No más palabras romance Capítulo 28

Río porque esta es una de las razones por las que amo a Harry, nunca se calla su opinión o preguntas. Como un gran bocado de helado disfrutando del momento.

Honestamente ¿Por qué Paul vino aquí a esta hora?

—Es complicado.

—Toda la vida está llena de complicaciones, hombre. Así funciona la vida.

—Sabio— digo batiendo mis pestañas hacia él.

— ¿Te convence eso de no casarte con Dexter? —Hace un puchero hacia mí. Río, encantada de jugar con el cerebro de Paul y que Harry se divierta a su costa.

—Pero Dexter fue honesto al pedírmelo y de esa manera también siempre tendré a Sabrina.

—Te convenceré para que no te cases— me guiña un ojos antes de volver de nuevo su atención a Paul—.Entonces ¿Qué es lo complicado?

—Creo que debo irme.

Lo observo incrédula porque vino a esta hora a simplemente no decir algo.

Que se joda. No tengo ni idea de qué sucede con Nicoleta la sobrona, pero de ninguna manera va a venir a aturdir mi vida.

Me inclino tanto hacia adelante que podría subirme sobre el mesón, Paul entrecierra sus ojos hacia mí.

—Cobarde.

— ¿Disculpa?

—Como lo escuchas, eres un cobarde. Vienes a la madrugada a mi casa, dices que tu novia o no novia es todo complicado y luego quieres irte ¡Ni siquiera te has terminado el helado!

—No soy ningún cobarde.

—Pruébalo, Paul Coleman.

Nos miramos fijamente, luego sus ojos bajan hasta mi cuello, vuelve su mirada a mi rostro y me da una pequeña sonrisa. Lamo lo que ahora se siente como unos labios muy resecos.

Mi corazón late deprisa y soy incapaz de correr la mirada mientras siento una extraña necesidad de arrojarme sobre él. No se supone que luego de haber estado con Cristian hace poco, me sienta frustrada sexualmente. No es así como funciona.

Pero parece que siento ganas de hacer todo tipos de cosas con Paul de mierda, del tipo que no incluyen ropa pero conllevan a muchos gemidos y sudor. ¡Mierda! Mis pensamientos tienen que retroceder, no pueden ir por ese camino. Me niego.

Paul se incorpora un poco y también se inclina hacia mí.

—No soy ningún cobarde, no necesito demostrártelo.

—Difiero de ello.

Harry se aclara la garganta pero no lo vemos, ninguno de los dos se atreve a alejar la mirada.

— ¿Por qué no se besan? La tensión está sofocándome, pone el aire muy denso para mis pulmones.

No puedo evitar sonreír ante las palabras de Harry, voy a voltear para decirle algo, pero entonces noto el movimiento de Paul. Primero es muy breve, pero luego se está inclinando muchísimo más hacia mi rostro.

Contengo la respiración cuando todo lo que puedo ver son sus ojos. Ve a mis labios y de vuelta a mis ojos antes de sonreír.

Y entonces siento sus labios en la comisura izquierda de mi boca, y sus palabras acarician mis labios cuando las pronuncia:

—No soy un cobarde. Y antes de tomar lo que quiero, debo hacer lo correcto.

Se aleja, toma otra cucharada de su helado y se pone de pie. Solo soy capaz de observarlo mientras me mantengo en la misma posición. No puedo moverme y tengo miedo de sufrir un ataque del corazón.

—Gracias por el helado.

—Te acompaño a la puerta— anuncia Harry.

Paul me da otra mirada antes de sacudir su cabeza y dirigirse a la salida con Harry siguiéndolo. Muerdo mi labio inferior ¿Qué ha sido todo esto?

Me dejo caer de nuevo en mi silla y tomo profundas respiraciones. Mi helado está muy derretido, pero aun así ahora necesito comerlo.

Él está deshaciéndome, está abriendo todas esas puertas que pensé que nadie tenía llave. Se está metiendo en mi sistema y eso no debería ocurrir.

Una cosa es admitir que me guste, pero otra muy distinta es dejarlo ir a más. Es como una grandísima señal de peligro brillando frente a mis ojos.

— ¿Qué mierda fue todo eso Elisabeth? ¿Desde cuándo ustedes...?

—Nosotros nada, solo intercambiábamos correos—le respondo a Harry.

Siendo el súper macho, gira mi asiento para observarme de frente.

—Eso ha sido más que intercambiar correos, cariño. Prácticamente iban a hacerlo aquí sobre el mesón. Había demasiada tensión sexual en el aire.

Con mis manos tomo las mejillas de Harry para que me observe fijamente, estoy enloqueciendo.

Y porque estoy inquieta, estiro mi mano tomando mi celular. Observo a mi lado a Harry dormir con rostro de ángel y envuelto en todas las sabanas que me ha quitado. Él tiene un sueño demasiado pesado como para despertarse por la iluminación de mi celular, pero de igual forma le disminuyo el brillo.

Abro mi correo y comienzo.

Asunto: Parte de la lista de quejas.

"Un cordial saludo Paul Coleman, en esta oportunidad le dirijo este correo con la más clara intención de dejar ante usted una parte de mi lista de quejas hacia su persona.

1. Usted no puede simplemente confundirme por la simple razón de que usted lo esté.

2. No me gusta que recurra más veces de lo necesario a la palabra

"complicado" para referirse a cual sea su situación.

3. Me altera sus visitas inesperadas. De verdad, me hace sentir que no sé qué hacer con usted a mí alrededor.

4. Me desconcierta las descripciones de su libro porque me hace sentir...

5. ¿Quiere alterar el mundo de las personas?

La lista sigue, pero supongo que justo ahora, cuando acabamos de tener hace poco menos de 2 horas un encuentro, no es necesario compartir información de más.

Buenas noches.

Quejosa Elisabeth Cortés"

Mi vista se queda en un punto indefinido de la pared mientras dejo de nuevo el celular sobre la mesita de noche. Cierro mis ojos en busca del sueño, pero mi celular suena. Abro los ojos de nuevo y lo tomo.

Asunto: Re: Quejas.

"Interesante.

Aquí le dejo una de mis quejas:

1. Que usted sea más de lo que esperaba.

Buenas noches para usted.

Paul Coleman."

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras