Bastian.
Había pasado cerca de una hora y media desde que mi pareja se había ido y yo me sentía inquieto. No por el hecho de que fuera a visitar al Beta (Aunque eso no era de ayuda a mi humor, ¿Cómo se atrevía a dejar su tiempo conmigo para irse a buscar a otro lobo? Incomprensible ) sino porque sentía que algo andaba mal.
La comida había llegado hacía una hora y a pesar de que le marqué y mandé mensajes, no me contestó.
-Seguramente está ayudando al Beta con su trabajo, ella hace mucho de eso. – Dijo el señor Fred terminando de comer. – Me iré a echar una siesta, no me despiertes.
Media hora después seguía desaparecida y mi paciencia se agotó. Cogí mi móvil y marqué a mi Beta.
-Quiero que vayas a la Casa de la Manada y preguntes por el Beta Edson. – Dije en cuanto contestó.
-Estoy delante del Alfa, ¿Quieres que le pase el móvil?
-Hazlo.
Dos segundos después la voz gruñona de Noa tomaba el móvil.
-¿Qué…?
-¿Dónde está tu Beta?
-Esa es una excelente pregunta, Bastian. – Dijo con voz dura. – Justo le estaba preguntando a tu Beta por él.
Yo fruncí el ceño.
-¿De qué hablas? ¿Por qué mi Beta sabría dónde está el tuyo?
-Porque no he tenido noticias de él desde hace dos o tres días y todo el mundo por aquí sabe que no te agrada.
-¿De verdad piensas que en mi condición lastimaría a tu Beta? – Pregunté incrédulamente. Apenas podía levantarme sin ayuda, por el amor de la Madre.
-No lo sé, pero tampoco pensé que un Alfa podría lastimar a su pareja.
Auch, golpe bajo.
-Bien. – Dije apretando los dientes. – Aceptaré que en este momento parezco culpable de la desaparición de tu Beta, pero te aseguro que no he sido yo.
-Pues claro que no. – Dijo resoplando. – Apuesto mis colmillos a que no te puedes ni mantener en pie. No estoy diciendo que hayas sido tú, pero tienes a un Beta para hacer tu trabajo sucio.
-Eso es ridículo.
-¿Lo es?
Guardamos silencio. Él no me creía y yo estaba por partir mi móvil.
-Escucha, hace unas dos horas mi pareja fue a buscar al Beta y no ha regresado. ¿Podrías indicarle a mi Beta el camino más rápido a donde sea que se estuviera quedando tu Beta?
-Bien, pero asignaré a algunos de mis guardias para acompañar a tu Beta.
Con eso me colgó el imbécil.
Me intenté levantar pero mis piernas parecían no querer cooperar.
-¡Maldición!
Justo ayer pensaba en que me quería paralítico si es que no moría ya que me habían golpeado algunos nervios serios de mi columna vertebral. ¿Hoy? Apretaría los dientes y me arrastraría de ser necesario.
Sonó mi móvil y lo contesté enseguida.
-Reporta.
-El Beta no está en su oficina. De hecho, su ayudante…
-¿Qué? ¡Habla, demonios! – Dije perdiendo la paciencia. Hizo una pausa enorme antes de suspirar.
-Su ayudante dice que el Beta Edson ha tenido un comportamiento sospechoso durante los últimos días, pero que el día de su desaparición, le dijo que se llevaría a Rose y que vivirían felices como exiliados en el bosque porque ella ya había hecho su elección.
Me tensé.
-Ponla al móvil, quiero escuchar la historia de sus labios. – Dije cojeando hacia la salida.
-Alfa. – Dijo una voz respetuosamente.
-Repite todo lo que has dicho a mi Beta. – Dije con un gruñido.
-Eh… claro. – Dijo con un ligero carraspeo. – No sé si lo sabe Alfa, pero al menos hasta hace unos días el Beta Edson se hospedaba en mi casa. Teníamos una relación de pareja y éramos felices pero… pero lo notaba distante cada vez que veía a Rose. Pensé que era porque estaba preocupado por ella, se ha lastimado mucho en los últimos meses ¿Sabe? Y… si, bueno… la última vez que lo vi me dijo que no podía soportar seguir viviendo sin Rose y que de una u otra forma escaparían porque ambos estaban enamorados. – Dijo con un gimoteo que ignoré. – De hecho, Rose vino hace un par de horas para despedirse y pedirme perdón por quitarme a mi pareja.
¡Mierda!
Reanudé mi camino porque repentinamente supe qué había pasado con Rose… y esperaba que siguiera con vida.
El señor Frederick se transformó en cuanto llegó a la puerta de una casa cercana y con el pie la pateó de tal forma que destrozó la cosa. Ambos allanamos el lugar.
El olor de mi pareja se encontraba por todas partes, así como el de un macho, otra hembra y de la jodida Clarissa.
El lobo mayor se dirigió hacia el pasillo y lo seguí de cerca; rompió la puerta al final del pasillo y vi con rabia el cuerpo inerte del Beta sin rastros de mi pareja. Me acerqué rápidamente a sentirle el pulso. Era bastante débil.
Joder.
-No hay nadie más en la casa. – Dijo el señor Fred. – Iré a buscar el aroma de Rose en las cercanías.
Mientras él se encargaba de eso, yo desaté el cuerpo del Beta y busqué por la habitación. Nada.
A los pocos minutos regresó el señor Frederick con malas noticias y yo grité de pura frustración.
-Bien. Corre con tu sobrino y dile que tiene uno o más traidores en su manada. Pídele que refuerce la seguridad en las fronteras y…
-Lo tengo. ¿Qué harás tú?
-Trataré de revivir a la competencia. – Dije frustrado. – Sé dónde vive la loba que me curó hace poco.
No creo que se niegue a curarlo y esconderlo, después de todo es su hermano.
-¿Podrás solo?
-¿Cargar al cadáver? Si.
Sin más el señor Frederick se fue a avisar al Alfa mientras que yo semi arrastraba al tipo. Tuve serte de que no hubiera gente en las calles, de otro modo ya tendría a algún lobo en mi yugular.
Toqué desesperadamente la puerta y me abrió la pareja de la loba. Al verme con el cuerpo de su cuñado me enseñó los dientes y se dispuso a atacar.
Ah, cierto. Se me olvidaba que el Beta y yo teníamos una historia y esto podía ser sospechoso como la m****a.
-No tengo tiempo para estupideces. – Dije en tono Alfa. Casi suspiro de alivio al darme cuenta de esto; significaba que aún tenía una manada. - Necesito que tu pareja le salve la jodida vida para saber quién le hizo eso y dónde está mi pareja. ¿Después? Deben esconderlo porque su nueva manada tiene un traidor y lo quiere muerto.
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