Lo único bueno de los ataques de otras manadas a cualquier territorio, era que les gustaba utilizar sus colmillos y garras. No sabía el motivo de esto, pero suponía que era mucho más personal que las balas, así que no tendría que cuidarme de recibir algún proyectil. Una preocupación menos.
El edificio de la señorita Candice se encontraba a unas buenas dos cuadras largas de distancia; nosotros estábamos a la mitad de la primera cuando un lobo salió de la nada y se dirigió directo hacia mí.
No detuve la marcha y tampoco sentí preocupación; el lobo estaba bastante herido y no me mostraba los colmillos, por lo que mi mejor suposición es que era alguien de esta manada.
A pocos metros de encontrarnos, se transformó y mi nivel de tensión creció.
-¡Lucía!
Ella arrastraba una pierna muy mal herida y se tapaba un lado del cuello con una mano; estaba mortalmente pálida.
-¡Gracias a Nuestra Gran Madre que están bien! – Exclamó cuando estuvo cerca. – Muy buen día para que decidieran darle mantenimiento a la alarma de este sector… - Se interrumpió para toser un poco; yo la tomé por la cintura para que apoyara un poco de peso sobre mí. – Venía a avisarte que estamos siendo atacados, supongo que no tenía que preocuparme.
-¿Crees que puedas llegar con los cachorros hasta el almacén de ropa? – Pregunté con urgencia escaneando los alrededores. Ya habría tiempo para preocuparme cómo m****a había resultado tan herida.
-Me estoy desangrando, tendré suerte si llego media cuadra más allá de aquí. – Dijo con voz seria. – Déjame y llévate a los cachorros.
-No te dejaré. – Dije negando con la cabeza. - Transfórmate en lobo, creo que puedo…
Entonces otro par de lobos dieron la vuelta en la esquina y vinieron directos hacia aquí con los colmillos al descubierto.
-M****a, transfórmate y ponte detrás de mí. – Dije y luego giré brevemente hacia los cachorros. - ¡Contra el costado del edificio, ahora!
Me preparé para enfrentar a los nuevos visitantes sin prestar atención a si seguían mis instrucciones o no; tenía que confiar en que nuestros entrenamientos serían suficientes para eso.
El primer lobo se lanzó hacia mi pierna y el segundo quiso pasar de lado para llegar hasta los cachorros.
No en mi m*****a guardia.
Giré para evitar la mordida y utilicé ese mismo impulso para clavar mi lanza en alguna parte blanda de la cara del otro lobo. Con más suerte que planeación, mi lanza se clavó directamente en uno de sus ojos.
Uno pensaría que sería más fácil sacar la cosa de un globo ocular que de las costillas de un lobo, pero al parecer no lo era.
Tuve que esquivar un segundo ataque del otro lobo porque no esperaría a que recuperara mi arma; los aullidos de dolor y movimientos bruscos del lobo que tenía incrustada mi arma no me permitían tratar de sacarla.
-Esto va a doler. – Murmuré girándome para enfrentar un nuevo ataque del otro lobo.
Utilizando mi pierna buena como punto de apoyo, alcé la otra para patear un lado del hocico del animal con la otra pierna. Dolió, como ya sabía, pero al menos me dio los preciosos segundos que necesitaba para arrancar mi arma del ojo del otro lobo y girar para clavarla en la garganta del segundo.
Con él eliminado, solo fue cuestión de un minuto terminar con el otro lobo herido.
-Eso fue… no volveré a robar tus dulces. – Dijo con media sonrisa Lucía cuando me acerqué para comprobar que ella y los chicos estaban bien. – Definitivamente, no sé en qué estaba pensando al correr hacia aquí para ayudarte a evacuar.
-No hables, Lucía. – Dije suavemente. - ¿Por qué no te has transformado? Debemos irnos, te cargaré.
No creía poder soportar su peso extra con el tobillo doliéndome como los mil demonios, pero lo intentaría.
Ella negó lentamente con la cabeza.
-Una nueva transformación me mataría más rápido. Vete con los niños, estaré bien.
Sabiendo que solo estaba perdiendo precioso tiempo en discutir con la loba cabezota, le di un breve abrazo y les dije a los chicos que siguieran corriendo conmigo.
-¡No dejes que te maten, humana! – Gritó a mi espalda.
-¡Me debes un par de chocolates! – Grité en cambio y suprimí las lágrimas de mis ojos.
Corrimos la siguiente cuadra sin incidentes y llegamos al edificio de la señorita Candice. Gracias al cielo el lugar no parecía un campo de guerra, así que tenía la esperanza de que los trabajadores y la dueña del lugar hubieran salido rápidamente por el túnel.
-Chase, lidera el camino, yo cubriré las espaldas. – Dije guiándolos hacia la puerta escondida detrás de una pared falsa.
Abrí con mis huellas y les hice un gesto a los cachorros para que pasaran por delante de mí.
Las luces fluorescentes del lugar se encendieron automáticamente e iluminaron un muy largo pasillo. Iba a volver por Lucía en cuanto los dejara aquí, pero al ver el túnel cambié de opinión. No los dejaría ir solos por aquí, hasta a mí se me habían erizado los vellos del cuerpo.
Queja número dos al Alfa: Sus jodidos túneles parecen sacados de una película de terror.
Cerré la puerta detrás de mí y les dije a los chicos que corrieran, solo por si acaso. En cuanto recorríamos un par de metros, las luces a nuestras espaldas comenzaban a apagarse.
Llegamos al final del túnel después de múltiples vueltas, maldito laberinto, y nos encontramos con una puerta que también requería huellas. Me abrí paso entre los cachorros para poder abrir.
De repente se apagaron las luces y tuve encima a una veintena de cachorros abrazando cualquier parte de mí. Un resplandor verde que se movía de arriba abajo comenzó a iluminar la oscuridad.
“Entrando por la puerta siete la humana Rose, miembro de la manada Sofía Walker, miembro de la manada Gabriel Dorman, miembro de la manada Amanda Torrence….”
La voz mecanizada terminó de sacar la m****a de mí y agradecía tener a los cachorros encima; esperaba que ninguno notara los temblores que a mí también me invadían.
Cuando terminó de nombrar a todos los cachorros, la jodida puerta se abrió por fin. Ahí, en primera fila del otro lado ya se encontraban algunas caras conocidas llamando a gritos a los pequeños cachorros.
Cuando la pequeña conmoción pasó, los únicos cachorros aferrados a mí eran Chase y Amanda.
Uno de los lobos me hizo señas para que entráramos.
-Entra de prisa, no podemos cerrar la puerta hasta que todos estén dentro.
-Uh, lo siento. – Dije entrando con mis cachorros a cuestas.
Entonces se abalanzaron hacia mí los padres de los cachorros.
-¡Muchas gracias, Rose! – Dijo la primera loba con lágrimas en los ojos y una pequeña aferrada a su cuello.
-Sabíamos que podíamos confiar en ti. – Dijo otro lobo abrazando fuertemente a otro cachorro.
-Nunca dudamos. – Dijo un lobo más viejo. – Trajiste a salvo a nuestros cachorros y te estamos agradecidos.
Un coro de agradecimientos y algunos abrazos incómodos después, por fin me dejaron hablar.
-De nada. – Dije con una sonrisa en dirección a todos antes de poner mi atención al resto del lugar.
Esto era algo así como un gran salón de banquetes con montones de sillas y filas de mesas; el lugar era enorme y varios pequeños grupos de lobos se movían nerviosamente por el lugar.
-Escuchen, Chase, Amanda. – Dije cuando por fin las familias de los cachorros se movieron a diferentes sitios del lugar. – Voy a volver por Lucía, ¿Pueden quedarse quietos aquí y esperarme?
-Podemos. – Dijo Chase después de darle una mirada larga a Amanda. – Yo cuidaré de ella.
-Bien, quédense en el centro de la habitación, los buscaré en un momento.
Me di la vuelta solo para darme cuenta de que no sabía cómo m****a se salía de aquí. Me dirigí al primer tipo que parecía saber algo de este lugar, tenía un aura de guardia.
-Vamos. – Dijo después de escanear de nuevo la zona. – Llévame con ella.
Eché a correr y él me siguió a cuatro patas. Suponía que mi ritmo era muy lento, pero no lo escuché quejarse.
Nos encontramos a otros cuatro lobos por el camino y me guié de sus gruñidos para saber que eran enemigos. Entre los dos nos encargamos de ellos en menos de cinco minutos y luego seguimos corriendo.
-¡Lucía! – Grité con un chillido al verla tirada en el mismo punto en el que la había dejado.
El lobo guardia se transformó y comenzó a revisar las heridas y su pulso mientras yo trataba de que abriera los ojos. Me arrodillé y tomé con cuidado su cabeza acariciando mechones de su cabello. Finalmente el guardia giró su cabeza hacia mí y negó cuando por fin Lucía abrió los ojos.
Yo no quería saber qué m****a significaba aquello.
-Re… regresaste. – Dijo con la vista desenfocada y la voz ronca. – Veré… veré una cara… amiga… antes de partir.
-¡No digas estupideces, Lucía! – Dije con lágrimas corriendo libremente por mis mejillas. – Estarás bien, te llevaré conmigo al Lugar seguro y buscaré algún doctor que…
Ella me interrumpió moviendo temblorosamente la mano para tocar la mía. Ella estaba muy fría.
-No me pueden salvar, Rose. – Dijo después de toser un poco. Salpicaduras de sangre salieron de sus labios. – Quiero que escuches mi última voluntad.
-No quiero. – Dije sollozando. – Te pondrás bien lo sé.
-Mi casa… quiero que te la quedes. – Dijo ignorándome. – Tú necesitas un lugar al cual pertenecer y yo no tengo más familia en este mundo.
Ella me había contado que su familia había muerto en el último ataque que había tenido la manada; al ser hija única, había heredado todo. No le quedaba ningún otro pariente vivo.
-No… no…
-Estaba pensando en pedirte mañana que vivieras conmigo, ¿Sabes? Después… después de nuestra conversación más temprano. – Dijo con un intento de sonrisa. – Nos tendríamos la una a la otra y no tendrías que estar sola para buscar un lugar en el mundo humano.
-Calla Lucía, por favor…
-Aquí. – Dijo estirando una mano para tomar algo de su bolsillo mientras yo gemía y lloraba. Me extendió una llave. – Vive, Rose; vive y ten una hermosa familia… por las dos.
Fue en ese momento que sus ojos perdieron todo brillo y sus manos cayeron. Mi corazón se rompía a pedazos mientras lloraba y maldecía. Cerré mis ojos y recordé todos y cada uno de los momentos que compartí con mi primera amiga: De compras con Amanda y Chase, ella invitándome a ver una película en su casa, ella sonriendo cuando maldecía el culo molesto de Edson, ella llevando un segundo almuerzo para que no tuviéramos que esperar a la secretaria de Edson… ella siendo mi mejor amiga.
Una furia ciega como nunca antes había sentido se apropió de todo mi ser.
-Debemos irnos, humana. – Dijo suavemente el guardia arriba de mí. – Me temo que el ataque aun no termina y no puedo dejarte aquí desprotegida.
-Estaré bien. – Dije abriendo los ojos sin soltar a Lucía. – Tienes trabajo que hacer, no te quitaré más tu tiempo.
Asintió con la cabeza y comenzó a alejarse antes de detenerse y hablar.
-A veces la mejor forma de honrar a nuestros seres queridos no es la venganza… pero no te detendré si quieres venir conmigo y desahogar toda esa ira contra algunos lobos invasores.
Yo inhalé y exhalé lentamente antes de tomar la cabeza de mi amiga y colocarla con cuidado sobre el asfalto.
-Quiero que tomes nota de todos los lobos que extermine. – Dije en tono bajo y mortal. – Tomaré un colmillo de todos ellos y le haré un jodido collar a mi amiga.
-Incluso marcaré los cadáveres para ti. – Dijo con una sonrisa siniestra y sin humor.
-Bien, guía el camino.
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