¡Papá compró una humana! romance Capítulo 40

Bastian.

Voces ruidosas resonaban en mis oídos.

Intenté abrir los ojos pero todo estaba oscuro; poco a poco fui recordando mi día y me tensé.

-Contrólate, Bastian. – Dijo Rowan en algún lugar de la oscuridad en clara respuesta a mi gruñido molesto. - Tienes suerte de que el Alfa Noa sea comprensivo, porque sino el resto de nuestra manada estaría acampando en el maldito bosque.

Me controlé, pero solo un poco.

-¿Dónde estamos?

-En tu habitación provisional hasta que me asegure de que no vas a intentar matar a nadie de nuevo. – Dijo seriamente.

-Rose…

-Ella está bien. Herida, pero por lo que pude ver, estaba bien después de patear tu culo hasta la inconsciencia.

Eso me detuvo en seco.

-¿Qué?

Mi Beta soltó un suspiro.

-La buena noticia es que a pesar de que el auto que encontramos en nuestro camino parecía una escena del crimen, Rose está viva y se encuentra viviendo en esta manada. La mala noticia es que estuviste a punto de matar al Beta favorito de esta manada, heriste al Alfa Noa, algunos guardias, a Rose…

-¿Qué yo hice qué? – Pregunté incrédulo.

Ciertamente no podía creer eso último. Para un Alfa es imposible matar o siquiera lastimar a su compañera destinada porque nuestro instinto es más fuerte que cualquier jodida pérdida de control que nuestro lobo pudiera tener. ¿Por qué yo…?

-Atacaste al Beta de la manada, al Alfa, a algunos…

-Entendí la primera vez. – Dije con exasperación. - ¿Estas seguro de que yo lastimé a Rose?

-Le clavaste tus garras en su espalda frente a un montón de testigos. Así que si, estoy bastante seguro.

-M****a. – Dije cerrando los ojos.

Hablando de la mejor manera de decirle que era mi compañera. ¿Me creería después de esto?

-Mira, no te culpes demasiado Bastian. Como le dije al Alfa Noa: Has tenido meses muy difíciles. Es de esperar que tu lobo esté inquieto.

-Una cosa es que mi lobo quiera una carrera de manada para sacar el nerviosismo y otra muy diferente es atacar a mi compañera.

-Si, pero estoy seguro de que cualquiera hubiera reaccionado así al oler esa cantidad de sangre de nuestra compañera. – Dijo Rowan tratando de justificar mis idioteces. – El Beta tenía rastros de la sangre de Rose encima, así que eso se puso violento rápidamente.

Yo cerré los ojos de nuevo y maldije mis acciones. No era una excusa, pero cuando mi lobo tomaba el control, realmente no recordaba mucho después. No he conocido a ningún otro Alfa al que le pase esta situación, y sin poder consultarlo con Nuestra Gran Madre, estaba bastante jodido. Era un peligro para todos si continuaba así, pero eso era un problema más para poner hasta el final de mi lista de prioridades.

En este momento, me preocupaba más la situación de haber ofendido al Alfa Noa y que nos echara a la calle para enfrentar al ejército de Luca nosotros solos. Después tendría que hablar con el Beta para saber por qué m****a mi pareja estaba herida y su olor lo cubría, luego debo disculparme con Rose y esperar que no me rechace y… si. Necesitaba comenzar a moverme.

-Sácame de aquí, no voy a matar a nadie y tenemos mucho que hacer.- Dije levantándome de donde sea que estaba acostado.

Entonces una intensa luz iluminó el lugar y entrecerré los ojos mientras me acostumbraba a la luz.

-¿Dónde…?

-Esta es una manada pacífica. No tienen necesidad de encerrar a nadie… normalmente.

-Así que convirtieron sus celdas en bodegas? – Pregunté incrédulo al ver las cajas y mobiliario viejo amontonado a mi alrededor.

-Era aquí o en el baño de la Casa de la manada y pensé que el Alfa Noa no apreciaría que rompieras la porcelana.

-Solo sácame de aquí. ¿La manada?

-Fueron reubicados satisfactoriamente en algunas casas vacías. Se encuentran cómodos al momento.

-¿Los camiones?

-Mandé a algunos guardias a que los movieran los camiones. Partieron hace una hora.

-Bien. ¿El Alfa Noa?

-Le dislocaste el hombro.

-Uh… de acuerdo. Me refería a ¿Cómo está la situación con él?

-Te espera para hablar contigo en su oficina en algún momento cercano.

-Bien, Guía el camino.

Sobra decir que fue una conversación muy incómoda el confesarle que la humana era mi pareja y la fuente de mi mal genio anterior.

-Entiendo la situación y por supuesto que alojaré a tu manada, pero comprenderás que no puedo tenerte suelto por aquí después de tu exhibición de ayer. – Dijo entrecerrando los ojos. – Tampoco quiero que nos retemos a un jodido duelo cuando uno o dos escoltas serían suficientes.

-¿Me pondrás niñeras? – Pregunté más calmado de lo que me sentía.

-Si quieres seguir en mi territorio, si. - Dijo mortalmente serio. – Ahora me encuentro con un dilema respecto a eso. Ayer ninguno de mis guardias pudo contenerte así que no le veo sentido a asignarte a cualquiera de ellos. Mis únicas dos opciones son mi Beta, al cual casi matas y Rose. Lamentablemente no es como si le pudiera ordenar nada a mi humana favorita, por lo que tendría que pedírselo primero.

-Me quedaré con el Beta. – Dije sintiéndome incómodo.

-Mi Beta no querrá quedarse contigo. – Dijo El Alfa Noa negando con la cabeza. – Tiene suficiente en su plato en este momento. No me queda mas opción que preguntarle a Rose.

-Bien. ¿Dónde puedo quedarme esta noche?- Pregunté mirando por la ventana detrás de su silla. Estaba oscureciendo rápidamente.

-Aquí. Ya les he asignado sus habitaciones a tu Beta y a ti. Con eso solucionado, ¿Qué sabes del Alfa Luca?

Le di un informe de nuestra última actualización en el que Luca no parecía estar preparándose para la guerra, pero era casi seguro que en cuanto Clarissa pisara su territorio, vendrían por mi cabeza. No se conformaría el maldito con ello, pero al menos no tendría el pretexto del dinero que le había dejado de deber.

-Te seré muy honesto, Bastian. – Dijo Noa mirándome con ojo crítico. – Entiendo la necesidad de mantener segura a tu manada, pero también debo de mantener segura a la mía, por lo que en caso de que Luca te rete a un duelo yo únicamente le ofreceré el silo a quienes decidan vivir en mi manada. No me meteré en una guerra por ti.

-Gracias, Alfa Noa. – Dije honestamente. – No me atrevería a solicitar que arriesgaras a tu manada de cualquier forma.

-Bien, dicho esto, pueden permanecer aquí el tiempo que necesiten; solo te pediría que asignes a algunos lobos a tareas necesarias ahora que tenemos un aumento de población por aquí.

-¿Tareas de patrullaje?

-Si, entre otras cosas.

-De acuerdo. Puedes darle los detalles a mi Beta. – Dije levantándome.

-¿A dónde vas?

-A preguntarle a Rose yo mismo si quiere ser mi niñera.

Él suspiró. No podía negarme ir a ver a mi pareja y lo sabía.

-Haré que un par de lobos te escolten, no me des problemas Bastian. ¿Estás lo suficientemente tranquilo?

Regresé a la casa de la manada y me quedé en mi celda provisional a pasar la noche. No es como si me importara, tenía mucho en qué pensar.

Sin Clarissa en mi vida, podía acercarme a mi pareja sin temor a que la loba la degollara mientras dormía. Loba loca.

Mi manada, o lo que quedaba de ella, necesitaba más que nunca la sensación de seguridad que una Luna podría aportar en estos tiempos difíciles. Quizá mi lobo se tranquilizara también después de que me emparejara con mi compañera.

Al día siguiente esperé en mi celda pacientemente a que alguien me sacara de aquí porque tenía un montón de cosas que hacer hoy. Como por ejemplo, arrastrarme ante mi pareja. Ayer me dijo que me perdonaba pero mi lobo estaba inquieto.

Para cuando consideré que era ridículo que nadie bajara a liberarme, me sorprendí al ver llegar al Alfa Noa junto con mi hijo.

-¿Qué…?

-Padre. – Dijo el cachorro con solemnidad acercándose a las rejas. – Necesito hablar contigo.

Yo me acerqué lentamente. En su cara no había miedo, solo determinación. El Alfa Noa se miraba intrigado.

-Dime, cachorro.

Cerró los ojos brevemente e infló el pecho antes de volverlos a abrir.

-Haz cometido un acto deshonroso como Alfa al atacar a alguien mucho más débil que tú. No solo eso, sino que además no fue en defensa propia. Así que como siguiente en la línea, te exijo una compensación equivalente al daño causado.

Noa y yo lo miramos fijamente. Estaba citando una de nuestras más antiguas leyes, ¿Quién se lo habría enseñado?

Hace un milenio, cuando Nuestra Gran Madre aun nos brindaba de su apoyo y consejo a nosotros los Alfas, se estableció que si el Alfa tenía un comportamiento que pudiera llegar a un abuso de poder, se le debía de exigir que dejara el cargo o que reparara el daño.

Mi pequeño sería un excelente Alfa algún día si seguía con ese sentido del deber.

-Lo haré. – Dije con la misma solemnidad. – En cuanto salga de aquí, buscaré al Beta y…

-Si, el Beta Edson también debería de recibir una compensación por el maltrato que sufrió en tus manos. – Dijo interrumpiéndome. – Pero específicamente me refería a lo que le has hecho a Rose. Desde que la conociste la has tratado como una m****a y no voy a seguir permitiendo que la lastimes.

Mis cejas se elevaron.

-Chase, eso no es…

-Si te niegas, me veré obligado a retarte a un duelo. – Dijo fulminándome con la mirada y apretando los puños.

Yo miré al Alfa Noa y le pedí que nos dejara solos por un par de minutos.

-Chase, no es lo que parece.

-¿Ah no? Explícame qué parte del tratar horrible a una humana que ya ha pasado por mucho no es lo que parece, padre. Podré ser pequeño, pero no estúpido. – Dijo cruzándose de brazos. – Mi madre y tú hicieron un infierno la vida de Rose en nuestra manada.

-Chase, escúchame. – Dije tratando de contener la ira del pequeño. – Tuve que ser un poco frío con Rose…

-¿Frío? – Dijo con un pequeño y tierno bufido. – YO sé lo que es tu trato frío. ¿Crees que no sé que la manada me evita como la peste porque eres “frío” conmigo? Ni siquiera me ven como el siguiente en la línea porque no te importo una m****a. ¡Ja! ESO es ser frío, lo que haces con Rose es simple abuso.

Vaya. Resolvería esos pensamientos de mi cachorro siendo evitado más tarde.

-No, Chase. Puede que sea un poco brusco, pero jamás he pensado en abusar de ella, no lo haría y no podría jamás. – Dije honestamente.

-¿Entonces por qué la atacaste ayer? – Preguntó incrédulamente.

-Es complicado de explicar, cachorro…

Me detuve al mirar los ojos decepcionados de mi hijo. Suspiré y le dije la verdad. Toda la verdad. No supe interpretar su reacción al final.

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