—Todos son geniales con personalidades muy diferentes, tu única preocupación quizá tendría que ser Dexter.
— ¿Por qué?
—Porque frustraste su sueño, hasta hace poco, Dexter tenía planeado un matrimonio con Sabrina y conmigo.
—Esto no es raro en absoluto.1
—Y Dexter es un amigo muy cariñoso, bastante. Y siempre hemos sido cercanos, casi tanto como lo soy con Harry.
—No puedo prepararme para eso, supongo que solo resta ver y actuar.
—Buen plan.
— ¿Te das cuenta de lo afortunada que eres? Tienes más amigos de los que puedes contar con una mano y todo ellos son como tu familia, no todos tienen esa fortuna.
—Lo sé, los amo y ellos lo saben.
Nuestra pizza llega y es realmente deliciosa, además de que la conversación es agradable, él me da toda su atención cuando hablo y yo le doy la mía.
Me doy cuenta de que sonríe y ríe mucho, cosa que antes no hacía con tanta frecuencia, al menos las primeras veces que lo vi.
Cuando terminamos de comer río porque me ve de manera tonta y con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué?
—Nada, solo observo a mi postre. Pensando qué lugares debo lamer y cuáles morder. Los postres no solo engullen, deben disfrutarte parte por parte, lamida tras lamida, mordida tras mordida.
— ¿Quieres comerme?
—De pies a cabeza y no de una manera caníbal. De una manera más placentera.
—Yo no sé por qué todavía tus palabras me sorprenden.
Ríe y yo pido la cuenta, le impido luchar cuando pago porque alego que yo invité y por lo tanto yo pago. Me gusta un poco más cuanto se rinde y se encoge de hombros, sin caer en actitudes machistas o discusión sin sentido.
Volvemos a mi auto y en un silencio tranquilo conduzco hasta su urbanización.
Ni siquiera finjo que no planeo subir con él, porque me estaciono y apago el auto. Antes de que él pueda bajar, desabrocho mi cinturón de seguridad y como puedo llego hasta él, ubicando mis rodillas a cada lado de su cuerpo, sin sentarme, y bajo mi rostro para besarlo. Paul ni siquiera lo duda, de inmediato me devuelve el beso de manera apasionada mientras sus manos se posan en mi culo y me acerca a su cuerpo.
Enredo mis dedos en su cabello mientras nuestros labios se mueven de manera sensual y luego una de sus manos baja mucho más acariciando de manera superficial, y apenas un poco, más debajo de las mejillas de mi trasero. Mordisqueo su labio inferior y cuando finalmente bajo mis caderas para sentarme sobre su regazo, siento su erección, presionarse justo donde lo ansío. Gemimos.
No sé cómo lo logra, pero Paul lograr abrir la puerta de mi auto y bajarnos mientras me sostiene. Recuesta mi espalda de la puerta tras cerrarla, mis piernas alrededor de su cintura mientras se presiona contra mí y besa mi cuello.
—Creo que nos gusta mucho lo público—susurra contra mi piel antes de lamer—, pero quiero y prefiero tomar el postre en mi apartamento ¿Qué me dices Elisabeth, quieres?
----
Los dedos de Paul se curvan y ellos comienzan a acariciarme mientras me observa con fijeza. Un gemido escapa de mis labios justo antes de que él lo trague con un beso. Me toca con destreza mientras me besa. Lamento haber optado por un jean justo hoy y no por la facilidad de una falda o vestido.
Yo misma me encargo de sacarme mi camisa, razón por la que debe dejar de besarme, pero luego comienza a besar mi cuello y su barba pica contra mi piel de una manera agradable. Muerde mi hombro y dos de sus dedos se vuelven protagonistas junto a su pulgar dentro de mi ropa interior, haciéndome gemir con fuerza.
—Saben espectacularmente bien.
— ¿Ah? —cuestiono, deja de besar mi clavícula para observarme.
—Tus pechos. Cuando le dijiste a ella que tendría que preguntarme a qué sabían, saben espectacularmente bien y una vez más quiero probarlos.
Saca su mano de mis bragas y quiero quejarme porque estoy demasiado excitada, pero entonces quita mi sujetador y lo arroja a cualquier lugar. Por un momento solo observa a mis ahora pechos desnudos, luego baja su rostro y lame uno de mis pezones antes de succionar y comenzar a torturarme con las caricias más placenteras entre sus dedos y su boca.
Estoy segura de que digo muchas incoherencias, de que gimo mucho y pido más.
Como puedo saco su camisa y mis uñas rasguñan sus abdominales junto a su pecho. Me incorporo para besar su pecho y lamo su pezón haciéndolo gemir. Paul no es un hombre de dar muchas vueltas, parece que sabe ir por lo que quiere, en un momento estoy usando mis jeans y luego solo estoy llevando mis bragas inservibles. Tomo su cuello y lo beso, lo beso por tanto tiempo que mis labios podrían adormecerse si no me gustara tanto lo que estoy experimentando.
Me hace recostarme sobre el mesón y me sonríe mientras toma mi pierna y comienza a besar mi tobillo mientras va ascendiendo.
— ¿Sabes? Hablaba muy en serio sobre comerte—muerde mi rodilla y me estremezco mientras su otra mano toma un lado de las cinturillas de mis bragas para irlas bajando—. Escribí sobre Paolo dándose un banquete con Elizabeth.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras