—Oh, Dios, esto ha sucedido. Ha sucedido—mi voz es quebradiza. Me balanceo de adelante hacia atrás sin dejar de ver su cuerpo. Sus ojos a medio abrir, la mirada vacía, las gritas en sus mejillas y venas marcadas. Mi hermana se quitó la vida cuando pensé que iba a luchar por vivir una vida mejor.
Elise se quitó la vida y no estuve a tiempo para salvarla.
Solo unos minutos, me di la vuelta unos pocos minutos y ella escapó de mis manos. Ahora ella está muerta.
No la ayudé a tiempo.
—Elise, nena, ¿Por qué? Había solución—susurro sin dejar de balancearme.
Llevo de nuevo una mano a mi pecho mientras lloro y dejo que la culpa me embargue junto al dolor, la incredulidad y el terror de lo que ha sucedido.
Alguien me ayuda a ponerme de pie y me aferro a la camisa del hombre que habla.
Tengo demasiados sentimientos, estoy sintiendo demasiadas emociones.
Ira, dolor, miedo, angustia, tristeza, incredulidad... Estoy sintiendo tanto, que creo que estoy siendo destruida de adentro hacia afuera.
— ¿Señorita?
Asiento con mi cabeza un par de veces sin saber qué me dice y luego me desvanezco en sus brazos. Pierdo el conocimiento.
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Harry detiene el auto frente a la casa de papá y contengo la respiración.
No sé cómo hacerlo. No sé cómo decirles.
He pasado cinco horas haciéndome cargo de muchas cosas referentes a la muerte de Elise, pasar la última hora en medicina legal, tratando de agilizar la entrega del cuerpo de mi hermana, ha sido duro, aun cuando tenía a Harry conmigo. He vomitado tres veces luego de mi desmayo y mi cabeza duele tanto. También he descubierto que puedo llorar por horas y que mi cuerpo se siente como si hubiese sido pateado por horas.
Cuando cierro mis ojos veo a Elise en lo alto de ese edificio tomando su decisión. Trato de evitar culpar al enfermero que subió y creyó que hablándole ella desistiría, pero eso solo precipitó que por miedo ella hiciera lo que planeara. No puedo culpar a alguien que solo quería ayudar y que fue más rápido que yo en notar que algo no estaba bien.
Sin embargo, lucho fuertemente con las ansias de culparme por no estar a tiempo, por no haber hecho suficiente. Trato y trato, pero no lo logro.
—No sé si pueda hacer esto—susurro, mi garganta duele y mi voz es un asco, seguramente en pocas horas quedaré afónica debido a mis gritos. Mis ojos arden tanto y los siento tan inflamados que apenas si puedo ver por ellos.
—Estoy contigo, Elisabeth. Si es muy duro, yo puedo hacerlo. Estaré justo a tu lado.
—No quiero ofenderte—derramo lágrimas—, pero yo desearía tanto que fuera Paul y lo siento, porque admiro y amo que estés conmigo, Harry; pero no puedo evitar desear que él también estuviera.
—No me ofendes, Elisabeth. Entiendo de dónde viene eso, lo amas y lo necesitas aquí contigo.
—Pero me odia y entonces no está.
—Él no te odia, Elisabeth. Él siente mucho por ti, pero no es odio.1
Trato de limpiar las nuevas lágrimas y bajo del auto de Harry, el mío aún se encuentra estacionado en medicina legal en donde Harry se encontró conmigo. Tomo profundas respiraciones observando la casa. Observando el lugar en donde debo dar una terrible y dolorosa noticia.
Ruego que papá y Edgar no hayan estado viendo las noticias y que mi hermano no estuviera cerca del internet, porque la noticia es viral y de alguna manera tienen fotos borrosas de cómo quedó el cuerpo de mi hermana porque algunos retorcidos con ansias de dinero fácil tomaron fotos.
Harry ubica una mano en mi espalda baja y me insta a caminar, mis pasos son tan inciertos y dudosos, que no me reconozco. Mis manos tiemblan cuando tomo la llave, por lo que Harry la quita de mi mano y se encarga de abrir. Lo miro.
—... con su vida—finaliza Harry.
—No.
—Elise se quitó la vida—digo.
—No. Cállate.
—Y no pude evitarlo, lo siento.
—Cállate, Elisabeth. No es cierto, ella está molesta e internada, pero luego vamos a verla.
—Lo siento, pero no es verdad.
—No. Maldita sea, cierra la boca.
—Ella saltó de un puto edificio—no sé por qué lo especifico, quizá se trata de que quiero y necesito no sentir sola. Quizá se trata de que quiero compartir con alguien las horribles imágenes en mi cabeza o solo estoy enloqueciendo—. Saltó al vacío, la vi y no pude detenerla.
— ¡Cállate! —Grandes lágrimas caen por su rostro mientras niega con su cabeza—. Mi hermanita está bien. Va a estar bien.
— ¡No lo está! ¡Está muerta! —Grito llorando y saliendo del abrazo de Harry, caminando hasta él—La vi, yo la vi. Y estuve sola para verlo, yo...No pude tocarla...No quise tocarla y lo siento. Lo siento, pero no podía, yo no podía...
—Deja de mentir, por favor, no me mientas. Por favor, Elisabeth.
—Lo siento, lo siento, Edgar—susurro frente a él.
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