No más palabras romance Capítulo 130

Tengo el cumpleaños de Sabrina, pero Edgar no puede venir hoy a estar con papá y desde la muerte de Elise nosotros no hemos retomado el contacto con Amber porque he estado aferrada en invertir mi tiempo en cuidarlo para no enloquecer con mis pensamientos, o al menos, así lo era al principio.

Ahora realmente quiero compartir el almuerzo de cumpleaños con mi mejor amiga y amigos, quien ha sido bondadosa y se negó a hacer una fiesta por mí, no se lo pedí y le dije una y otra vez que no era necesario, pero así ella lo quiso.

De ninguna manera papá querrá salir, solo lo hace para ir al terapeuta. Él no está del todo deprimido, pero se mantiene con un estado de tristeza que a veces es tan bajo que podría pasar un par de horas llorando. Es como viajar en el tiempo y revivir la pérdida de mamá, sin embargo ya me encuentro vestida incluso cuando no sé si podré salir, podría pedirle el favor a mi vecina, la señora Riley, solo sería ir, comer, hacer sonreír a mi mejor amiga y volver. Pero no se siente bien dejarlo, no puedo.

El timbre de la casa suena y no sé por qué espero que de alguna manera la vida decidiera no golpearme y enviarme por primera vez en un tiempo una solución y no dolor. No sé cómo tomarme a la vida cuando abro la puerta y veo a mis dos visitantes.

Amber y la madre de Paul: Natalie Coleman.

—Eh, hola—doy una sonrisa que seguro luce confusa. Amber da un paso hacia adelante y me da un corto abrazo que le correspondo—. Es bueno verte.

Casi me siento culpable porque papá me ha enviado a vivir mi vida y llamar a Amber porque de igual manera extraña fastidiarla, pero he sido acaparadora y me he aferrado tanto a cuidarlo que solo lo aplazaba para no hacerlo.

—Igual a ti, espero y no te importe que viniera con mi tía.

—No, para nada. Hola, señora Coleman—me siento incómoda porque no sé cómo saludarla. Cuando nos conocimos estuvimos bien, cuando la vi, yo siendo la novia de Paul, solo fue un poco raro por lo reciente de todo y luego estuvo su correo que no juzgo porque como madre quizá yo hubiese hecho lo mismo si creyera que alguien le hizo esa bajeza a mi hijo.

Ella estira su mano y aprieta la mía, me da una leve sonrisa de simpatía.

—Lamento mucho tu pérdida.

—Gracias...Pasen adelante.

Me hago a un lado y ellas entran. Estorbo de manera lenta llega hasta Amber y lame sus zapatos, ella ríe y lo saluda. Luego papá aparece y ambos sonríen antes de que Amber vaya y lo abrace.

—Ah, mi jefe gruñón.

—No me des tanta dulzura que me empalagas, ya deja, de abrazarme. Me agradas más cuando sufres y puedo reírme—se queja papá, pero sus ojos están húmedos.

—Yo también estoy feliz de verte, Dante—se ríe Amber—. Tengo mucho con lo que ponerte al día vamos, vamos.

—Espera—la detiene mientras ella hace rodar la silla—. Hola, Natalie.

—Hola, Dante.

—Ya saludaste, ahora deja que te cuente otro episodio de mi chiste de vida amorosa.

Los veo irse hacia el pequeño jardín con Estorbo yendo detrás de ellos.

Pienso que no puedo ser egoísta, acabo de confirmar lo que ya sabía: conversar con Amber y bromear con ella le hace bien a mi papá.

— ¿Quiere algo de beber? —ofrezco.

—No, de hecho mi visita será muy breve. Solo me gustaría que nos sentáramos a conversar.

—De acuerdo.

Nos sentamos en el sofá y aclaro mi garganta porque hay algo que quiero decir en primer lugar.

—Entiendo de dónde vino su correo, señora Coleman. Si yo fuera madre y le hubiesen hecho algo similar a mi hijo, creo que incluso pudiera haber reaccionado peor. Pero quiero aclarar que yo nunca le haría daño intencional a su hijo, Paul es una de las personas más impresionantes que yo he conocido en mi vida. Yo no fui, no hubiese sido capaz de hacerle tal daño.

—Paul es mi único hijo, él es mi sol, mi estrella, todo. Yo honestamente espero tú u otra persona, nunca tengan que pasar por el dolor de ver a tu hijo tocar fondo. De enterarte que tu hijo sufría de tal manera que ni siquiera deseaba vivir por ti. Fue terrible ver a mi hijo adrede cruzar el tráfico para ser arrollado, pero fue mil veces peor cuando creí que era cosa del pasado y me llamaron al trabajo para decirme que su amiga lo había encontrado colgando del techo de su habitación.

»Es horrible, Elisabeth, la desesperación de no saber si llegarás a tiempo para verlo por última vez, la culpa de sentir que no lo supiste, no lo sospechaste y el miedo de si lo volverá a hacer. Me siento orgullosa de la fuerte que se ha vuelto mi hijo, el hombre que es hoy en día y también estaba orgullosa de ese niño rellenito que me sonreía en casa mientras devoraba mis galletas. Lo amé con o sin kilos, lo amo porque viene de mí, porque es mi carne y es mi amor verdadero. El amor que sé nunca me dará la espalda del mismo modo en el que yo nunca lo haré.

Escucharla hablar de forma por encima de los intentos de suicidio de Paul me hace pensar mucho en cómo el dolor tiene que ser sofocante para papá. Entiendo y simpatizo tanto con lo que ella dice que solo reafirmo mi postura de no juzgar sus acciones en lo referente a mí. Sin ser madre, la entiendo.

Yo hubiese hecho lo mismo por Elise de haber tenido la oportunidad.

—Me cegué y tomé todo lo que te señalara como culpable, pero cuando vi a mi hijo llorar y quebrarse pidiendo que creyera con él, no pude no hacerlo y decidí depositar mi fe en ti, eso fue algo después de mi correo, por lo cual me disculpo.

—Entendí por qué lo hizo incluso entonces.

—De igual manera me disculpo. Creí junto a mi hijo y lamenté tanto cuando supe lo de tu hermana, porque estuve ahí como lo están ustedes ahora y solo les quiero desear mucha fortaleza—toma mi mano—. Es duro, pero aprendí durante muchos años posteriores que Paul pudo haberlo hecho antes o después, incluso pudo hacerlo conmigo en casa. Entendí que no era mi culpa, que quizá fallé en no notar las banderillas de alarma que él dejaba para mí, pero que aun así, yo no instalé la decisión en su sistema. Mi hijo decidió hacerlo porque él no quería seguir.

— ¿Él está bien?

—Lo está, pero él podría estar mejor al igual que tú. Me alegra ver que eres fuerte y sales adelante.

—Poco a poco he ido retomando mi vida—me encojo de hombros y sonrío—. He ido sanando y abrazo las partes de mí misma que me hacen ser quien soy.

—Eso es bueno.

Besa mi mejilla y ríe cuando pretendo ir por Amber.

—Ella se queda, tu papá la llamó y le hizo saber que la necesitaba para que tú pudieras ir con tus amigos.

— ¿Papá hizo eso por mí?

—Los padres podemos hacer miles de cosas por nuestros hijos basados en el amor.

Abro la puerta y me aferro a ella mientras la veo salir. Creo que esta conversación breve nos ha hecho bien.

—Gracias por venir—le digo en última instancia.

—Gracias por haberme recibido cuando no fui tan receptiva contigo en su momento.

Sonrío viéndola subir a un taxi que parecía esperarla y me pregunto cuánto dinero tiene para darse semejante gusto, pero disperso el pensamiento comprendiendo que papá resolvió el problema para que yo pueda ir con Sabrina y que de hecho esto me demuestra que no me necesita aferrándome a cuidarlo cuando él sabe hacerlo sin mí.

Debo retomar y volver a mi vida. Recuperar mi alter ego, volver a mi casa, tomar en serio qué se supone haré de manera profesional y dejar de comer como cerda para luego ir a matarlo en el gimnasio. Soy fuerte y necesito abrazar a Elisabeth Cortés, la que en muchos correos mandó a comer mierda a Paul Coleman y luego lo enamoró. La animadora que conquistó a muchos y que incluso consiguió salir con hombres espectaculares. La que se presta para campañas publicitarias en ropa interior y propaga el mensaje de que si un hombre no da orgasmo debes dejarlo.

Sonrío, me siento un tanto ligera, con dolor y malos recuerdos, pero aun así me siento yo misma e incluso un poco más fuerte. Fui a una batalla y la perdí, pero no significa que deba perder el resto de las batallas en mi vida.

Puedo seguir brillando.

Esa tarde mientras almorzamos celebrando el cumpleaños de Sabrina, nuestra celebración se hace doble cuando nace una vez más Notitardes24 bajo la dirección de Karl Benson.

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