Narra Amanda.
Sentí una luz muy fuerte en mí rostro, mis ojos se abrieron de a poco, pude ver qué la cortina tenia una abertura dónde la luz se filtraba.
—¡Oh Dios, mi cabeza!—pronuncie sintiendo la reseca ya en mí cuerpo—.¿Qué diablos pasó anoche?—dije para mí misma mientras trataba de concentrarme en mi habitación. Me di cuenta que todavía llevaba puesta la ropa que había usado anoche.
Apenas podía recordar algo, recordé levemente que había subido al coche de un hombre cortes que había conocido, cuyo nombre era Santiago para volver a casa. Me levanté, fui al baño y luego me miré en el espejo. Mi cabello se veía salvaje, mi maquillaje estaba corrido y ahumado parecía un mapache medio muerto y mí aliento era fatal. Tomé mi cepillo de dientes y empecé a cepillarme mientras sentía lástima por mí misma. Luego me quite la ropa y me di una agradable ducha. De repente una imagen fugaz de mí misma viendo en la oscuridad los ojos del señor White se me vino a la mente.
—¿Cuándo fue eso?—me pregunté a mí misma. Cerré los ojos mientras tratándo de recordar lo que había pasado anoche—.Mierda—dije recordando todo de golpe: nuestra conversación, mí estado de embriaguez y algo que había sentido en mí interior cuando me dejó sobre la cama, y me refería a ese instante que nuestras miradas se conectaron, jamás había sentido algo así.Sin embargo, no podía creer que había sido tan indiscreta en mí forma de hablar con mí jefe y lo más vergonzoso fue que me vio en ese estado, me lamenté en ese instante de haber bebido tanto. Terminé de ducharme, me vestí de shorts tenis y camisa cómoda, mí propósito era huir a dar un paseo quizás a un parque cercano, ya que era mí segundo día libre quería desaparecer y no ver al señor White no estaba preparada para esa situación tan incómoda. Salí de mí habitación despacio como un ladrón, verifique que no hubiera nadie. El silencio fue un buen inició, bajé las escaleras y no vi a nadie, solo en la cocina había un poco de ruido, supuse que era la señora Betancourt, ya que las demás empleadas tenían también el día libre. Me asomé por la ventana de la sala donde pude ver a Zoé, ella estaba pintando con algunas temperas en pliegos de papel en el corredor, mientras Denisse, estaba practicando técnicas con un balón de fútbol, eso llamó mí atención, no aparentaba ser una chica deportista. Busqué con la mirada a mí jefe, pero no lo vi por ninguna parte, así que supuse que se había ido o que estaría dormido. Decidí cambiar mis planes de huir y tomé la decisión de salir a ver a las niñas. Pero me di cuenta que sol era muy fuerte afuera, hacía mucha calor.
—Hola cariño ¿Qué haces?—le pregunté a Zoé viendo su hermoso dibujo, espere encontrarme dibujos infantiles, pero fue todo lo contrario, ella parecía una artista—. En increíble lo que hiciste—le dije asombrada al ver qué había dibujando el patio con una presión increíble—.¿ Has tomado clases especiales?—quise saber.
Ella sintió gratamente.
—Algunas—confirmó—. Tengo muchas actividades extracurriculares—mencionó.
—¿Y todas esas actividades te gustan?
—No todas—pronunció con un suspiro—. Solo el ballet—agregó.
Su respuesta me impresionó, era muy pequeña para tener tantas ocupaciones y más cuando no le apasionaba todas de ellas. Bueno normalmente las familias ricas incluían a sus hijos en este tipo de actividades para tenerlos ocupados, y en ciertas ocasiones para no lidiar con ellos, esto era realmente triste, ver crecer a los niños sin amor y sin la atención de sus padres. No podía quedarme ahí viendo cómo pasaba su día libre de escuela pintando cuando podía hacer otras cosas. En ese momento, visualice una bolsa de bombas para inflar sobre la mesa, en ese instante se me ocurrió una idea, pero antes debía confirmar que mí jefe no estaba en casa.
—¿Has visto a tu padre?—le pregunté.
—Salió hace un rato, seguramente regresará hasta tarde como siempre—dijo con un tono de tristeza, eso me partió el corazón.
—¿Has hecho alguna vez una guerra de bombas de agua en un día caluroso? —le pregunté a la pequeña con dulzura.
Ella de inmediato me vio.
—Nunca—respondió.
—¿Te gustaría hacer una conmigo ahora mismo? Claro, si no te importa mojarte—le recalque.
Su rostro se iluminó de inmediato.
—¿Hablas en serio?—me dijo alegremente.
—Claro que sí—respondí de la misma manera—. Ven a prepararlas—le dije tomando la bolsa de bombas, para luego tomar su mano.
Nos dirigimos a llenarlas, cuando ya teníamos las suficientes la repartimos y nos colocamos en lugares diferentes para comenzar la guerra.
—¡¿Estás lista?!—le pregunté.
—¡Si!—contestó.
En ese momento lancé la primera bomba de agua, pero le di a una planta. Ahora era el turno de Zoé, ella la lanzó y está cayó cerca de mí y así continuamos haciéndolo por un rato más. Denisse, se había detenido de practicar con su balón y solo nos quedaba observando. Le iba a preguntar si quería unirse, pero conociéndola creí que no quería a la primera, así que pensé en algo más para animarla para que se nos uniera.
—Estábamos jugando una guerra de bombas de agua con Ava y fue realmente divertido—pronunció Zoé alegremente.
—Eso está genial, pero será mejor que vayas a secarte y a vestirte, iremos al partido de tu hermana—dijo —. Claro si tu quieres que vaya a verte—dijo esta vez refiriéndose y viendo a Denisse—. Supe que adelantaron el partido para hoy— agregó, en un tono muy calmado, no tenía ese rostro ni actitud sería que siempre tenía, estaba diferente por alguna razón.Ella parecía sorprendida ante sus palabrería.
—Claro que me gustaría que fueras —le respondió Denisse queriendo ocultar su alegría, lo sabía porque la estaba comenzando a conocer, en ese momento ella volteó a verme, al parecer quería decirme algo—.Amanda, se que es tu día libre, pero si tu quieres también puedes venir a verme jugar—me pidió amablemente.
Me había quedado congelada, saber que me estaba invitando a verla jugar un deporte dónde seguramente era buena, fue realmente impresionante, quizás el momento que acabábamos de pasar la había relajado.
—Claro, eso me encantaría—dije tartamudeando, cosa que siempre me pasaba cuando estaba nerviosa o ansiosa, y ahora lo estaba por pasar tiempo con todos ellos en un mismo lugar.
El señor White y Zoé la miraron como no creyendo que esas palabras habían salido de su boca, estaban acostumbrados a otra actitud de parte de Denisse.
—Entonces hay que cambiarnos, merendar algo y luego irnos al partido de fútbol—dijo mi jefe de una manera animada. Las niñas caminaron e ingresaron a la casa. Yo estaba a punto de hacer lo mismo, pero mí jefe no se movió, estaba observando a sus hijas cuando se alejaban de una manera pensativa.
Estábamos a solas y ese era el momento para disculparme por mí imprudente estado de anoche.
—Señor White—pronuncie tartamudeando de nuevo, me reprimi mentalmente por hacerlo, él me volteó a ver—. Quería disculparme con usted por ser tan imprudente ayer en la noche, no suelo beber de esa manera, esto muy apenada por ponerlo en esa situación tan incómoda—me disculpé.
En ese momento él no dijo nada, se quedó en silencio y eso me puso más nerviosa. Traté de verlo directo a los ojos pero no pude, su mirada me intimidaba.
—No tiene porque disculparse, todos hemos hecho cosas ebrios que nos han dado vergüenza, así que todo está en orden señorita Smith—contestó amablemente.
Sus palabras me tranquilizaron, luego sonreí levemente. Después ambos ingresamos al interior, fui directo a mí habitación, me quite la ropa mojada, luego me puse jeans, zapatos cómodos y una camisa campesina, adecuado para una ocasión como lo era un partido de fútbol. No sabía realmente porque el señor White, tenía esa actitud de tranquilad y podría decir de alegría, quizás él tenía una especie de cascarón sobre si mismo el cual había que romper para conocerlo verdaderamente. Solo esperaba que estando en el partido de fútbol, él se comportara como el padre que ellas necesitaban.
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