No más palabras romance Capítulo 22

Asunto: ¡Visita nocturna!

"Estoy de maravilla.

Confundido en mis pensamientos y escritos.

Esta confusión es tan grande, debería venir a explorarla conmigo.

No parece justo confundirme solo cuando ha sido usted en primer lugar la razón de esta historia.

Le adjunto mi dirección, me gustaría saber que tan valiente es mi personaje.

Confundido y en maravilloso estado, Paul Coleman."

No es un reto.

No es un reto Elisabeth..

No caigas.

Ni siquiera lo pienses.

¡Mierda! Me estoy poniendo de pie y estoy agarrando mi abrigo. Cristian me observa con confusión.

—Lo siento Macho, pero tengo cierto lugar al cual ir ¿Me perdonas?

— ¿Sucede algo?

—Eso creo. Prometo que nos veremos antes de que debas volver a Estados Unidos.

—De acuerdo, ve y resuelve cuál sea el problema.

Beso rápidamente su mejilla y le doy un abrazo. Camino a paso apresurado hacia mi auto y me hago una nota mental del hecho de que no pagué lo que comí. Cuando estoy dentro de mi auto mis dedos toman con fuerza el volante.

— ¿Qué estás haciendo Elisabeth? Esto no luce como una buena idea.

Por breves segundos me quedo sosteniendo el volante con fuerzas y entonces tomo mi celular y leo la dirección. Conozco la calle, así que pongo el auto en marcha.

—Que esto no termine en locura, por favor— susurro.

Esto tiene escrito por todos lados la palabra: desastre.

Esto va a terminar en un absoluto desastre, puedo intuirlo.

Capítulo Ocho: Demostración de la ficción

Bueno, esto no es una casa. Estoy estacionada frente a un edificio que luce más costoso que la urbanización donde vivo y quiero acotar que muchas veces he querido quejarme de lo costoso que resulta el pago de los servicios del lugar en donde habito, pero esto sin duda luce más exclusivo.

Sin embargo va con Paul, él luce elegante.

Saco mi celular y escribo rápidamente.

Asunto: ¿Qué pretende?

"¿Pretende usted realmente que yo llegue hasta su casa? ¿Cuál es el fin?

¿Cuál es el propósito?

¿Qué tan confundido se encuentra?

Una intrigada, Elise Cortés."

Muy bien, si él no contesta en los próximos 5 minutos me iré tranquilamente, ni siquiera me creo que dejé abandonado a Cristian, luego lo compensaré con uno de esos dulces de fresa que tanto le gustan. Estoy tratando de distraer mis pensamientos pero sin duda alguna en mi cabeza está flotando la misma pregunta: ¿Qué estás haciendo Elisabeth?

Lo sensato tiene que ser irme a mi casa, verificar que mis 5 peces siguen vivos, llamar a papá para desearles las buenas noches y hacer la transferencia bancaria para el pago de la mensualidad de Elise. Sí, debería ser sensata.

Y cuando estoy realmente proponiéndome ser sensata y olvidar el afán e impulso que me trajo hasta acá, mi celular vibra. No sé cómo, pero simplemente yo sé que al abrir el correo no habrá vuelta atrás.

Muy bien, aquí vamos.

Asunto: ¿Qué pretende usted?

"No proyecte sus dudas en mí.

Siempre estoy seguro de mis palabras.

HUYE CARIÑO MÍO. HUYE DEL HOMBRE CALIENTE."

"Solo vamos a aclarar unas dudas..."

"¿Cómo el color de tus bragas o que tan larga la tiene?"

Me río mientras me encargo de enviarle un emoticon pensativo, la respuesta es un dedo medio. Bueno, no creo que sea buen plan tocar cada botón hasta dar con el de Paul, quizás al final si recurra a irme exactamente por donde vine.

—Buenas noches.

Alzo la vista de mi celular para encontrar a un adolescente que me mira...

del modo en el que los adolescentes miran el porno. Sin embargo, estoy en favor de usar esta ventaja para colarme. Le doy una sonrisa ladeada, hecho mi cabello detrás de mi hombro y con mi dedo juego con el primer botón de mi abrigo.

Pobre adolescente, pero es un medio para conseguir un fin.

—Buenas noches, creo que podría llamarte mi salvador— él parpadea—. Verás, soy amiga de Paul ¿Lo conoces?

— ¿Pau el mejor?

—Uhm...— ¿No pueden haber más Paul en el edificio, verdad? — sí, él mismo. Y es la primera vez que vengo a visitarlo. Planeo darle una sorpresa.

—Que afortunado—suspira con la vista en mi dedo rodeando el botón—. Otro logro más por el que admirar a Pau el mejor.

Es algo dulce que sienta tanta admiración hacia Paul, eso despierta mi curiosidad del por qué lo llama Pau el mejor.

—Entonces ¿Tú me ayudarías?

—Eh... claro.

Mi sonrisa se amplía y paso una mano por mi cabello, sus ojos siguen mi movimiento. ¡Carajo! ¿Cuándo aprendí a ser tan buena manipuladora de adolescentes?

—Lo primero es entrar y lo segundo y más importante es saber su piso y número de apartamento.

—Claro, claro. Pasa adelante

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