¡Papá compró una humana! romance Capítulo 18

Quizá mi breve tiempo en esta manada, en donde no tenían ataques de otras manadas por no tener a un Alfa idiota, me habían ablandado y dejé de tener la guardia alta.

Los aullidos de lobos fuera del edificio me hicieron ponerme en acción; primero que nada, tenía que llevar a los pequeños a un lugar seguro. No podíamos quedarnos aquí por el simple hecho de que es un lugar fácil de defender pero difícil para hacer una evacuación en caso de que de alguna forma comiencen a incendiar el lugar.

-Bien chicos, nuevo plan. – Dije a los cachorros que parecían bastante asustados. – Chase, sé mi segundo al mando de nuestra pequeña manada provisional.

-Si, Rose. – Dijo frunciendo el ceño.

Habíamos practicado la formación justo la semana pasada. Para casos en los que tuviéramos que salir del lugar y nos encontráramos solos, necesitaba a un cachorro valiente que me ayudara con la retaguardia. Su principal trabajo sería estar alerta y avisarme si algo nos persigue para que yo pueda reaccionar.

-Los demás, tres columnas. Dejaremos el lugar y necesito que me escuchen y mantengan la calma…

Entonces el inconfundible sonido de alguien derribando la puerta echó por tierra el plan de salir.

Algunos cachorros asustados comenzaron a treparme como monos y perdí momentáneamente el equilibrio.

-Escuchen… ¡Auch! Yo también estoy asustada, pero necesito mis brazos y piernas para protegerlos, pequeños. – Dije utilizando mi bastón para volver a equilibrarme.

Una pequeña mano tomó la mía y yo giré mi atención hacia Chase. Se veía asustado pero decidido.

Cerré los ojos un precioso segundo para pensar y, por suerte, se me ocurrió algo que podría funcionar.

-Bien chicos, nuevo plan. – Dije comenzando a quitar delicadamente algunas manos de mi cuello. – Ustedes me ayudarán a combatir a los malos.

-¿Cómo? – Preguntó una chica con lágrimas en los ojos.- No podemos usar nuestras garras.

-Ni colmillos. – Dijo otro chico.

-No, pero pueden lanzar bolas de lodo para distraerlos. También debemos construir una trinchera.

Con eso, los cachorros llorosos comenzaron a tranquilizarse y me miraban con curiosidad.

-Traigan las colchonetas que utilizamos para los ejercicios de flexibilidad. – Dije comenzando a dar órdenes mientras vigilaba la entrada del patio. Nos encontrábamos lejos de la entrada principal, pero no tardarían en llegar los problemas hasta aquí. – Colóquenlas en la esquina de allá; también vayan por lo palos de escoba y lleven para allá la carreta que dejé ahí.

Algunos cachorros más reluctantes pero curiosos que otros, corrieron a hacer lo que pedí.

-Eres el cachorro mejor entrenado de aquí, Chase. – Dije en tono bajo de tal forma que ninguno de los otros me escuchara. – Toma mi móvil y llama a Edson si ves que yo no puedo con el reto. No te enfrentes a ninguno de ellos, solo pide ayuda.

-Si, Rose. – Dijo tomando el móvil rosa que le ofrecía. – Ayudaré a apilar las colchonetas.

-Hazlo y quédate detrás junto con el resto. A mi señal, comiencen a lanzar bolas de lodo a todo lo que pase por esa puerta.

Me posicioné a unos metros de la entrada usando mi cuerpo como un muro entre lo que sea que haya entrado a la escuela y los cachorros asustados detrás de mí. Tal vez no sería un muro muy resistente, pero si muy decidida a proteger a mis pequeños alumnos.

Con eso en mente, giré mi bastón unas cuantas veces y golpe el piso con el extremo del mismo rezando porque se partiera de la forma en que quería. Lo hizo y no me permití llorar por haber roto un poco el regalo del señor Fred. Lo había convertido en una lanza.

Cinco largos y eternos minutos después, el primer lobo entró por la puerta. Me analizó por algunos tensos segundos y luego cargó contra mí con los colmillos descubiertos. No creía que este lobo fuera amigo.

-¡Ahora! – Grité lo más fuerte que pude.

Un montón de proyectiles marrones comenzaron a llover sobre el lobo; desgraciadamente no detuvo su carrera, así que respiré hondo para tomar valor. Obviamente yo también estaba asustada; por el amor de todo lo que es dulce, yo solo era una frágil humana.

Cuando estuvo a la altura adecuada, ataque con la firme intensión de matar; no podía darme el lujo de que el lobo se levantara.

El primer golpe lo dejó aturdido ya que lo dirigí hacia su nariz, el segundo golpe fue hacia la parte blanda debajo del cuello para poder elevar su boca por algunos segundos y luego cambié rápidamente el extremo curvo por el extremo roto de mi bastón para poder clavarlo justo a la altura de donde iniciaba el pelaje de su pecho.

Bueno, a la m****a mi vida. No era lo mismo luchar contra más de un lobo que estuviera entrenado para la batalla al mismo tiempo.

Los cachorros formaron las tres columnas que antes les había pedido; algunos chicos patearon los cadáveres en su camino con un pequeño gruñido y eso fue jodidamente adorable.

-Cachorros, tenemos que salir de aquí porque no soy invencible. – Dije mirándolos seria. – Los protegeré lo mejor que pueda en el camino, pero tenemos que llegar al almacén de ropa de la señorita Candice.

Después de mi segundo día de trabajo, Edson me había recordado muy amablemente que no había pasado por el edificio de ladrillos rojo que me había comentado en compensación por lo del día anterior. Así que después de la escuela, nos llevó a Amanda, a Chase y a mí al lugar.

Era una especie de centro comercial en miniatura donde solo se vendía ropa, accesorios y calzado. Me presentó a la señorita Candice y luego me dejó gastar una cantidad indecente de dinero en ropa; se lo agradecí de corazón ya que lo único que tenía para ponerme era la ropa con la que había llegado a la manada.

No me dejó regresarle el dinero, pero llegamos a un acuerdo en el que le haría pequeños favores aquí y allá. No sabía que era un jodido bastardo explotador, pero me estoy desviando aquí. Lo importante de haber conocido a la señorita Candice no solo fue saber en dónde podía comprar ropa, sino que Edson me enseñó que debajo del edificio estaba la entrada más cercana a la escuela para el túnel subterráneo que llevaba hasta el bunker seguro. Ese mismo día, Edson metió mis huellas dactilares en el sistema para que yo también pudiera utilizarlo sin problemas.

¿Por qué m****a no había algo más cercano?

Porque estaban renovando la antigua escuela que se encontraba a unos pasos del túnel. Suponía que pensaron que tendrían tiempo para terminarlo con todos estos meses de paz y todo eso, así que en donde actualmente laboraba era un sitio provisional. El Alfa escucharía mis quejas… en cuanto pusiera a todos a salvo.

Detuve a los cachorros para asomarme brevemente por la entrada principal; la calle parecía desierta.

-Escuchen con atención, cachorros. – Dije agachándome para estar a su altura. – Debemos de correr hasta el almacén de ropa. Chase me avisará si alguien nos está siguiendo, así que ustedes solo enfóquense en correr lo más rápido que puedan. No se detengan aunque ya no esté en su línea de visión; soy la encargada de protegerlos, así que eso haré.

Algunas chicas llorosas me abrazaron y casi me tiran, yo di algunas suaves palmadas antes de levantarme. Miré brevemente los rostros de mis pequeños, y me detuve unos segundos en los ojos de Amanda. Había estado muy callada, solo esperaba que fuera porque tenía miedo.

-Entren al túnel y ciérrenlo detrás de ustedes, yo los seguiré en cuanto pueda.

Con eso me di la vuelta y conduje a todos hacia afuera.

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