No más palabras romance Capítulo 35

— ¡Ella nada! No sé quién te educó, pero cuando alguien se siente amenazado por otra persona maravillosa todo lo que queda es actuar con respeto y mostrar seguridad. Mi Eli no tiene la culpa si tu novio simplemente no puede dejar de verla. Mi hija no es ninguna puta y sus fanáticos tanto como quienes la amamos lo sabemos.

»Si tuviera un poco educación sabrías comportarte como una dama de la manera en la que se ha estado comportando mi hija ante cada una de tus preguntas estúpidas ¡Y como la maldita mierda que no voy a quedarme aquí viéndote querer hacer sentir mal a la niña que con tanto amor crié! Estoy en una silla de ruedas pero no soy sordo ni mudo y nunca me quedaré callado viendo como insultan a lo que es un ángel para mí.

Las manos de papá tiemblan, eso es muy mala señal.

Tomo su rostro en mis manos mientras parece frenético, como si quisiera solo hacer desaparecer con su mirada a una estupefacta Nicole.

—Papi, mírame. Mírame— lo hace—. No importa lo que digan, tú y yo sabemos quién soy. Nadie va a hacernos cabrear ¿Verdad? Somos Elisabeth y Dante contra el mundo, nadie puede con nosotros. Piensa que el mundo es un lugar repleto de personas con educación y otras que no la poseen.

» ¿Me ves llorando?

—No—gruñe.

—Porque no me afectan las palabras codiciosas, de mala fe o venenosas. Eso pasa cuando eres genial, que muchos quieren ser como tú pero no lo logran. Ya sabes, criaste a un niña genial destinada a brillar.

—No una puta.

—No papá, tú y mamá no criaron a ninguna puta. Por supuesto que no— su respiración se va volviendo calmada, la comisura izquierda de su boca se eleva como si quisiera darme una mínima sonrisa— ¿Si que crié a una niña genial, verdad?

—Científicamente comprobado— le guiño un ojo y tomo su mano para dejar un beso. Me doy cuenta de que todos nos observan, me dirijo a Amber—. Creo que es hora de que papá y yo vayamos a casa.

Me pongo de pie y Paul también lo hace, parece como si buscara mi mirada, pero acabé con la cosa de recibir mierda de su querida novia. Ella cruzó una línea.

—Elisabeth, deja que te...

— ¿Qué, qué, Pally?

— ¿Puedes solo callarte? ¡No sabes cuándo parar! ¿Dónde está tu educación? Y no vuelvas a llamarme Pally, lo odio. No me gusta. Mi nombre es Paul ¡Paul!

—Pero...

— ¡Pero nada! No lo entiendes, hablamos y hablamos ¡Y no lo entiendes! Estoy cansado, ya, me rindo. Déjalo así Nicole, ya basta.

Da grandes zancadas hasta entrar a la gran casa, solo pasan segundos antes de que Nicole salga detrás de él.

—Explotó, iba a suceder— escucho a Eddy.

Alguien aclara su garganta, es Sophia luciendo muy incómoda y avergonzada.

—Lamentamos todo eso, nosotros... nunca, lo sentimos de verdad.

—No se preocupe, la comida estuvo deliciosa y todo lo anterior estuvo bien. Papá y yo pasamos un día diferente y tienen una hermosa familia.

—Gracias por recibirnos, hasta luego— masculla papá comenzando a manipular su silla hasta la salida. Amber y yo lo seguimos.

Al pasar por la sala se escuchan los lloriqueos de Nicole, ella está abrazando a Paul desde atrás mientras no deja de pedir disculpa.

— ¿Quieres que me disculpe? ¡Lo haré!

Cuando llegamos a casa de papá él se acuesta a dormir, me quedo un rato hablando con Amber y luego parto hacia mi casa. Tengo 2 horas para llegar al programa. Estaciono afuera porque pronto volveré a salir.

Mi celular suena.

Lo observo y es un correo. Se vislumbra el asunto: lo siento.

Ruedo mis ojos e ignoro el correo, justo ahora no necesito sus disculpas por las acciones de su novia. Que los jodan con su noviazgo estúpido. No necesito esto en mi vida.

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Estoy algo malhumorada.

Como muy malhumorada.

A un paso de estar al nivel medio-alto de lo que legalmente consideraremos estar cabreados.

Es como si toda la sensatez y calma que tuve después de lo ocurrido, en la casa de la familia Coleman, finalmente estallará y trajera a flote mi ira.

Desprecio a Nicole de una manera que seguramente no es sana, pero hasta ahora realmente analizo todos sus ataques y con mucha dignidad me aplaudo a mí misma mis respuestas.

No me avergüenzo de quién soy, mis trabajos, aventuras o modo de vivir la vida.

¡Demonios! Recuerdo que cuando Sabrina y yo recibimos la propuesta para hacer la campaña de lencería para la prestigiosa marca, estábamos encantadísimas. Disfrutamos de todo el proceso y cuando vi cada foto me sentí muy orgullosa del resultado y cómoda con ello. No fue como si me quite la ropa y me abrí de piernas ¿Y si lo hiciera, qué? Es mi cuerpo, mi vida, y ninguna novia celosa tendría porque venir a creer que es la santa del cielo con la potestad de juzgar a otros.

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