Quiero sostenerla. Quiero que nos sostengamos y pasemos por este puente de escombros llenos de tristeza. Necesito que sonría, que sonriamos y sigamos.
La extraño tanto que se siente como verla a través de un pequeño espejo o la grieta de una puerta en donde sus amigos me dejan observar.
¿Qué nos pasó, musa? Todo está hecho un caos, pero los desastres no se arreglan solos y ya es el momento de buscar una solución. He cosido mi herida, está fresca y aún puede sangrar, pero me siento listo para ayudarla a coser la suya.
Alzo mi vista y me paralizo, porque estoy imaginándolo.
Puedo casi creer que Elisabeth está a una corta distancia.
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Papá y yo estamos en silencio viendo la televisión, yo realmente no la observo. Estoy tan cansada. Hay noches en las que duermo, pero hay otras en la que aunque lo evite me duermo pensando en la última vez que vi a Elise: cuando murió.
Papá ha tenido muy malas noches, incluso puedo notar que ha estado perdiendo peso, él trata de ser fuerte para que yo no me preocupe, pero no hay manera en la que ignore que no está bien, incluso cuando él está, al igual que Edgar y que yo, yendo a un terapeuta de duelo.
Hablar de la muerte de Elise no me hace mágicamente feliz, pero escucharlo decir que no es mi culpa me hace sentir por un momento una chispa de creerle. Una parte de mí me dice una y otra vez que no fue mi culpa, que ella tomó su decisión, mientras que otra siempre creerá que me descuidé y me di cuenta muy tarde de mi distracción.
Han sido veinte días y por momentos se sienten como si aún viviera ese momento. Mi terapeuta y amigos me dicen que no es bueno solo actuar como si estoy encajando a la fuerza las piezas que quiero que sirvan en mi vida mientras arrojo a otras, y lo sé. Pero sé que es necesario mientras sostengo a mi familia y que quizá en algún momento entenderé que no todo en la vida es fácil y tranquilo.
Prácticamente pateé el culo de Paul fuera de mi vida y fue porque estaba enojada. En un momento estaba llorando en sus brazos y al siguiente solo podía pensar que cuando lo necesité no estuvo, y que no lo hizo porque no creía en mí, fue la manera en la que lo capté incluso aunque para parte de mí eso sonara absurdo. Creo que solo tenía ira contenida por lo que sucedió, por lo que Elise hizo y la redirigí hacia él
Y me siento avergonzada, porque mientras lo veía vi en él la decisión de mi hermana y quise gritarle cómo pudo hacerlo, aun cuando yo nunca lo he juzgado. El dolor me estaba cegando mientras me hacía tener pensamientos horribles sobre Paul y groseramente mandarlo a volar lejos cuando él quería sostenerme.
Lo obligué a perderme.
Y trato de decirme que estuvo bien, pero el vacío que siento me hace entender lo contrario. Sin embargo, las pocas fuerzas que tengo de lucha las uso para ayudar a salir adelante a mi papá, para junto al terapeuta intentar llegar a un acuerdo con cómo quedó mi relación con Elise. La manera en la que no la perdoné del todo antes de morir y como eso se suma a la carga de culpa junto a mi consciencia.
La puerta de la casa se abre y cuando volteo encuentro a Amber entrando con lo que durante los últimos días he aprendido a identificar como bandejas de comida. Porque la tristeza no me ha dado por dejar de comer, simplemente estoy comienzo mucho más. La única razón por la que no estoy rodando es porque ir al gimnasio hace que evite pensar. Me hace concentrar más en el dolor de mis músculos que en el de mi pecho.
—No deberías molestarte, Amber, en algún momento ni siquiera tendré para pagar un botellón de agua.
—Claro, como si pudiera creerlo.
Trato de sonreírle y estoy segura de que el resultado es lamentable. Amber ha estado viniendo cada día y siempre trae comida para nosotros, incluso para Edgar que pasa más tiempo ahora trabajando que aquí, es su manera de lidiar con el dolor. Sería la mía, pero no tengo trabajo.
Oficialmente hace cuatro días la noticia fue confirmada públicamente, Notitardes24 fue cancelado y ya no existe. Lloré un montón por ello junto a Sabrina, que tuviera mi período no ayudó y llegar a la casa y encontrar llorando a papá en la antigua habitación de Elise solo hizo que el día pareciera otras de mis pesadillas.
—No sabía que pudieras cocinar tan bien—murmuro de forma distraída y ella mordisquea su labio.
—Yo tampoco—es lo que dice antes de volver a salir de la casa.
—Iré a regar las flores—anuncia papá yendo a nuestro lamentable jardín.
—No quise decirlo frente a Dante, pero había un paquete afuera para ti, aquí lo tienes—anuncia Amber volviendo con una caja.
Camino hasta el mesón de la cocina en donde lo deja. Leo la etiqueta y de inmediato se forma un nudo en mi garganta cuando leo la tarjeta de condolencias de la escuela de ballet privada a la que Elise asistía, en donde, quizá, el cómo se sentía empeoró.
Mis dedos temblorosos abren la caja y de inmediato mi vista se hace borrosa cuando lo primero que veo son sus zapatillas de ballet. Las que más les gustaban, las que papá le regaló en su cumpleaños dieciséis, las más vieja y desgastadas. Las tomo y las presiono contra mi pecho mientras comienzo a llorar sin poder evitarlo.
El dolor de nuevo se siente a carne viva mientras sostengo sus zapatillas, mientras cierro mis ojos y puedo visualizarla con la gracia y elegancia con la que baila, con el sueño de ser una gran bailarina. Y es peor cuando la imagen se distorsiona y la veo sobre el concreto con un cuerpo roto.
Abro mis ojos, porque no quiero ver más esa imagen, y besos los zapatos antes de hacerlos a un lado y tomar las fotos que se encuentran en la caja.
Son unas cuatros: una en su primera presentación en la escuela de ballet, otra es de ella con nuestros padres riendo, la más reciente es de ella con Edgar haciendo diversas muecas y luego está una conmigo de cuando yo tendría unos dieciséis años apenas y la estoy abrazando. Al voltear las fotos veo que tienen grabados. No esperé que hubiera esa profundidad en ella.
Leo en la mía:
«Aunque quisiera detener tus sueños...
También quiero impulsarlos.
Aunque me moleste el triunfo...
Te admiro.
Y aunque quiera enojarme...
Te amo.
Mi hermana Elisabeth y yo»
—Lo siento tanto, cariño—susurro con voz temblorosa tomando a foto para quedármela.
En la caja hay esmaltes para uñas, un tutú muy brillante y pequeños detalles que me hace preguntarme cómo todos nos alejamos tanto. Siempre he dicho que ellos me aislaron, pero sé que yo también lo hice como defensa, aferrándome solo a papá y estando a la defensiva. Sé que todos fallamos.
Amber pasa su brazo alrededor de mis hombros y me atrae a un abrazo.
—Todo va a estar bien.
—Sé que estaré bien, estoy trabajando en levantarme, pero también sé que nunca dejará de doler. Es como perder a mamá de nuevo, sabes que estarán mejor en donde se encuentre, pero no puedes evitar desear detener el curso del tiempo y que estuvieran aquí.
— ¿Quieres que guarde la caja?
—No, creo que papá y Edgar tienen derecho a verla, no puedo quitarles eso.
—Elisabeth, yo no debería decirte esto porque él me lo pidió. Pero no creas que Paul solo se dio la vuelta y se fue de tu vida en el momento en el que le cerraste la puerta. Él está atento, siempre preguntando, siempre verificando que estés bien y que nada te falte. Siempre queriendo hacerlo más suave para ti.
»Y te lo digo no para que sientas que le debes algo o que debes agradecerle. Te lo digo porque creo que mereces saberlo. Saber que le importas y que aunque no sea presencial, él está contigo. Esta comida ni siquiera la hago yo, no cocino mal, pero no hago esto. Se encarga Paul o la manda a hacer con alguien y aunque él tiene sus propios problemas, lo está superando, pero también quiere de algún modo estar para ti.
—Yo...Gracias por decírmelo.
—Ahora me encargaré de servir esta deliciosa comida.
Me quedo viendo la caja y pienso en sus palabras. No tomó la vía fácil y tomó mi empujón, con detalles se ha encargado de continuar para mí y saber eso me hace sentir menos sola, con menos peso sobre mis hombros. ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Te amaré más o alguna vez dejaré de amarte? Ambas posibilidades parecen tan imposibles, pero reales.
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— ¿Te han llegado propuestas de trabajo?
Alzo mi vista de la limonada para ver a Harry, es extraño que estas últimas dos semanas tenga solo su cabello castaño natural, yo por mi parte corte el mío en un mal intento de creer que un cambio físico me traería un cambio emocional. No funcionó. Tengo el cabello corto por primera vez en muchos años y aún sigue siendo dura toda esta situación.
—Karla ha estado enviándome varias opciones, pero no he tenido cabeza para ello. Ni siquiera puedo creer que el programa ya no existe. Y el programa por el que nos suplantaron es horrible.
—Lo sé, Elisabeth, pero la vida transcurre y aún hay decisiones bajo nuestras manos que debemos tomar.
—Todo es tan extraño. A veces estoy bien y creo entender todo, creo que estoy en paz conmigo porque no es mi culpa, pero entonces otras veces me siento terrible por no haber hecho más. Y no quiero estar triste o llorar, pero no puedo controlarlo cuando todo lo que hago es sentir.
—No puedo decir que te entiendo, Elisabeth, pero todo lo que puedo entender es que me duele ver a mi chica descarada desmoronarse y no poder hacer ninguna maldita cosa.
—Hola, lamento llegar tarde, pero mamá vino a verme y ustedes saben que ella es especial—anuncia Sabrina, luego hace a un lado a Dexter y me abraza—. Mi caramelito atrevido, que bueno verte.
—Me viste ayer.
—Calla y abrázame.
—Tengo tu culo en mi cara, Sabrina, no me quejo, pero quiero morderlo— comenta Dexter.
Y no lo soporto, río. Por primera vez en unos días río ante el desastre de mis amigos mientras comienzan a ordenarse y abuchear a Peter que camina con una lentitud como si le pesara hasta el alma. Ellos me sonríen y prosiguen con sus disparates. La próxima en llegar es Ágatha, quien llega en silencio, sin siquiera revisar su teléfono, golpeando su frente de la mesa (que ahora son tres porque la unimos para caber todos) sobresaltándonos.
— ¿Qué te sucede? —pregunta Harry tocando la frente de Ágatha en busca de fiebre.
—Creo que algo está sucediendo con Garrett y él solo lo evade. Mi dulce, bello, talentoso y perfecto novio está ocultándome algo.
—Quizá va a pedirte matrimonio—sugiere Joseph como si hablara del clima.
—No, revise todo su apartamento.
—Acosadora—tose Dexter—, loca—vuelve a toser—, maniática.
—Sí, sí, ya entendimos tu ataque de tos—lo corta Sabrina.
—Quizá solo es un mal momento, no tiene por qué significar algo malo—la tranquiliza Peter y Ágatha emerge como si eso era todo lo que necesitara escuchar. Incluso saca su celular.
—Tienes razón, Peter, necesitaba de tu asqueroso positivismo.
Finalmente Valeria llega unos minutos después en los que la hacen sonrojar cuando todos se burlan porque ha llegado tarde. Entonces así como hicieron mucho ruido, ahora están callados.
—Primero que nada—dice Peter rompiendo el silencio—, quiero decir que me alegra que estés mejor Elisabeth, puedo ver que no es fácil para ti, pero me alegra saber que lo intentas y continúas.
—Hay momentos duros, pero me queda una vida que quiero vivir. Estoy aprendiendo a vivir con esta pérdida—entrelazo mis dedos—, y les agradezco mucho que estén para mí, ustedes son mi familia y me han sostenido. Muchas gracias.
—No tienes nada que agradecer, caramelito.
—Y con respecto al programa...
—Elisabeth, donde digas que es tu culpa te desterraré de esta mesa—me advierte Joseph con tranquilidad—. Entiéndelo, no es tu culpa. Tomamos una decisión y luego ellos hicieron la suya. El programa ya está fuera del aire, Notitardes24 no se transmite, pero estamos reunidos porque eso no significa que no podamos tener momentos como la familia que somos y conversar sobre muchas cosas. Por ejemplo ¿Tienen propuestas de trabajo? ¿Alguien se enamoró? ¿Alguien va a casarse o ser papá? ¿Alguien confiesa que es homosexual? ¡Qué sé yo! Pero no vinimos a torturarnos. Las cosas ya sucedieron y eso no va a destruirnos.
—Amo a ese hombre—Dexter lo señala—, cuando habla así siento una conexión apasionada con él.
—Oh, por favor—se ríe Rayan.
Y así sin más todos comienzan a ponerse al día. No tengo mucho que contar porque mi vida se encuentra un tanto estancada. Creo que Karla comienza a enloquecer ante mi falta de repuestas a propuestas laborales.
Pero no tengo ganas, simplemente no nace en mí. Me siento sin fuerzas para tomar ese tipo de decisiones en este momento.
Aunque mi corazón tiene un montón de curitas alrededor para mantenerlo unido, admito que me hace bien escucharlos contar sobre su vida, hacer bromas e incluso en discusiones absurdas hasta por un jugo. Me saca de mi nube de tristeza y me hace recordar que aún me quedan personas valiosas e importantes para mí.
Y también me ayudan a recordar que obligué a Paul a salir de mi vida.
Son un par de horas agradables y cuando terminamos es un desastre para pagar la cuenta porque todos quieren ser generosos o algunos son un asco para dividir cuentas. Me despido en el estacionamiento de todos y cuando Valeria me pregunta tímidamente si aún sigue en pie ir con ella a la exhibición de su austriaco decido que puede hacerme bien y que poco a poco puedo inducirme de nuevo en el mundo social, así que prometo ir.
Mientras conduzco de vuelta a casa de papá pienso que no he ido a mi propia casa, pero no quiero estar sola. Aún no estoy lista para estarlo.
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