Noters lo que va a suceder.
— ¿De qué hablas?
—Uhm... ¿Nadie te lo dijo? Parece como si estuvieran de paro o algo así, Joseph me dijo al llegar ayer que no piensan seguir yendo al programa hasta que se solucione toda esta locura. Ellos no están de acuerdo con que te despidieran.
—Yo renuncié.
—Bueno, básicamente fue como si fuiste obligada a hacerlo. Estabas bajo una situación de estrés—se encoge de hombros, sonríe—. Escuché que le dejaste un ojo negro.
—Nada se comparará jamás a tu puñetazo que fracturó su nariz.
—Esa nariz de acero que dejó mis nudillos adoloridos, pero valió la pena, no es que diga que la violencia sea la solución a todo, pero...
—Claro, intenta remediar tus palabras—dice la voz de Joseph. Volteo y está estirándose mientras bosteza, luego comete el delito de ponerse la camisa caminando hacia nosotras. Besa mi mejilla—. Es bueno verte, Elisabeth.
—Sí, es bueno saber que el bello durmiente despertó de su siesta.
—Si no hubiese estado despierto hasta tarde...
—Yo también lo estuve y no me pasé toda la tarde durmiendo—dice Andrea alzando su barbilla de forma orgullosa.
—Asumo que la razón es sexo—comento de manera indiscreta captando la atención de ambos, Joseph me sonríe.
— ¿No puedes solo guardarte el comentario, verdad? Y para tu información, ayudé a Andre con un artículo.
—Ya, y me creo que no hubo manoseo.
—Hubo mucho de eso, pero también mucho del artículo—rodea el mesón hasta quedar frente a Andrea, sus manos van a sus muslos— ¿Ya no estás histérica?
—Ya no—ríe ella—. Tu almuerzo está en el microondas, no quise despertarte.
—Y es por eso por lo que mi novia vive conmigo.
— ¿solo eso? —pregunto viéndolo ir a calentar su comida, se gira y me guiña un ojo.
—También hay mucho más. Como ese pequeño detalle de que la amo y me gusta un poquito despertar a su lado.
—Lindo. Él es tan lindo—ella finge suspirar profundamente y río.
—Estoy tan celosa, extraño a Paul.
— ¿No has vuelto a hablar con él?
—No. Él dijo que luego estaría listo y yo supongo que al menos le debo eso cuando todo este desastre le ha hecho tanto daño.
—Un poco, chica nerd—responde Joseph comenzando a comer.
—Te amo—le dice ella de la nada y ruedo mis ojos. Joseph voltea a verme.
—Y luego Alexa dice que ella no puede ser dulce, mira eso, mi novia es un pan de azúcar.
Río mientras los observo. ¿Por qué no le llegué a decir a Paul que lo amo? Siempre se pospone las cosas para las que creemos que tenemos tiempo. Dejé el tiempo correr y ahora solo tengo las palabras atascadas en mi garganta esperando a salir para ser escuchadas. Vaya mierda.
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—No llores en mi casa.
Alzo la vista de mi celular, donde admito veía las pocas fotos que tengo con Paul, para observar a papá entrar a mi antigua habitación.
—No estoy llorando.
—Pero quieres hacerlo, tus ojos lucen irritados y tienes ojeras. Llora en el jardín.
—Tranquilo, papá, no voy a llorar.
Suspira y manipula la silla hasta llegar al lado de mi cama, lo observo mientras con lo que ha sido práctica se moviliza hasta llegar a la cama, podría ayudarlo, pero sé que le gusta hacer este tipo de cosas por su cuenta. Cuando lo logra me acerco a él y me sonríe.
—Estoy bromeando hija, puedes llorar en esta casa tanto como quieras y creo que debes hacerlo. Para mí eres perfecta, pero siempre he pensado que guardarte lo que sientes, incluso los llantos, no te hace bien, si no drenas la tristeza ¿Cómo conseguirás sentirte mejor?
—Creo que cuando lloro luego no puedo parar.
—No sé si no lo sabes cariño, pero es imposible llorar para siempre, mínimo tienes que detenerte a hidratarte de nuevo para poder seguir haciéndolo.
—Entiendo el punto—río, luego mi labio inferior tiembla y me atrae a un abrazo justo cuando las lágrimas comienzan a caer—. Todo estaba tan bien, papá. Este desastre no debía suceder.
—Sé que tú no harías daño adrede.
—Ni siquiera a una mosca.
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