No más palabras romance Capítulo 64

—Y yo a ti Eli, sé que cuando cocinas no intentas envenenarme adrede.

—Es bueno que lo sepas. Iré a cambiarme y luego salgo.

—Está bien— comienzo a alejarse— ¡Ah! Y Eli.

— ¿Si?

—Llévate el libro para que lo firme, sé que vas a ver ese escritor. Si vieras tu cara de tonta en este momento, te reirías de ti misma.

— ¡Papá!

—Tú solo lleva el libro.

Le saco la lengua de forma infantil antes de ir a mi antigua habitación, tomo mi celular de la cama y decido llamar a Paul.

—Hola, musa.

—Sorprendente, solo sonó dos veces. Puedes al menos hacerte de rogar, Paul.

—No tengo que fingir que no me gustas.

—Sabes qué decir para hacerme sonreír.

—Entonces me sentiré afortunado, por ello— suena agitado.

— ¿Qué haces?

—Terminaba mi serie de ejercicio en el gimnasio.

—Delicioso— eso lo hace reír.

—Entonces, no voy a molestarme por esta llamada, pero ¿A qué se debe?

—Te invito a una cita.

—Fingiré que no me has tomado por sorpresa.

—Tengo un montón de tiempo libre y te invito a almorzar—hay un silencio—. Es decir, iremos a algún lugar, no cocinaré.

—Gracias por aclarar tan importante punto. Debo ir a mi apartamento y tomar una ducha ¿Paso por ti en una hora y media?

—Soy yo quien te está invitando a salir, yo paso por ti.

—Una mujer decidida, me gusta. Te veo entonces, musa.

Finaliza la llamada y muerdo mi labio mientras camino hacia mi pequeño armario de esta casa en donde me he encargado de dejar algunas ropas.

Tomo uno de los pocos jeans que poseo y una camisa nada especial pero que va bien con el aspecto sencillo que quiero tener. Me ducho y visto, no me molesto en maquillarme, solo me aplico un poco de pintura labial y cepillo mi cabello. Tomo mi bolso, lentes de sol – aunque no hay sol – mi abrigo y celular.

Cuando llego a la sala de estar, Elise ya se encuentra aquí. Me ignora y me encojo de hombros apretando el brazo de papá.

—Diviértete.

—Tú también, Eli. No olvides el libro.

—Por supuesto, el libro.

Mis hermanos no se despiden, Edgar solo me da un asentimiento con su cabeza. Camino hasta el estante lleno de libro en la sala y tomo el libro de Paul que papá tanto lee aun cuando tienes otros dos más de él. Este es su favorito, él que nos unió. Un libro de ficción general que al final nos dejó pensando sobre qué hemos estado haciendo con nuestras vidas y con una sensación de paz y entendimiento sobre el mundo que nos mostró en 26 capítulos. Sin epilogo, porque entonces noté que Paul nunca hace epílogo.

Subo a mi auto y me pongo en marcha y trato de no inquietarme ante el hecho de dejar a papá con ellos. Él aún se puede valer por sí mismo, por lo que no es como si no pudiera defenderse o caerse...Y mejor no pienso en eso. Mientras conduzco a mi mente vienen las palabras de Edgar sobre perdonar a papá ¿Qué tendría que perdonarle a un hombre que nos dio todo y fue amoroso en nuestro crecimiento? Nunca nos faltó nada, nunca pasamos hambre y obtuvimos una buena educación junto a una familia amorosa ¿Qué tendría él que perdonarle?

Entre mis pensamientos no tardó mucho en llegar por Paul y río cuando de hecho ya se encuentra esperándome. Camina hacia mi auto y me tomo el tiempo de comérmelo con la vista. Su cabello ha crecido un poco desde que comenzamos toda esta locura de los coqueteos directos, por lo que las ondas son mucho más notables. Lleva una chaqueta de cuero marrón sobre una camisa blanca y jeans desgastados. Se ve más joven y tan caliente.

Desbloqueo el seguro de las puertas y sube. Cierra la puerta y se gira hacia mí. Sonríe antes de dirigir sus dedos a mi barbilla y atraer mi rostro al suyo dándome un pequeño beso. No sé si voy a acostumbrarme a este tipo nuevo de saludo, pero sí sé que me encanta.

—Te ves diferente, de una manera hermosa.

—Llevo pantalón, camisa blanca cerrada, zapatillas sin tacón y ni un poco de maquillaje.

—Y me gusta este lado de ti también.

Desabrocho mi cinturón de seguridad para poder estirarme hasta el asiento de atrás y tomar el libro.

Por largos segundos todo lo que hago es observarlo y cuando de manera no discreta acomoda sus jeans, no sé qué será de mí. Retiro los seguros y bajamos del auto, de inmediato toma mi mano entrelazando nuestros dedos y se siente tan bien que le sonrío. Siento mis mejillas calientes y eso se debe a que estoy ardiendo por este hombre, su breve caricia y beso en el auto.

El lugar es muy pequeño y nos asignan una de las mesas de una esquina, hay pocas personas y no parecen interesarse en nosotros. El dueño, un escandaloso italiano, prácticamente nos cuenta de su vida antes de entregarnos el menú.

—Todo aquí tiene un precio accesible.

—No todo lo bueno tiene que ser costoso— es lo que dice Paul.

Nos toma un tiempo coincidir con los ingredientes de la pizza y luego río cuando adicional a ello Paul pide dedos de queso y algunas otras cosas. Toda una semana de ejercicio siendo sacrificada por este hombre.

Está sentado a mi lado, de costado para poder observarme en su totalidad.

—Pensé que no te vería hasta mañana.

—Mis hermanos están visitando a papá y dejaron muy en claro que no era tan bienvenida a pasar la tarde con ellos y honestamente aun no olvido la última vez que nos vimos, por lo que tampoco me sentía cómoda pasando tiempo con ellos.

»Y sabiendo que tenía tiempo libre lo primero que pensé fue en conseguir que saliéramos un poco, después de todo es lo que estamos haciendo ¿No? Salir.

— ¿Qué debo esperar de tus amigos mañana?

En automático mi sonrisa aparece porque eso será increíble de ver.

—Bueno, ya conoces a Harry, Ágatha y Valeria.

—También conozco a Sabrina.

—Cierto. Lo que te restaría a Joseph, Peter, Andrea, Rayan y Dexter.

»Joseph es el de los temas internacionales, si has visto el programa seguro debes saber.

—Sí, los identifico...

—Ya conociste a Andrea—parece confundido—. Cuando dejaste un recado no amistoso sobre que yo debía ir a ver un psiquiatra o algo así, ella es la novia de Joseph.

—De acuerdo.

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