¡Papá compró una humana! romance Capítulo 76

Vanesa.

Yo estaba recostada sobre un prado verde y enorme mirando a un cielo sin nubes.

Mi cuerpo se sentía ligero y se respiraba mucha calma en el lugar.

-Mi hija. – Dijo una voz femenina desde algún lugar. – Una de mis pequeñas niñas.

-¿Gran Madre? – Pregunté desconcertada.

-Lo soy. – Dijo la voz mimetizándose con el viento.

-Pero yo… ¿Por qué estoy aquí? ¿He muerto? – Pregunté con lágrimas en los ojos.

-Tranquila, mi dulce niña. Estás aquí porque necesito pedirte un favor.

-Lo que sea, Gran Madre. – Dije automáticamente.

La señorita Susie nos había enseñado a mi hermano y a mí desde pequeños que nuestra deidad era la Madre de nuestra especie… bueno, la especie de mi hermano, ya que técnicamente yo era humana. Sin embargo yo creía fervientemente en ella. ¿Cómo no podría hacerlo? La demostración más grande de su existencia era mi manada.

Aun en mi cautiverio y en todos estos años de angustia, incertidumbre y dolor, yo dirigía mis plegarias y oraciones a ella. Que me pidiera un favor a mí, una humana, era insólito pero no la cuestionaría.

-Ah, siempre has sido especial, hija mía. – Dijo con voz dulce. – Quizá no comprendas mis palabras en este momento, pero llegará un día en el que todo tendrá sentido.

-Por supuesto. – Dije sin dudar.

Un viento cálido sopló sobre mí y yo cerré los ojos. Era como sentir unos brazos maternales acunando mi cuerpo.

-Escucha con atención: Si en un futuro cercano encuentras flores en donde no deberían de estar, a mis hijos esparcidos por la tierra y el miedo invadiendo tu corazón, deberás regresar a tu hogar e impedir que mis hijos extingan el último de mis regalos: El comando Alfa.

Yo parpadeé confundida.

-¿Cómo debo hacerlo, Gran Madre?

-Irás al sitio en el que tu hermano y tú solíais esconderos de vuestro padre. Necesitarás ayuda, por supuesto, pero no te preocupes. Encontrarás toda la ayuda que necesites cuando llegues a tu hogar. Sabrás a qué me refiero cuando veas el auto rojo.

-Está bien, Gran Madre. – Dije sin entender nada pero dispuesta a cumplir con su petición.

-Ojalá todas las humanas que traigo a mi reino fueran como tú. – Dijo la voz haciendo cosquillear mi mejilla. - Si se cumple con todo lo que te he dicho, necesitaré que viajes al Norte para que ayudes a mis hijos… No debes temer, vendré a ti cuando estés lista.

Desperté solo para encontrarme postrada en una camilla.

Tenía solo un par de días que había llegado a Skyblue y desde entonces el sueño se repetía en mi cabeza una y otra vez.

El reencuentro con mi hermano había sido aterrador, liberador y agotador; él se había ido a atender una emergencia que, por lo que pude captar, era sobre un ataque a nuestra manada.

El personal de la clínica en la que me tenían se había ido hacía un par de días y solamente la doctora Paula se había quedado aquí para atender cualquier emergencia. Eso y para cuidar a sus nuevas pacientes. Una de ellas era Rose, pero no la había visto desde que mi hermano se fue.

MI cuerpo dolía en un montón de lugares diferentes y ni siquiera tenía la fuerza para salir de mi camilla, pero si seguía aquí acostada iba a volverme loca.

Suponía que ya lo estaba haciendo, por algo tenía el mismo sueño una y otra vez.

-¿Te has despertado ya? – Dijo Paula poniendo a un lado el libro que estaba leyendo desde la camilla en donde antes había estado Rose. Ella había estado cuidando de mí las veinticuatro horas.

-SI. – Dije tallando mis ojos. - ¿Podríamos conseguir algo de comer?

-Podemos, pero no te aseguro que sea extraordinario. Soy doctora, no cocinera. – Dijo dándome una sonrisa.

-Por mi está bien. – Dije devolviéndole la sonrisa.

No creía que hubiera nada de lo que ella cocinara que fuera peor de lo que había estado comiendo en los últimos años.

Ella se fue por un par de minutos y yo me puse a pensar sobre el sueño repetitivo.

¿Y si no era un sueño?

Fruncí el ceño. No podría ser. ¿Por qué Nuestra Gran Madre secontactaría conmigo para cualquier cosa si tenía a un montón de sus hijos corriendo por ahí? Quizá mis sueños eran solo causados por mi gran anhelo de tener un propósito después de todo lo que me ha pasado.

Eso era. Mi imaginación hiperactiva me hacía pensar cosas extrañas.

Paula regresó con una charola en sus manos y yo la acepté encantada. Comimos en amigable silencio mientras ella revisaba cada pocos minutos su móvil.

Entonces se escuchó un aullido fuerte y potente que hizo que Paula mirara por la ventana con curiosidad.

Nos encontrábamos en un segundo piso, por lo que teníamos una buena vista de la calle. Yo giré mi atención hacia allí y vimos pasar a toda prisa a un lobo al que se le fueron uniendo algunos en su camino. Desaparecieron del campo de visión y volví a girar mi cara.

-¿Qué decía ese aullido?

-Que debían de reunirse todos los guardias en casa de Rose. – Dijo ella despacio.

-Oh.

No quisimos darle importancia al asunto y por la siguiente hora nos dedicamos a leer en un tenso silencio. Todo cambió cuando ella comenzó a revisar su móvil cada pocos segundos.

-¿Está todo bien?

Ella saltó un poco ante el sonido de mi voz.

-Lo siento, es solo que se suponía que uno de los guardias debía pasar a revisarnos desde hace veinte minutos.

-¿Eso quiere decir que algo está mal? – Pregunté tensándome.

-Quizá y en cuyo caso, deberíamos salir de aquí. – Dijo pensativamente antes de levantarse abruptamente de la cama. – Mi principal prioridad debe de ser siempre mis pacientes.

-Uh… ¿Y a dónde iremos? – Pregunté curiosa.

“…flores en donde no deberían de estar, a mis hijos esparcidos por la tierra y el miedo invadiendo tu corazón, deberás regresar a tu hogar e impedir que mis hijos extingan el último de mis regalos: El comando Alfa.”

M****a. ¿Y si a esto se refería Nuestra Gran Madre?

Corrí de vuelta al auto.

-Necesito llegar a la manada de Firebuck ahora. – Dije abrochándome el cinturón sin escuchar realmente los regaños de la loba. – Es una emergencia.

-No podemos ir ahí, quizá los caminos ya estén contralados y…

-Bien, solo indícame cuál es el camino, correré si es necesario. – Dije con resolución.

-No puedes estar hablando en serio. – Dijo arrancando el coche por fin para salir de la manada.

-Lo hago. No puedo explicarte el por qué, pero necesito llegar a mi manada ahora.

Ella volvió a maldecir y supe que había ganado.

Por lo que me dijo, si ella manejaba como una lunática, podríamos estar ahí en menos de veinte minutos. Por mi estaba bien.

Fue un camino tenso y solo me relajé un poco cuando pude identificar el camino de entrada. Lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas por el anhelo de mi hogar.

-No creo que sea buena idea. – Dijo Paula apagando el motor cuando llegamos a la puerta de entrada. Estaba destrozada y esto se veía muy mal.

Se había estacionado detrás de otro vehículo del que parecía que habían salido a toda prisa porque dejaron las puertas abiertas de par en par.

Bajé del auto sin responder porque yo tampoco creía que esto fuera tan buena idea. Entonces, escuchamos el rugido de otro motor llegar y aparcar a toda velocidad a nuestro lado.

Yo tuve que parpadear. El auto era de un color rojo intenso

“…Sabrás a qué me refiero cuando veas el auto rojo.”

Coincidencia o no, corrí hacia la puerta del conductor y tomé la mano del lobo que salía de ahí.

-Soy la hermana de Bastian Crow y necesito ayuda, por favor. – Dije con urgencia.

-¿Qué sucede? – preguntó mirándome de arriba abajo.

Si, la linda bata de la clínica hacía maravillas por mi culo huesudo.

-Necesito que me acompañes a un lugar, quizá de esto dependan la vida de todos los Alfas.

Eso captó su atención y asintió con la cabeza.

-Sígueme. – Die sin soltar su mano y comenzando a correr lo más rápido que me permitían las piernas.

Ni siquiera miré hacia atrás para asegurarme que los lobos que venían dentro del auto del tipo que tenía sujeto nos estaban siguiendo… O para ver si Paula se encontraba a salvo con ellos.

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