»Y Nicole, a ella le debía tanto. Lamentaba que me hubiese visto de esa manera, haber dejado en su memoria esa imagen de mí tan cercano a la muerte. Ella me abrazó y entonces entendí que sin ella no estaría respirando. Las palabras nunca alcanzarían para agradecerle y ella también cambió, no era ya esta niña que insistía amarme, no insistía sobre nosotros, solo estaba ahí feliz de haber llegado a tiempo.
»Me costó adaptarme, pero luego me di cuenta que era mi vida, estaba viviendo y por primera vez en años yo no era infeliz. Seguí escribiendo y tenía la suficiente fe en mí para enviar mis manuscritos a editoriales, muchos dudaron, pero no me importaba, yo ahora creía en mí. Y en mi cumpleaños número veintiuno, una editorial me contactó y lo terminé de entender. Mi vida valía mucho más que lo que un peso pudiera indicarme, que lo que alguien más pudiera decir. No me mató, me hizo más fuerte y consciente de cuánto valgo.
De acuerdo. Estoy llorando. Estoy llorando por tristeza de lo que sufrió, de alegría porque salió adelante y de maldito orgullo porque logró levantarse cuando creyó que no podría. El hombre a mi lado simplemente es indescriptible y me apena que otros no supieran valorarlo, se perdieron la oportunidad de tener en su vida a alguien tan maravilloso.
— ¿Qué sucedió con Abby?
—Supongo que fue a la universidad, no lo sé. Nunca pregunté por ella de nuevo, no me interesé por ellos. Me fui a estudiar a Caracas, en ocasiones cuando volvía a casa pude ver a algunos y solo me observaban o saludaban. Les devolvía el saludo y seguía. No te mentiré y diré que las primeras veces no me asustó, pero luego solo avanzaba. Mérida es grande y a algunos no los volví a ver como a Abby y su hermano. No solo se trata de quienes me acosaron, también se encuentran los que rieron de ello, los que solo veían o los que preferían fingir que no lo notaban.
»Cuando mi fama explotó muchos se acercaron, supe despacharlos con cordialidad. Aprendí a usar mis palabras pero sin la intensión de causarles el dolor que una vez me causaron a mí, porque sé lo que se siente estar ahí.
Me da una pequeña sonrisa y estira sus dedos limpiando mis lágrimas. Le doy una sonrisa temblorosa.
—No llores por mí, musa. Soy feliz. Justo ahora, soy muy feliz.
— ¿Por eso estabas con Nicole?
—Pensé que si ella me amó en mi peor momento y aún estaba esperando por mí, era el momento de intentar corresponderle. Lo atrasé por mucho tiempo, pero sabía que lo haría en algún punto, solo quería aventurarme al mundo al menos un momento. Quería hacerla feliz y sé que toda mi familia lo esperaban, ellos la veían como mi ángel.
»Yo quise intentarlo, realmente la quiero mucho y le agradezco tanto, quise hacerla feliz. Pero estar conmigo pareció ser un detonante porque empezó a cambiar y de repente parece que no me veía como Paul, sino como su posesión. Creo que está equivocada sobre sus sentimientos y me ve como su creación. Sé que le debo mi vida, pero hacerla infeliz estando con ella cuando no lo estoy al 100% no es la solución, me di cuenta tarde. Yo quiero que ella sea feliz, pero nuestras felicidades no están juntas.
Detesto a Nicole, pero agradezco con cada grano de mí ser que ella llegara a tiempo y por ello espero y encuentre la manera de ser feliz. Pero tampoco estoy de acuerdo en usar la vida de Paul como una garantía para tenerlo, para poseerlo ni tampoco es razón justificable para venir a decirme que no lo querré después de la historia, como si de algún modo él estuviese maldito. Está enferma de sus sentimientos.
Tomo el rostro de Paul en mis manos y lo veo fijamente a los ojos.
—Ella estaba tan equivocada cuando dijo que después de esta historia yo no querría estar contigo. Te admiro, Paul. Saliste de la oscuridad con ganas de brillar y alcanzar tus sueños. No fue fácil, pero lo lograste. Esto solo hace que yo vea lo valioso que eres y lo hermoso que es tu interior.
»No me hubiese importado conocerte con más peso, porque a mí lo que terminó por atraparme fueron tus ingeniosas respuestas. Tus educados y contundentes correos. No negaré que me encanta tu envoltura, pero también me encanta quién eres. Y creo que deberías ser mi novio.
— ¿Estás pidiéndome ser tu novio? —sonríe con diversión.
—Así es, soy una mujer que sabe lo que quiere. Y te quiero a ti. ¿Quieres ser mi novio?
—No esperaba está petición.
—Pero sí quieres ser mi novio.
—Bastante confiada. Pero sí, creo que eso me gustaría.
—Puedes totalmente contar con ello. Por cierto ¿Sabes?
— ¿Qué?
—Yo había escrito que Elizabeth le pedía a Paolo ser su novio. Casualidades.
— ¿Y por qué ella y no él?
—Porque ya era evidente que Paolo había caído por ella, solo se necesitaba que ella lo admitiera y diera ese paso.
— ¿Eso hizo feliz a Paolo?
—Lo hizo increíblemente feliz.
—Mucho silencio.
Alzo la vista de mi libreta de posibles preguntas y sonrío a papá. Se acerca hasta estar frente a mí.
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