Político busca niñera romance Capítulo 27

Narra Amanda.

La puerta se abrió apresuradamente, ahí estaba él. Sonrío muy sensual cuando me vio con mi atuendo.

—Hola jefe—.creo que querías verme—dije metiéndome en mí papel.

Él sonrío por mis palabras.

—Claro, por favor entra—me pidió.

Pasé a su lado hacía el interior, luego escuché que cerró la puerta detrás de mí. Después me di la vuelta y caminé hacia él mientras continuaba actuando.

—Por favor, no me despidas, Prometo que no lo volveré a hacer—le dije actuando a la perfección.

Él levantó mi barbilla, sus ojos se iluminaron con picardía.

—Dame una buena razón por la que no debería. Las secretarias desobedientes deben ser castigadas—mencionó.

—Por favor no, te lo ruego. Haré cualquier cosa para mantener mi trabajo—pronuncie en un tono seductoramente.

Se lamió los labios mientras sus ojos hambrientos se posaron en mis pechos.

—Define cualquier cosa—dijo con voz ronca.

—Debe haber algo que pueda hacer por ti— le susurre al oído.

—No creo que seas ese tipo de mujer que pueda complacerme— comentó retándome.

En ese momento agarré su dura polla con mi mano, empujándolo contra la pared.

—Lo que tu no sabes, es que si soy ese tipo de mujer—dije cayendo de rodillas, para luego desabrocharle su cinturón, su pantalón cayó al suelo. Su hermosa y grande polla se liberó finalmente, luego me la metí a la boca en ese instante.

Miré hacia arriba. Él me veía con sorpresa, seguramente no esperaba esto. Luego colocó su mano hacia la parte posterior de mi cabeza, se la chupé varias veces, luego saqué su polla de mí boca para decirle algo.

—Fóllame la boca. Castígame— le suplique metiéndomela de nuevo.

Él cerró los ojos, perdido en algún lugar entre el placer y la incredulidad, luego comenzó a deslizarse dentro y fuera de mi boca. Miré hacia arriba con los ojos muy abiertos, mirándolo deshacerse.

—¡Joder!— gimió.

Él estaba caliente, pero yo también me estaba excitando a lo grande, sentí humedad en mí coño. En ese momento decidí parar, me puse de pie, él me miró sin aliento y confundido.

—Dime que mi trabajo está seguro—le dije siguiendo el juego.

Sus ojos se oscurecieron.

—Tu trabajo está seguro—respondió excitado.

Después de sus palabras le desabroche su camisa dejándolo desnudo, luego lo llevé hacía la cama y lo empujé. En ese momento era mi sumiso desnudo, su polla estaba apoyada contra su estómago. Me puse frente a él asegurándome de que me estuviera mirando fijamente. Lentamente comencé a quitarme la camisa, tirándola al suelo, y luego deslicé mi falda por mis piernas y me la quité.

Él estaba apoyado con sus codos boca arriba mirándome profundamente. Después me quité el sostén y las bragas, me quedé solamente con mis medias. Luego me acerque a él y lo monte.

—¿Qué deseas?—le susurré mientras pasaba mis propios dedos por mis pezones, tocándome para él.

—A ti—dijo con lujuria.

En ese instante solo hice círculos con mí cadera para rozar su polla, lo quería torturar un poco, mientras seguía jugando con mis propios pezonez. Mí ojos sostuvieron los suyos.

—Te sientes tan bien—dijo él con voz cortante—. Te necesito—se quejó.

Podía decir que estaba perdiendo el control y eso me hizo sonreír.

—Necesito un hombre de verdad que me llene. Un hombre con una gran polla dura como la tuya —gemí, realmente excitada.

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