Político busca niñera romance Capítulo 21

Narra Amanda.

El domingo antes de la atardecer las niñas llegaron, sin embargo Denisse estaba muy sería, subió a su habitación casi de inmediato. La señora White nos dijo que después de la práctica de fútbol que había tenido ayer, ella había llegado a solo encerrarse, no quería comer ni salir. Poco después la señora White se fue.

—Debería hablar con ella, quizás se abra con usted y le cuente lo que le pasa—le sugerí a mí jefe, haberle de nuevo con respecto era de nuevo extraño.

—Veré que puedo hacer—dijo para después subir las escaleras.

—¿Sabes que le pasó?—le pregunte a Zoé quizás ella había escuchado algo.

—No lo sé—respondió encogiéndose de hombros.

—De acuerdo, sube a tu habitación y puedes ver YouTube un rato, pero no hagas mucho ruido, no quiero que tu papá se enteré—le dije con complicidad, ella le gustó la idea, así que subió rápidamente.

Me quedé al borde de la escalera a esperar que él bajará, estaba preocupada por Denisse. Cuando él llegó le pregunté si le había dicho algo, a lo cual me respondió que no. Después de su respuesta, subí a mí habitación, pero me detuve frente a su puerta quería hablar con ella, pero no quería abrumarla con tantas preguntas. Ingresé a mí habitación, fui al baño y busqué mis píldoras anticonceptivas, tomé una y la puse en mí mano. La miré por un buen rato, las tomaba solo para sentirme como una mujer normal, tenía algo llamado tuberculosis pélvica, algo que provocaba que fuera infértil, así que la posibilidad que me embarazara era mínima. Así que tomé la decisión de no seguir tomándolas más, no tenía caso seguirlo haciendo. Bote las píldoras dentro del inodoro y jale la palanca.

***

Han pasado tres días, el señor White se iba a trabajar y las niñas iban a la escuela. Denisse había cambiado radicalmente, parecía en otro mundo, uno muy triste porque su mirada era de dolor, parecía deprimida. Ya no podía verla y no hacer nada al respecto, así que me acerqué a ella.

—Oye, haré una pasta con albóndigas ¿ Quieres ayudarme?—le propuse con una sonrisa, esperaba que se animará hacerlo.

Ella dejó el libro que estaba leyendo y me vio fijamente.

—¿Y eso para que me servirá?—dijo de mal humor.

—Aprender a cocinar, te servirá para defenderte en la vida, especialmente cuando busques tu independencia—le dije—. Mí madre me decía que la cocina te abre la puerta a otros mundos, donde podemos conectarnos con otras culturas a través de su gastronomía—añadí—. Además también es un arte—agregue.

—¿Un arte?—dijo incrédula.

—Claro que si, puedes ser creativa, usar muchos colores e improvisar hasta crear exquisitos platillo, además cocinar para las personas que amas es más gratificante que otra cosa en el mundo—le dije para animarla—¿Qué dices me ayudas a cocinar?—le pregunte con una sonrisa.

Ella quedó en silencio por un momento pensativa.

—De acuerdo, solo lo acepto para que no me sigas insistiendo—respondió para luego ponerse de pie.

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