No más palabras romance Capítulo 67

Una de sus manos abandona mi trasero para ir hacia adelante y enloquecerme aún más, es quizás la primera vez en la que llego a un orgasmo tan rápido mientras tengo sexo y es el orgasmo más arrollador que he tenido alguna vez. Grito, cierro mis ojos, tiro de su cabello y echo mi cabeza hacia atrás mientras me estremezco.

Me siento de una manera inexplicable, si alguna vez pierdo la memoria, espero no perder el recuerdo de este espectacular orgasmo que me hizo perder cualquier razón y solo sentir. Mi cuerpo se estremece con las réplicas.

Paul se detiene y alza su rostro sonrojado para observarme. Mi pulgar pasa por su labio inferior y lo atrapa en sus dientes y que el cielo me ayude, pero soy tan codiciosa que ya estoy deseando más. Aún se encuentra rígido, erecto y duro dentro de mí. Libera mi dedo dándole una breve lamida antes de sonreírme.

— ¿Qué tal todo? — su voz es mucho más ronca de lo habitual y unas venas se marcan en su cuello.

—Fui al paraíso de los orgasmos.

— ¿Y volviste?

—Eso creo.

—Déjame llevarte de nuevo— susurra contra mi barbilla.

—No puedo negarte eso.

Se ríe de una manera tan roca que sé que está muy tenso debido a que aún no llega al orgasmo. Retira mi espalda de la pared, nos da la espalda recostando su espalda de dicha pared y deslizándose hasta sentarse en el suelo. Prácticamente soy obligada a dejar mis rodillas contra el suelo mientras estoy a horcajadas en su cuerpo, con la mitad de su miembro dentro de mí. Todo esto es tan erótico que de nuevo estoy muy entusiasta y caliente.

Sus manos van a mis caderas y viéndome a los ojos guía mi cuerpo hacia abajo antes de inclinarse hacia adelante y atrapar uno de mis pezones entre sus labios. De nuevo soy una mujer caliente y deseosa. En un principio muevo mis caderas solo un poco, pero a medida que vamos avanzando mis movimientos son más insistentes guiados por sus manos en mis caderas y motivada por la atención húmeda que su boca le da a mis pechos.

De nuevo estoy gimiendo, y de nuevo Paul está llevándome al paraíso de los orgasmos. Me enloquece, me hace moverme en busca de nuestra liberación y cuando muerde mi pezón y bajo sobre él de nuevo, una vez más estoy viajando en un orgasmo, solo que está vez siento la calidez de su esencia mientras su cuerpo se tensa antes de comenzar a estremecerse.

Esta vez no soy la única en el paraíso de los orgasmos, no he hecho mi viaje sola.

Minutos después, cuando hemos recuperado la respiración, mantengo mi mejilla recostada de su hombro mientras sus dedos acarician mi espalda.

Su pecho tiembla con una corta risa.

— ¿Qué?

—Paolo y Elizabeth fueron dulces, lentos, incluso románticos. Nosotros fuimos toda pasión ¿No?

—Quizás Paolo y Elizabeth puedan conseguir una escena así de apasionada y nosotros una así de dulce— respondo viendo hacia su pared antes de suspirar—. Me siento deliciosamente agotada.

Me incorporo un poco y con mis dedos acaricio las tres líneas claras de estrías que casi no se notan en su hombro. Voltea a verme y dejo un beso ahí.

—Casi creería que debo agradecerle a Elise y Edgar por ir a casa.

—Yo me siento agradecido.

—Finalmente me quitaste las bragas.

—Finalmente hice varias de las cosas que deseaba hacerte.

— ¿Aún quedan cosas?

—Muchas.

Deja un beso en el centro de mi garganta antes de con sus dedos retirar cabello de mi rostro.

»Elisabeth ¿Fue mucho?

—Me gustan las pocas pecas en la parte más alta e interna de tu muslo. También me gustan las cuatro pecas en la mejilla izquierda de tu trasero. Y me gusta como sabes en cada parte de tu cuerpo.

—Te gustan muchas cosas de mí, escritor versátil.

—No podría negar tal declaración.

—Ahora, debo volver a casa, no me gusta dejarlo tanto tiempo sin saber de él.

Me pongo de pie tomando mi arrugada camisa y caminando a su sala siendo seguida por él. Salgo de su casa y en el ascensor compartimos miradas tontas y cómplices. Me acompaña hasta la puerta de mi auto y me sonríe.

—Entonces...

— ¿Entonces?

Ambos reímos y se acerca dejando un beso húmedo en mi boca que me recuerda cada cosa que hemos hecho hoy. Su pulgar acaricia mi mejilla cuando deja de besarme.

—Algunas cosas no necesitan planearse para que sucedan ¿Cierto?

—Honestas palabras de un escritor—le doy otro beso antes de subir a mi auto— ¿Te veo mañana?

—Ahí estaré con mis voces de la conciencia ¿Alguna advertencia sobre tus amigos?

—Uhm, que no te prepares. No hay manera en la que puedas prepararte para todo ellos juntos.

Le arrojo un beso que lo deja riendo mientras me alejo sin poder borrar la sonrisa. ¿Qué ha sucedido? Tener orgasmos así de alucinantes nunca ha sido tan real. Estoy en una nube de la cual no quiero bajar.

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