Político busca niñera romance Capítulo 13

Narra Amanda.

Llegamos al lugar donde se llevaría a cabo el partido, era dentro de la instalaciones de la escuela donde las niñas estudiaban era un lugar realmente bello y asombroso, era un campo abierto, a esa hora el sol había bajado de intensidad y comenzaba a estar más fresco.

El Señor White y Zoé caminaban tomados de la mano, esa escena me encantó, él al parecer era un padre muy dulce con ella, pero desearía que trabajará en su relación con su hija mayor, para verlo de esta manera también con ella. Después pasamos por delante de algunas personas hasta llegar a nuestros lugares, sentí que las miradas de todos los presentes se plasmaban en nosotros, pero traté de no hacerles caso, después nos sentamos en una banca medio vacía.

— Iré a traer unos refresco y unos bocadillos—dijo mí jefe alejándose de nosotras.

En ese momento me di cuenta que algunas personas todavía nos veían o mejor dicho me miraban a mí.

—¿Tus otras niñeras vinieron alguna vez a mirar a Denisse jugar?—le pregunte a Zoé.

—No—respondió.

—¿Tu padre ha traído alguna vez a alguien más a un partido de fútbol?—quise saber por curiosidad.

—¿Como quién?— me preguntó ella.

Me sentía una mala espía, pero ya había comenzado y ahora tenía que terminar.

—Como una de sus amigas, tal vez—le dije.

Ella analizó mí pregunta.

—Papá no tiene amigas, solo amigos hombres—contestó inocentemente, esto comprobaba que ella no sabía nada de las aventuras de su padre en la casa de relajación que tenía, así que lo que me había dicho la señora Betancourt sobre la discreción de él eran ciertas.

En ese momento ella visualizó a otras niñas de su edad, y las saludó con la mano. Me pidió permiso de ir con ellas, a lo cual le dije que si, pero le dije que solo fuera unos minutos para que después pasará tiempo con su padre, yo me encargaría de decírselo a él para que no se molestará. Ella estuvo de acuerdo y se fue con ellas. Minutos después él señor White regresó.

—Aquí tiene señorita Smith—dijo entregándome un fresco y una bolsa de fritura y otra de maní—. ¿Y Zoé?—preguntó.

—Gracias—le agradecí —. Ella me pidió permiso para ir a saludar a unas amigas, pero pronto regresará, espero que no le moleste por darme la libertad de concedérselo—le dije para disculparme de antemano.

Él simplemente dibujó una leve sonrisa con su boca.

—No se preocupe, hizo lo correcto—pronunció viéndome directamente, cosa que me puso nerviosa—. Tuve la oportunidad de verla jugar con mis hijas hoy y quiero agradecerle por lo que hizo—mencionó—. Mis hijas no se habían divertido desde que su madre.... murió—recalcó en un tono más triste.

Debía ser muy difícil para él y para las niñas toda esta situación de una madre fallecida. Ellos claramente tenían heridas abiertas sobre este tema.

—Lo hice con mucho gusto, ellas son increíbles—fue lo único que le dije, quería darle un discurso sobre ser un buen padre, pero no era el momento para ello, no quería que ese día se opacara por mis palabras. Decidí dejar las cosas así, guardé la esperanza que cuando nos vio divertirnos le hubiera removido sus sentimientos y la razón, para que él pudiera cambiar.

En ese momento vi a Denisse acercarse por la malla.

—¡Papá!—gritó—. ¿Quieres patear el balón conmigo antes del partido?— preguntó mientras sostenía la pelota entre sus manos.

—Claro que si—respondió él simpáticamente, se puso de pie y ingresó al campo donde también calentaban algunas chicas.

Comenzaron a patearse el balón entre sí, me alegre por ellos, Denisse estaba jugando felizmente con su padre, hoy había sido un día dónde realmente estaban acercándose y conviviendo. A pesar de eso no pude evitar ver a mí jefe de otra manera, se miraba muy guapo con su camiseta color crema donde se remarcaban sus increíbles brazos, llevaba puesto unos jeans un poco ajustados que le remarcaban los lugares correctos, pude sentir un poco calor en ese momento.

—Lo siento, ¿no nos conocemos verdad?—dijo una voz femenina interrumpiendo mi momento de observación. Volteé hacía mí lado, donde me encontré con una mujer rubia muy bella y podría decirse que tenía mucho dinero se le notaba a leguas, como ha todas las personas que estaban en el lugar. Después me puse de pie yo también.

—No—respondí—. Soy Amanda extendí mi mano, ella estrechó la suya.

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